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PP y PSOE, unidos por el chavismo en una causa común
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Antonio Casado

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PP y PSOE, unidos por el chavismo en una causa común

Con la visita de González a Venezuela, la Marca España tiene una excelente ocasión de reivindicarse al aparecer asociada a la defensa de los derechos humanos, la democracia y la libertad

Foto: El expresidente del Gobierno Felipe González a su llegada a Caracas. (EFE)
El expresidente del Gobierno Felipe González a su llegada a Caracas. (EFE)

Tal vez se haya echado a la maleta los textos de San Francisco de Asís, Gandhi y Martin Luther King sobre la no violencia activa y transformadora. O simplemente, por no zarandear los intereses de nuestras empresas multinacionales (más de 6.000 millones comprometidos) en el incierto marco jurídico de la República Bolivariana de Venezuela.

En cualquiera de los dos casos, es admirable el aguante de Felipe González frente a burdas e injuriosas descalificaciones que por tierra, mar y Twitter le está dedicando el chavismo: “mafioso”, “lobbista”, “oscuro ser”, “jefe de paramilitares”, “miserable fascista”, “personaje repudiado en España”, y otras lindezas puntualmente inventariadas por el diario ABC.

Sin necesidad de poner la otra mejilla, también el aguante puede ser transformador. De hecho, no pocos analistas han interpretado el clarinazo internacional de González contra la criminalización de opositores políticos (López, Ledezma, Ceballos y otros), en cuya defensa letrada quiere intervenir en calidad de asesor, como el principio del fin del régimen chavista.

El histórico dirigente del PSOE, que cuenta con el inequívoco arropamiento político y diplomático del Gobierno Rajoy, no entra al trapo de las provocaciones

El Gobierno de Nicolás Maduro necesitará algo más que insultos o el sambenito de “persona non grata”, para capear lo que ya es un clamor internacional, incluido el Papa Francisco, contra la deriva autoritaria del sucesor de Hugo Chávez y la incapacidad de resolver los acuciantes problemas del pueblo venezolano, tales como inflación, inseguridad, desabastecimiento, corrupción, ineficiencia y falta de libertades fundamentales.

El histórico dirigente del PSOE, que cuenta con el inequívoco arropamiento político y diplomático del Gobierno Rajoy, no entra al trapo de las provocaciones verbales. En un país polarizado entre chavistas y antichavistas, no habla de buenos y malos ni piensa dar el menor motivo para que le expulsen del país. Con franciscana paciencia ignora el chaparrón organizado por las falanges informáticas de Maduro y de su boca solo salen apelaciones al diálogo: “Hay que dialogar, recomponer, reconciliar y reconstruir instituciones”, declaró ayer ante la vivienda del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, en régimen de arresto domiciliario, uno de los políticos pendientes de juicio por supuestos delitos de conspiración, instigación a la violencia (protestas antigubernamentales en febrero de 2014) y asociación para delinquir.

La Marca España tiene una excelente ocasión de reivindicarse en un episodio donde los valores no se rinden a los intereses. Es para sentirse orgullosos de que el nombre de nuestro país aparezca asociado a la defensa de los derechos humanos, la democracia y la libertad. Y de que tanto el paso adelante de González, poniendo en juego su prestigio político en Latinoamérica, como la discreta tarea del ministro García-Margallo, ocupándose de la seguridad del expresidente y sumando a esta apuesta el peso institucional del Gobierno de la Nación, hayan vuelto a unir en una causa común las siglas de los dos partidos centrales de nuestro sistema de representación política. Amén.

Tal vez se haya echado a la maleta los textos de San Francisco de Asís, Gandhi y Martin Luther King sobre la no violencia activa y transformadora. O simplemente, por no zarandear los intereses de nuestras empresas multinacionales (más de 6.000 millones comprometidos) en el incierto marco jurídico de la República Bolivariana de Venezuela.