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La herencia recibida de Aznar
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Antonio Casado

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La herencia recibida de Aznar

Mariano Rajoy nos dio la vara con la herencia recibida de Zapatero. Fue su habitual burladero frente al morlaco de la crisis económica. Pero en cuanto a corrupción toca, la recibida de Aznar no desmerece

Foto: El expresidente del Gobierno Aznar (c) posa junto a los miembros de su primer Gobierno, entre ellos Mariano Rajoy (2i), Rodrigo Rato (d), Francisco Álvarez Cascos (i) y Esperanza Aguirre (2d-segunda fila). EFE
El expresidente del Gobierno Aznar (c) posa junto a los miembros de su primer Gobierno, entre ellos Mariano Rajoy (2i), Rodrigo Rato (d), Francisco Álvarez Cascos (i) y Esperanza Aguirre (2d-segunda fila). EFE

Durante estos tres últimos años, el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, nos dio la vara con la herencia recibida de Zapatero. Fue su habitual burladero frente al morlaco de la crisis económica. Tampoco desmerece la herencia recibida de José María Aznar cuando el bicho ha sido la corrupción. A saber: Francisco Correa, Luis Bárcenas, Alvaro Pérez 'el Bigotes', Jaume Matas, Carlos Fabra, Miguel Blesa, etc. Todas ellas son criaturas venidas a más en el reinado deAznar (1991-2004). Algunas pueden ser rastreadas en la lista de invitados al enlace nupcial Ana Aznar-Alejandro Agag, (El Escorial, septiembre 2002), que en su día la periodista Carmen Rigalt calificó como “la boda de la tercera infanta”.

En ese paquete va Rodrigo Rato, el otrora competidor de Rajoy a la sucesión. Ese pequeño detalle le corta el paso al presidente del Gobierno si tiene la tentación de remitirse a la herencia recibida. Rajoy también forma parte del legado. Por tanto, carece de fuerza moral para repudiarla. Así que no está en condiciones de decidir cuál de las dos herencias recibidas, la de Zapatero o la de Aznar, va a terminar siendo más dañina. Porque si malo fue encontrarse los cajones llenos de facturas pendientes de pago por culpa de unos socialistas manirrotos, es peor desayunarse cada día con un escándalo de corrupción por culpa de unos sinvergüenzas que aprovecharon su escalada política, su cargo y sus influencias para forrarse al amparo del PP.

Da la impresión de que se está utilizando el ensañamiento como prueba de que el Gobierno del PP lava más blanco

Sinvergüenzas de distinta laya, claro, a ojos del Gobierno. En el caso de Rato, la presunción de inocencia no forma parte del argumentario. Aunque causara baja como militante por el caso de las tarjetas black (octubre 2014), ningún dirigente de Génova ha dado la oportunidad de explicarse a quien fue “un activo muy importante del PP” (Rajoy dixit). Y, desde luego, que yo sepa, no ha recibido ningún mensaje tipo “Resiste, Rodrigo, hacemos lo que podemos” (Bárcenas, en la memoria tóxica de los días). Todo lo contrario. Se está utilizando el ensañamiento como prueba de que el Gobierno del PP lava más blanco.

Lo dicho. Así como Mariano Rajoy se remitía hasta hace dos telediarios a la herencia recibida de Zapatero para explicar la persistencia del paro y la recesión económica, no podrá remitirse a la herencia de Aznar como atenuante de la corrupción cosida a las siglas del PP. Porque, a los ojos de la ciudadanía, él forma parte de ese legado. En lo bueno y en lo malo.

Rato fue el número dos de Aznar en el Gobierno, cierto, pero Rajoy fue quien lo colocó al frente de Caja Madrid, que es donde está el origen de una negra cadena de escándalos incompatibles con los asuntos particulares, pues, como ha declarado el propio Rajoy, “afectan especialmente al PP”.

Durante estos tres últimos años, el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, nos dio la vara con la herencia recibida de Zapatero. Fue su habitual burladero frente al morlaco de la crisis económica. Tampoco desmerece la herencia recibida de José María Aznar cuando el bicho ha sido la corrupción. A saber: Francisco Correa, Luis Bárcenas, Alvaro Pérez 'el Bigotes', Jaume Matas, Carlos Fabra, Miguel Blesa, etc. Todas ellas son criaturas venidas a más en el reinado deAznar (1991-2004). Algunas pueden ser rastreadas en la lista de invitados al enlace nupcial Ana Aznar-Alejandro Agag, (El Escorial, septiembre 2002), que en su día la periodista Carmen Rigalt calificó como “la boda de la tercera infanta”.

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