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Antonio Casado

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La España de las cuatro esquinas

Cuenta atrás hacia la España que viene. La España de las cuatro esquinas anunciada por los sondeos. Fin del bipartidismo. Cuatro fuerzas políticas en puro empate

Foto: Congreso de los Diputados. (Efe)
Congreso de los Diputados. (Efe)

Afinidad, divino tesoro. Sobre fondo de confrontación entre lo nuevo y lo viejo, esa será la clave de la mayoría de apoyo al futuro Gobierno. Con la forja de esa mayoría culminará la carrera hacia la Moncloa, una vez cubiertas otras dos metas volantes de este jadeante año electoral. Primero, municipales y autonómicas del 24 de mayo. Y luego, las catalanas del 27 de septiembre. Pero el decisivo reparto de cartas entre los cuatro jugadores se producirá en las elecciones generales. Uno de ellos, Mariano Rajoy (PP), pone la fecha. Nunca antes de conocer el resultado de las catalanas. Supone convocarlas a primeros de octubre y celebrarlas el 13 o el 20 de diciembre.

A partir de ahí, la España de las cuatro esquinas quedará en manos de un pacto por afinidad. Y hasta entonces todo es incertidumbre, volatilidad y quinielismo. El juego consistirá en el modo de tratar la razón de vecindad política e ideológica de los cuatro partidos entre sí. Y el criterio del votante se irá formando no solo en base al grado de identificación con uno de ellos. También tendrá que procesar la capacidad negociadora y las intenciones de los cuatro en liza respecto a eventuales alianzas.

El juego consistirá en el modo de tratar la razón de vecindad política e ideológica de los cuatro partidos entre sí

Solo dos combinaciones parecen descartadas: PP-PSOE y Podemos-PP. Las demás son posibles todas, y en todas ellas aparece Ciudadanos ejerciendo de centrocampista, lo cual mejora su cotización en unas encuestas y pone de los nervios a Pablo Manuel Iglesias, empeñado en presentarlo como una mera actualización del PP por la banda de la derecha. “No es el cambio, sino el recambio”, dice del partido de Albert Rivera, sin reparar en que eso mismo puede predicarse de Podemos respecto al PSOE por la banda de la izquierda. En esas terció el candidato socialista a la alcaldía madrileña, Antonio M. Carmona, para seguir disparando contra el PP y cultivar la razón de buena vecindad por el centro: “Ciudadanos es la derecha decente”.

Será el juego del ratón y el gato entre periodistas y políticos en los meses que faltan hasta las elecciones generales: quinielismo desatado sobre las políticas de pactos de cada uno de los cuatro y resistencia de cada uno de ellos a ser demasiado explícitos sin conocer antes la aritmética de las urnas. Salvo en lo referido a las ya mencionadas combinaciones imposibles: PP-PSOE, la menos reclamada por losencuestados, y PP-Podemos, declarada “inverosímil” por las dos partes.

Afinidad, divino tesoro. Sobre fondo de confrontación entre lo nuevo y lo viejo, esa será la clave de la mayoría de apoyo al futuro Gobierno. Con la forja de esa mayoría culminará la carrera hacia la Moncloa, una vez cubiertas otras dos metas volantes de este jadeante año electoral. Primero, municipales y autonómicas del 24 de mayo. Y luego, las catalanas del 27 de septiembre. Pero el decisivo reparto de cartas entre los cuatro jugadores se producirá en las elecciones generales. Uno de ellos, Mariano Rajoy (PP), pone la fecha. Nunca antes de conocer el resultado de las catalanas. Supone convocarlas a primeros de octubre y celebrarlas el 13 o el 20 de diciembre.

Mariano Rajoy Moncloa