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Antonio Casado

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¿Será antisionista el Papa Francisco?

El Papa Bergoglio no ha necesitado ir con pies de plomo para hacer compatibles sus muestras de afecto al pueblo judío con su apuesta por el arropamiento de sus pobres vecinos, los palestinos

Foto: El Papa Francisco, con el presidente palestino, Mahmud Abás. (EFE/Maurizio Brambatti)
El Papa Francisco, con el presidente palestino, Mahmud Abás. (EFE/Maurizio Brambatti)

La apuesta del Papa Francisco por los olvidados, los que sufren hambre y sed de justicia, es compasiva y al tiempodiplomática. Como corresponde a un seguidor de San Francisco de Asís con rango de jefe de Estado. En esa doble condición pastoral y política encaja el atributo de “ángel de la paz”, acompañado de medallón alusivo, que este sábado le otorgó el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, que así se mostraba agradecido por el reconocimiento del Estado palestino por parte del Vaticano.

La Santa Sede se suma así a la lista de los 135 países de la ONU (salvo error u omisión) que ya han hecho lo mismo, cargando en muchos casos con el sambenito antisionista. Un manido e insufrible argumento frente a voces discrepantes de las tesis israelíes o distintas formas de reprobar la confiscación de tierras y personas manu militari. Cualquier forma de recordar al mundo que tener fuerza no es tener razón, o una mera expresión de simpatía con la causa del más débil, es hacer oposiciones a llevar el estigma del antisemitismo.

Espero que no le toque la china al Papa por ponerse al lado del desfavorecidoy limitarse a desempolvar la doctrina fundacional de las Naciones Unidas sobre el conflicto de Oriente Próximo. A saber: la existencia de los dos Estados (Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU, en noviembre de 1947), rechazada en un principio por los palestinos y, después de un largo historial de enfrentamientos bélicos e indebidas apropiaciones territoriales, rechazada en la actualidad por Israel en nombre de su derecho a vivir dentro de unas fronteras seguras.

Espero que no le toque la china al Papa por ponerse al lado del más débil y limitarse a desempolvar la doctrina fundacional de las Naciones Unidas

Hacen falta pies de plomo para abordar el relato histórico, político y diplomático del conflicto de Oriente Próximo sin provocar el enésimo ataque de contrariedad de Israel y su formidable máquina propagandística. Con pies de plomo reconoce la ONU al Estado palestino pero solo como “observador” y no “miembro”. Y con pies de plomo nuestro Congreso de los Diputados reclamó del Gobierno Rajoy en noviembre del año pasado el reconocimiento del Estado palestino “como resultado de un diálogo previo entre las partes”. Que la resolución, aprobada casi por unanimidad (solo dos noes y una abstención) coincidiera en el tiempo con un atentado a una sinagoga (cuatro muertos) fue suficiente para ventear el argumento de que reconocer al Estado palestino es ponerlo “en manos de un grupo terrorista”.

En resumen, que el derecho de Israel a vivir en fronteras seguras debe defenderse con la misma convicción que el derecho del pueblo palestino a autogobernarse y a disponer de su propio Estado. El Papa Bergoglio no ha necesitado ir con pies de plomo para hacer compatibles sus muestras de afecto al pueblo judío y su apuesta por el arropamiento de sus pobres vecinos. Por eso reclama el mismo derecho a existir del Estado palestino que la comunidad internacional ya reconoce al Estado de Israel. Aunque no me sorprendería toparme con insinuaciones de ingenuidad, en el mejor de los casos. O de antisemitismo, en el peor.

La apuesta del Papa Francisco por los olvidados, los que sufren hambre y sed de justicia, es compasiva y al tiempodiplomática. Como corresponde a un seguidor de San Francisco de Asís con rango de jefe de Estado. En esa doble condición pastoral y política encaja el atributo de “ángel de la paz”, acompañado de medallón alusivo, que este sábado le otorgó el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, que así se mostraba agradecido por el reconocimiento del Estado palestino por parte del Vaticano.

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