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Tania y Pablo, ¡que se besen, que se besen!
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Antonio Casado

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Tania y Pablo, ¡que se besen, que se besen!

Fue la noticia del día. Tania Sánchez, hasta ayer aspirante de Izquierda Unida a la presidencia de la Comunidad de Madrid, abandona esa formación

Foto: La hasta ahora candidata de IU a la Comunidad de Madrid, Tania Sánchez (EFE)
La hasta ahora candidata de IU a la Comunidad de Madrid, Tania Sánchez (EFE)

En estos trances menores con ínfulas de mayores siempre me acuerdo de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando confiesa en la distancia corta que su periódico de referencia es El Norte de Castilla. Por el tirón de la tierra, claro. Y porque España es algo más que lo que pasa a la sombra de la Cibeles. Nunca mejor dicho si es en las orejas de los madrileños donde zumba el cotilleo de la jornada.

Fue la noticia del día. Tania Sánchez, hasta ayer aspirante de Izquierda Unida a la presidencia de la Comunidad de Madrid, abandona esa formación y, esto ya es de mi cosecha, se hace la encontradiza con Podemos en excusa previa de “unidad popular”. Es decir, no se integra por ahora pero deja la puerta abierta a negociar con el partido de moda. Quiere unir fuerzas, aunque sea con otro nombre, tal y como se ha hecho a escala municipal con Ganemos Madrid. Es su modelo.

Ayer se esforzó en explicar el portazo por su enfrentamiento con la dirección madrileña de IU y sus portavoces en Ayuntamiento y Comunidad (Gregorio Gordo y Ángel Pérez), que era una guerra fratricida a la vista de todos. Eso es cierto. Tan cierto como que se ha producido una rara unanimidad de los analistas al interpretar el movimiento de Tania como un paso hacia Podemos que no ha sorprendido a nadie. Como resulta que el líder de los indignados, Pablo Manuel Iglesias, es su compañero sentimental y tardó medio minuto en tenderle la mano (“Me encantaría que la buena gente asumiera que Podemos es su instrumento”), nos uniremos al grito de “Caldera” en uno de los foros de El Confidencial: "¡Que se besen!, ¡que se besen!"

Al precio de ganarme el sambenito machista de la izquierda mochilera, sostengo que la doble afinidad político-afectiva es un dato relevante para entender la espantada de Tania. Cada uno por su lado han coincidido en explicarla como un paso adelante en la construcción del mejor “instrumento para el cambio”. Con las mismas palabras, lo cual, insisto, es un efecto verbal lógico en la convivencia de una pareja que comparte tantas cosas como Tania y Pablo Manuel.

La ya exdiputada regional de IU y excandidata autonómica declaró ayer que su decisión no es “personal”, sino “política” y “meditada”. Conceptos compatibles en su caso. Encajan en la lógica de la doble afinidad (ideológica y sentimental, no tiene nada de malo, todo lo contrario, a qué negarlo). Personal y al tiempo política habrá sido su meditación sobre las eventuales consecuencias que hubiera tenido la vista judicial del caso de corrupción por el que está empapelada (presunto tráfico de influencias como concejala de Rivas a favor de su hermano). Iba a celebrarse la semana que viene ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, pero al perder el aforamiento como diputada su caso pasa a un juzgado ordinario y, por tanto, aplazado hasta después de las elecciones.

El episodio, dicho sea de paso, también nos deja prueba renovada de que sigue funcionando de maravilla una de las tres grandes líneas de actuación en la estrategia de Podemos. Consiste en quitarle dirigentes a Izquierda Unida. Como el poder al PP, la segunda. Y los votos al PSOE, la tercera. De momento, todo le va saliendo, aunque corre el riesgo de cargarse la doctrina Mafalda: “Conocerme es quererme”. No sé, no sé.

En estos trances menores con ínfulas de mayores siempre me acuerdo de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando confiesa en la distancia corta que su periódico de referencia es El Norte de Castilla. Por el tirón de la tierra, claro. Y porque España es algo más que lo que pasa a la sombra de la Cibeles. Nunca mejor dicho si es en las orejas de los madrileños donde zumba el cotilleo de la jornada.

Tania Sánchez Izquierda Unida