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Antonio Casado

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El despegue de Pedro Sánchez

La cuestión es saber si este encadenamiento de méritos televisados contribuirá a reparar la desconexión de fondo que existe entre Pedro Sánchez y la presidenta de la Junta de Andalucía

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)

Casi sin deshacer las maletas después de su gira latinoamericana, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, viaja hoy a las zonas de Aragón, Navarra y La Rioja afectadas por la crecida del Ebro. Quiere conocer personalmente el alcance de los daños, reunirse con los damnificados y ofrecerse para apoyar todas las líneas de ayuda oficial y extraoficial destinada a compensar a las sufridas poblaciones de los territorios inundados.

No faltarán quienes endosen este viaje de Sánchez al oportunismo propio de un político en vísperas electorales. Con eso cuentan en Ferraz. Pero lo cierto es que, puertas adentro de su partido, se toma como una fase más de su despegue como líder del PSOE. Un líder hasta ahora hostigado por enredadores que llevan la estampa de Susana Díaz en su devocionario y desde rincones poco iluminados de la organización.

El fenómeno es todavía muy reciente. Me refiero al evidente cambio de percepción sobre la consistencia de su liderazgo. Se inició con el desahucio de Tomás Gómez en Madrid y continuó con la cumbre de líderes socialistas europeos, el feliz hallazgo del exministro Gabilondo como candidato, la victoria por puntos sobre Rajoy en el debate sobre el estado de la nación y su apresurada gira americana.

El elefante sigue en la habitación aunque no sea oportuno mirarlo. Me explico. La cuestión es saber si este encadenamiento de méritos televisados contribuirá a reparar la desconexión de fondo que existe entre Pedro Sánchez y la presidenta de la Junta de Andalucía, que cursa como grave factor de inestabilidad en la organización socialista.

La cuestión es saber si este encadenamiento de méritos televisados contribuirá a reparar la desconexión de fondo que existe entre Sánchez y Díaz

El otro elemento de situación que debería servir para consolidar el acercamiento, por la cuenta que les trae a ambos, es el paso común por las urnas andaluzas del próximo 22 de marzo. De momento sirve para que las diferencias no se manifiesten. Ni siquiera en privado (en público Díaz siempre proclama su “apoyo al secretario general”), porque sus ágiles terminales mediáticas las harían públicas un minuto después.

Así que todos los sensores internos de la organización socialista se van a activar el viernes 13 en Almería y el viernes 20 (acto central de cierre de campaña) en Sevilla. Son los dos momentos reservados a la coincidencia física de Sánchez y Díaz, a mayor gloria de un objetivo común: la victoria del socialismo andaluz como anticipo de una eventual remontada del PSOE a escala nacional que le siguen negando las encuestas.

El reto siguiente son las elecciones territoriales del 25 de mayo (autonómicas y municipales), sobre cuyo resultado verá Susana Díaz si está o no está en condiciones de disputarle a Sánchez la candidatura socialista a la Moncloa en unas elecciones primarias abiertas (julio). No por sí misma (su compromiso con Andalucía parece inequívoco), sino por persona interpuesta, CarmeChacón, en la que tiene puestas sus complacencias.

Salvo que para entonces Sánchez haya seguido encadenando aciertos que cambien definitivamente la percepción de su liderazgo, como ha ocurrido a lo largo de estas dos o tres últimas semanas.

Casi sin deshacer las maletas después de su gira latinoamericana, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, viaja hoy a las zonas de Aragón, Navarra y La Rioja afectadas por la crecida del Ebro. Quiere conocer personalmente el alcance de los daños, reunirse con los damnificados y ofrecerse para apoyar todas las líneas de ayuda oficial y extraoficial destinada a compensar a las sufridas poblaciones de los territorios inundados.

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