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Rajoy y los paganos de la crisis
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Antonio Casado

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Rajoy y los paganos de la crisis

Gracias al sacrificio de los más vulnerables, el presidente puede ponerse la medalla de la recuperación económica sin haber pedido el rescate cuando tantos “nos empujaban a pedirlo”

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

Sostiene Mariano Rajoy que hemos salido de la pesadilla gracias al esfuerzo de todos los españoles. De todos, no. Sólo de las capas sociales más expuestas a las políticas restrictivas dictadas desde Bruselas, el recorte de servicios públicos o una reforma laboral que favorece la precariedad y el despido. Gracias al sacrificio de los más vulnerables, el presidente puede ponerse la medalla de la recuperación económica sin haber pedido el rescate cuando tantos “nos empujaban a pedirlo”.

¿Y si el Gobierno se hubiera aferrado a esa tabla de salvación para escapar de la quiebra? Entonces el sacrificio no se hubiera limitado a personas que únicamente viven del salario o la pensión. Habría alcanzado también a élites que sufrían en sus despachos, dramáticamente en algunos casos, la pérdida de confianza de los mercados, el repliegue de los inversores, la bajada de la bolsa, la escalada de la prima de riesgo, el miedo a los corralitos y todos aquellos fantasmas abatidos por Rajoy.

No hizo falta. Bastaba el sacrificio de esas clases bajas y medias afectadas por los azotes de la crisis en forma de precarización laboral, subida de impuestos, devaluación del salario en nombre de la competitividad, despido fácil y barato o el recurso de los jóvenes a buscarse la vida en el extranjero. Todo eso ha ocurrido y está ocurriendo para que el presidente del Gobierno pueda subir a la tribuna del Congreso a proclamar que “España se rescató a sí misma”. Ahí están los paganos de la crisis. O, por mejor decir, los paganos de la incipiente remontada pregonada por tierra mar y aire en el debate sobre el estado de la nación.

Gracias al sacrificio de los más vulnerables, el presidente puede ponerse la medalla de la recuperación económica sin haber pedido el rescate

Parados de larga duración, pobres, desahuciados, víctimas de la crisis y de las políticas de austeridad destinadas a superarla se habrán sentido ofendidos cada vez que estos días el señor Rajoy pregonaba la salida de la crisis gracias al “alto precio que los españoles han pagado" por olvidar que “no se puede gastar lo que no se tiene”. Con el esfuerzo de todos, que es el mantra oficial. De unos más que otros, presidente, como queda claro. Gracias, sobre todo, al sacrificio de tantos y tanto españoles que viven al borde de la pobreza (uno de cada cinco), aun teniendo empleo. La Comisión Europea ya sentenció en 2014 que encontrar un empleo en España no es garantía frente a la pobreza (“Informe sobre la situación social en Europa”).

Imagino lo que pensarían esos españoles cuando anteayer Rajoy se autocondecoraba porhaber logrado que España pasara en sólo tres años de ser un país casi en quiebra a convertirse en ejemplo de recuperación que miran con envidia otros países de la UE. Ya me dirán lo que significa para los casi dos millones de hogares españoles con todos sus miembros en paro que el presidente del Gobierno les diga que por su sacrificio España coloca letras del tesoro al 0%, que han aumentado las exportaciones o que vamos a cumplir los objetivos de déficit.

Insisto: un insulto para los millones de españoles que han sufrido y siguen sufriendo en sus carnes y las de sus familias el paro, la desigualdad, la pobreza y el deterioro de los servicios públicos. Rajoy tiene un mensaje para ellos: dijo desde la tribuna del Congreso que se aliviará su situación ahora que la economía ya crece, pues si no creciera no habría nada que repartir, lo cual es una forma de decirle a los paganos que les conviene apostar por la prosperidad de los de arriba para que los beneficios lleguen a los de abajo. Tan simple como eso.

Sostiene Mariano Rajoy que hemos salido de la pesadilla gracias al esfuerzo de todos los españoles. De todos, no. Sólo de las capas sociales más expuestas a las políticas restrictivas dictadas desde Bruselas, el recorte de servicios públicos o una reforma laboral que favorece la precariedad y el despido. Gracias al sacrificio de los más vulnerables, el presidente puede ponerse la medalla de la recuperación económica sin haber pedido el rescate cuando tantos “nos empujaban a pedirlo”.

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