La campaña andaluza nos aburre

Si el tono de la campaña electoral andaluza lo marca el debate de los candidatos en Canal Sur, seguimos en las mismas. Más votos para las alternativas al bipartidismo: la realista de Ciudadanos y la surrealista de Podemos, ausentes del cruce televisado entre la socialista Susana Díaz, presidenta por delegación de Griñán, y dos aspirantes que luchan por salir del anonimato: Moreno Bonilla (PP) y Antonio Maíllo (IU).

El debate de anteanoche, como los primeros días de campaña, resultó cansino, encorsetado y, por tanto, inútil para motivar a los votantes. Falta frescura y sobra argumentario. Nos aburren. Los candidatos no tienen el menor interés en escuchar al adversario aunque sea para rebatirle y el trabajo de los asesores de imagen se hace demasiado ostensible.

Si hay dos quebraderos de cabeza en el ánimo del sufrido pueblo andaluz son el paro y la corrupción. Los dos se fueron por donde vinieron en el debate televisivo de los principales candidatos. El escaso margen de un Gobierno autonómico en la creación de condiciones para generar puestos de trabajo y la escasa voluntad política demostrada por los dos grandes partidos en la batalla contra la corrupción sólo nos dejan fogonazos retóricos que se agotan en sí mismos.

Si hay dos quebraderos de cabeza en el ánimo del sufrido pueblo andaluz son el paro y la corrupción. Los dos se fueron por donde vinieron en el debate

“Me repugna la corrupción”, tronó Díaz, mientras preguntaba reiteradamente a Bonilla (PP) si llevaba algún imputado en las listas. Y el interpelado hacía como si no hubiera oído, mientras se ponía estupendo en la réplica: “Si tanto le repugna, por qué no hace nada para combatirla”, al tiempo que blandía una foto de Díaz flanqueada por los imputados Chaves y Griñán, aunque la presidenta hacía como si no la viera.

Como era previsible, ese momento culminante del debate fue bien aprovechado por el candidato de IU, Antonio Maíllo, para rematar a puerta vacía. Así: “Los dos estáis de corrupción hasta arriba”, “ustedes tienen que pedir perdón por los casos de corrupción en sus partidos”. Y en ese momento seguro que tanto Díaz como Moreno Bonilla supieron que habían cometido un error al permitir que el representante de IU ocupase el centro del plató, flanqueado por los dos grandes.

El candidato del PP no dejó de clavetear la idea de una presidenta dispuesta a dejar tirados a los andaluces si tiene ocasión de dar el salto a la política nacional. Es una constante en guía de campaña, siempre replicada por Díaz con declaraciones de amor eterno a Andalucía. Pero cuando la presidenta baja del escenario no deja de dar motivos para alimentar la desconexión con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al que trataría de cerrar el paso como candidato a la Moncloa, por sí misma o por persona interpuesta.

Esta derivada socialista de las elecciones andaluzas, convocadas para dentro de once días, no pinta bien para la presidenta de la Junta a la vista de las encuestas. Todas coinciden en anunciar que no obtendrá la mayoría absoluta, que su cosecha será más pobre que la obtenida por su padrino político, José Antonio Griñán, en las pasadas elecciones y que el PSOE va camino de obtener el peor resultado de su historia en Andalucía.

Si todo eso se confirma, como parece, Susana Díaz habría hecho un pan de obleas con su decisión de anticipar las elecciones. Y su posición frente a Pedro Sánchez quedaría claramente debilitada.