Es noticia
Semana Santa: evasión y rezo
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

Semana Santa: evasión y rezo

Dos mil años después de aquellos hechos, luctuosos pero cargados de significado, no hemos aprendido nada

Foto: Procesión del Silencio de la hermandad del 'Cristo de las Injurias' en Zamora. (AP)
Procesión del Silencio de la hermandad del 'Cristo de las Injurias' en Zamora. (AP)

Con el paso del tiempo la Semana Santa se ha ido celebrando cada vez menos como el aniversario de la muerte de Cristo y cada vez más como una excusa para la evasión. Por mí que no quede lo uno ni lo otro, si es en Zamora, como viene a cuento, donde transcurre el aprovechamiento de la oportunidad.

Dicho sea pensando en los alicientes que ofrece la Naturaleza en esta esquina del mapa. Pero, sobre todo, dicho sea pensando en la “sacralización del espacio” que experimenta la ciudad en estas fechas, siguiendo la tesis del antropólogo Alonso Ponga. La expuso hace unos días mientras abogaba en público por la declaración de la Semana Santa zamorana como “bien de interés cultural” por parte de la Unesco.

Tesis absolutamente acertada. El espacio queda confiscado para este sobrio ritual conmemorativo que convierte a Zamora en un cortejo fúnebre entre dos domingos gloriosos. No hay mejor forma de explicar cómo se recuerda en esta tierra la muerte de Cristo. Se sacralizan el aire, los sonidos, el empedrado de las irregulares calles que solo se iluminan con los hachones de los cofrades al paso de la procesión ylos rincones amurallados de esta vieja ciudad del antiguo reino de León.

La Semana Santa se ha ido celebrando cada vez menos como el aniversario de la muerte de Cristo y cada vez más como una excusa para la evasión

En resumen, un buen sitio para reencontrarse con este atavismo de renovación anual. Entre la antropología y la religión. Y con la fundada sospecha de que, dos mil años después de aquellos hechos, luctuosos pero cargados de significado, no hemos aprendido nada. Nos delata la memoria fresca de la guerra en las tierras bíblicas de Mesopotamia, donde ahora se matan invocando el nombre de Dios a uno y otro lado de la barricada.

Decía que la evasión incluye el reencuentro con la Naturaleza, que también está de celebración con una primavera recientemente decretada por el calendario. Me propongo participar de la misma, una vez más, en el Valle de Vidriales, a la sombra del majestuoso Teleno, donde la despoblación pasa factura en este olvidado reino de la quietud y el rumor del viento enamorado de los chopos. En el humilde regazo de esta cuenca natural, entre la del Tera y la del Eria, van viendo pasar el tiempo los hombres y las mujeres de esta comarca zamorana (Los Valles).

La ruta comienza en Quiruelas y termina en Ayoó de Vidriales. Nos saldrán al paso la sobria belleza de los campanarios, los vestigios prehistóricos de Granucillo, el Castro de las Labradas (la “Numancia” de los astures), el campamento romano de Petavonium y, finalmente, lo que queda del monasterio de Ageo (Ayoó, en la actualidad), de donde salió San Genadio (finales del siglo IX) para refundar el monacato berciano al otro lado del Teleno antes de ser nombrado obispo de Astorga (920).

Con el paso del tiempo la Semana Santa se ha ido celebrando cada vez menos como el aniversario de la muerte de Cristo y cada vez más como una excusa para la evasión. Por mí que no quede lo uno ni lo otro, si es en Zamora, como viene a cuento, donde transcurre el aprovechamiento de la oportunidad.

Semana Santa