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El catecismo de Esperanza Aguirre
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Antonio Casado

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El catecismo de Esperanza Aguirre

De la candidata del PP sabemos que bajará impuestos, no pisará el suntuoso despacho habilitado por el exalcalde Gallardón, pactaría con Podemos una planta de árboles y comulga con los antiabortistas

Foto: Aguirre, en la manifestación contra la Ley del Aborto (EFE)
Aguirre, en la manifestación contra la Ley del Aborto (EFE)

Es la versión menos peyorativa del populismo. Consiste en alborotar el gallinero de la política en vísperas electorales con propuestas poco elaboradas que te hacen volver la cabeza. Una semana después de su designación como aspirante del PP a la alcaldía de Madrid, ya conocemos el catecismo de Esperanza Aguirre en toda su simplicidad.

El ideológico, con etiqueta de “liberal”, se encierra en cuatro mandamiento. A saber: libertad, vida, propiedad y ley. “Estoy en el PP para defenderlos”, te dice. “Esos y no otros”, añade para marcar diferencias con los mandamientos clásicos de la izquierda; igualdad, función social de la propiedad o el Estado como palanca integradora de las clases desfavorecidas.

El programático está por ver, a la espera de que su director de campaña, Íñigo Henríquez de Luna, se meta en harina. Pero su mente de mariquilla terremoto pasada por la Universidad y el almanaque de Ghota no espera. Así que ya sabemos que bajará impuestos, que no pisará el suntuoso despacho habilitado por el exalcalde Ruiz-Gallardón, que pactaría con Podemos una planta masiva de árboles y que comulga con los antiabortistas. Junto a ellos marchó este fin de semana al grito de “Yo rompo con Rajoy”.

¿Alguien se confiesa “liberal” y defiende el derecho de los poderes públicos a interferir en la libertad de una mujer, en el recinto de su intimidad, decidida a interrumpir un embarazo no deseado? Nunca hubiera imaginado que quien abomina del intervencionismo del Estado en la esfera privada del individuo dé por bueno que se meta entre las piernas de una mujer.

De hecho, Esperanza Aguirre nunca permite que la arrastren al fondo de la cuestión, que no es el de estar a favor o en contra del aborto, a favor o en contra de la vida (nadie normalmente constituido está a favor del aborto y en contra de la vida), sino el de estar a favor o en contra de que el Estado regule una práctica imposible de prohibir. Por ejemplo, fijando los límites y las condiciones (plazos, supuestos) del derecho de una mujer a interrumpir un embarazo indeseado.

Así que no veo yo a Esperanza Aguirre echando el resto contra la vigente ley de plazos fletada por el Gobierno Zapatero hace ahora cuatro años. Entre otras cosas, porque responde a un modelo normalizado en veinte países europeos, muchos de ellos gobernados por partidos similares al PP. Sin embargo, sí la veo apuntándose al espíritu dela pancarta coreada este sábado en la manifestación: “Yo rompo con Rajoy”, sostenida por los votantes contrariados por la frustrada reforma Gallardón, que acusan al Gobierno de haber asumido la regulación socialista del aborto (ley de plazos, con aborto libre hasta las 14 semanas).

Pero era su baño populista de precampaña y debía aprovecharlo. Si además le sirve para recordar a Rajoy que no se va a librar de ella, miel sobre hojuelas. Si gana la alcaldía, no se presentará al congreso regional para repetir como presidenta del PP madrileño, pero vetará a cualquier candidato no respaldado por ella. Y si no gana, siempre podrá utilizar la poderosa organización madrileña (100.000 afiliados), que controla con mano de hierro, para romper con Rajoy y quitarle el sitio en Génova y en Moncloa.

Es la versión menos peyorativa del populismo. Consiste en alborotar el gallinero de la política en vísperas electorales con propuestas poco elaboradas que te hacen volver la cabeza. Una semana después de su designación como aspirante del PP a la alcaldía de Madrid, ya conocemos el catecismo de Esperanza Aguirre en toda su simplicidad.

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