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Las fuerzas del mal rompen con el PSOE
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Antonio Casado

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Las fuerzas del mal rompen con el PSOE

A la vista de lo ocurrido en Andalucía y Valencia, nadie diría que los socialistas están allanando el camino a fin de que los nuevos bárbaros lleven a España al desastre

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Las fuerzas del mal que, según Rita Barberá, quieren extender la fiebre separatista y radical hasta los confines de Almería, han roto sus relaciones con los socialistas de Ximo Puig en Valencia. Los dirigentes de Compromís, encamados con los de Podemos, alegan que el PSOE no está legitimado para llevar a cabo un cambio de progreso en esta comunidad autónoma.

Casi al mismo tiempo se producía el cabreo televisado de Teresa Rodríguez, porque el PSOE andaluz le daba con la puerta en las narices, una vez amarrados los 9 votos favorables de Ciudadanos en la sesión de investidura de Susana Díaz convocada para mañana. Era cosa de ver a la lideresa de Podemos en Andalucía (novia del ahora muy incierto aspirante a la alcaldía de Cádiz), explicando que está “estupefacta” por el portazo.

No cesaba, entretanto, la campaña del miedo del Gobierno y el PP contra el PSOE por supuesto entreguismo a Podemos y demás enemigos de la recuperación económica y la estabilidad política. La última pedrada verbal es del portavoz parlamentario, Rafael Hernando. Ayer dijo que Pedro Sánchez se ha puesto en manos de “la marca blanca del chavismo”.

A la vista de lo ocurrido en Andalucía y Valencia, nadie diría que los socialistas están allanando el camino a fin de que los nuevos bárbaros lleven a España al desastre. Ni aunque puedan contar con la complicidad de Podemos para gobernar en otros lugares, como Extremadura y Castilla-La Mancha. U ofrecerla para que gobiernen los amigos de Podemos en los grandes ayuntamientos de Madrid y Barcelona.

Es sacar las cosas de quicio anunciar las siete plagas si los socialistas pactan con los grupos políticos que han canalizado la indignación ciudadana

Es sacar las cosas de quicio anunciar las siete plagas si los socialistas pactan con los grupos políticos que han canalizado la indignación ciudadana. Depende de lo que se pacte, cómo se pacte y para qué se pacte. Por ejemplo, ¿es llevar a España al desastre cerrar el paso a Esperanza Aguirre a la alcaldía de Madrid, a Rita Barberá en la de Valencia o a León de la Riva en la de Valladolid? Es cuestión de higiene.

Tampoco es echarse en manos de Podemos que eventualmente el PSOE coincida con el partido de Pablo M. Iglesias en el objetivo de desbancar al PP de municipios o autonomías que piden a gritos un cambio. Esa coincidencia puede ser transformadora incluso sin que por medio haya pacto, tráfico de favores, cambio de cromos, gestos compensatorios, o como se le quiera llamar. Otra cosa sería la formación de gobiernos. Ni el PSOE ha ofrecido ese tipo de pactos ni Podemos los ha reclamado. Lógico. A ninguno de los dos les interesa, sabiéndose competidores electorales aunque haya afinidad política. Un gobierno de coalición con grupos de extrema izquierda sí le haría perder la centralidad al PSOE. Pero ni aun así se justificaría el alarmismo.

No sé si entonces estaría en riesgo la recuperación económica, medida en puntos porcentuales de PIB, pero sí sé que la desigualdad, la pobreza infantil, el empleo basura, el malestar social y el deterioro de los servicios públicosson algo más que un riesgo. Ya están aquí y convivimos con ellos. Son hechos verificables que al menos relativizan el peligro de que un partido de centro se acabe radicalizando hasta confirmar esos miedos venteados desde Moncloa.

Las fuerzas del mal que, según Rita Barberá, quieren extender la fiebre separatista y radical hasta los confines de Almería, han roto sus relaciones con los socialistas de Ximo Puig en Valencia. Los dirigentes de Compromís, encamados con los de Podemos, alegan que el PSOE no está legitimado para llevar a cabo un cambio de progreso en esta comunidad autónoma.

Pedro Sánchez Susana Díaz Ciudadanos