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Pactos, el motor de la política nacional
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Antonio Casado

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Pactos, el motor de la política nacional

El domingo las urnas repartirán las cartas entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, pero será el lunes por la mañana cuando comience el auténtico juego para repartirse el poder

Foto: Si las candidatas Aguirre y Cifuentes quieren gobernar, es muy probable que tengan que pactar con otras formaciones. (EFE)
Si las candidatas Aguirre y Cifuentes quieren gobernar, es muy probable que tengan que pactar con otras formaciones. (EFE)

Del 24-M van a salir dos fotos. Una es la de los resultados, que conoceremos la noche del domingo. Otra es la de los pactos, que tardará días o semanas en revelarse. En una estarán los que han ganado y en otra los que van a gobernar. A lo mejor ni se parecen. Pueden ser las mismas caras y pueden no serlo en un escenario fragmentado. Adiós a las mayorías absolutas de un solo partido. Todo quedará en el aire a la espera de los pactos, el motor político en la España de cuatro esquinas a punto de nacer.

Adiós también a las celebraciones desde el balcón. Será la tentación del partido ganador en el conjunto de los municipios españoles (única magnitud evaluable a modo de macroencuesta en tamaño real de cara a las elecciones generales). Un fin de fiesta que al minuto podrían refutar los primeros ritos de apareamiento. De momento, sólo a escala municipal (8.122 ayuntamientos) y autonomías (13 comunidades).

Serán las primeras señales de humo en el horizonte de la gobernación nacional. Con la misma fórmula: el mejor de cuatro (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) necesitará al menos a uno de los otros tres como compañero de viaje. Y con el mismo patrón teórico de actuación: voluntad de gobernar o condicionar al que gobierne, afinidad programática y adaptación a contextos de interpretación libre.

La vocación de poder se le supone a los partidos políticos como el valor a los soldados.

El mejor de cuatro (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) necesitará al menos a uno de los otros tres como compañero de viaje

Si solo contase la afinidad, más oportunidades de aparearse van a tener los dos partidos centrales, PSOE y Ciudadanos, aceptando que el PP ha quedado en un extremo del arco y Podemos en el otro. Lógico. A la hora de aparearse no es lo mismo limitar con dos partidos que limitar solo con uno.

La tercera de las coordenadas es muy relevante en las elecciones del domingo, por su heterogéneo carácter territorial. Nos remite a determinadas circunstancias. De personalidad y de geografía política, básicamente. Un criterio de afinidad puede ser deaplicación en una comunidad y no en otra, en un ayuntamiento catalán y no en uno murciano, por ejemplo, a conveniencia o libre criterio del partido concernido. Y un determinado aspirante autonómico o municipal, por ser quien es, puede ser vetado por un partido teóricamente afín al suyo. O apoyado, sin que sirva de precedente, a pesar de ser de un partido no afín.

Como se ve, la casuística es muy variada en el juego de los pactos a partir del día después. Algunos guiños ya se han cruzado unos y otros en los últimos días. Pero sin la matemática electoral carece de sentido hacer conjeturas, más allá de los antedichos patrones de conducta que, a mi juicio, nos ayudarán a entender la tormenta especulativa. La que va a desencadenarse cuando las urnas del domingo hayan repartido cartas. Podemos, PSOE, Ciudadanos y PP (citados de izquierda a derecha del arco representativo) las pondrán sobre las mesas negociadoras para repartirse el poder en autonomías, Ayuntamientos, Diputaciones, Cabildos, etc.

El juego comienza el lunes por la mañana y a va a estar embrollado.

Del 24-M van a salir dos fotos. Una es la de los resultados, que conoceremos la noche del domingo. Otra es la de los pactos, que tardará días o semanas en revelarse. En una estarán los que han ganado y en otra los que van a gobernar. A lo mejor ni se parecen. Pueden ser las mismas caras y pueden no serlo en un escenario fragmentado. Adiós a las mayorías absolutas de un solo partido. Todo quedará en el aire a la espera de los pactos, el motor político en la España de cuatro esquinas a punto de nacer.

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