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Juego de sillas en el PP
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Juego de sillas en el PP

Rajoy está encantado con este equipo y absolutamente convencido de que se han hecho muy bien las cosas, como quedó claro en el discurso que pronunció ayer ante los dirigentes del PP

Foto: Imagen de la rueda de prensa del Comité Ejecutivo Nacional del partido. (EFE)
Imagen de la rueda de prensa del Comité Ejecutivo Nacional del partido. (EFE)

No hizo falta parar las máquinas para acusar recibo del mensaje de Rajoy a su gente. Básicamente, que el Gobierno lo ha hecho todo bien y el PP, no tanto. Ni para airear los cambios anunciados por el presidente en cuanto al funcionamiento del partido. Ni siquiera para verlo como su primer acto de precampaña por la conservación de la Moncloa.

Sin tocar a la número dos, Dolores de Cospedal, ni al responsable territorial, Javier Arenas, entra rejuvenecimiento y motivación “para ganar las elecciones”. Además de Jorge Moragas –una prolongación de Rajoy–como jefe de campaña de las generales, los cuatro nuevos (Maíllo, Andrea Levy, Casado y Maroto) gozan de la confianza de Cospedal y/o Arenas, aunque entre estos dos supervivientes la confianza no sea precisamente el rasgo dominante.

No está lejos en el tiempo el sartenazo de Carmen Riolobos, portavoz del PP castellano-manchego (obviamente, a las órdenes de Cospedal), cuando se refirió a “los que perdieron Andalucía, esos que no han ganado nunca o no se han presentado a unas elecciones,o incluso que no saben nada de política y se dedican a desestabilizar al PP”.

El cruce de antipatías personales en las cúpulas del Gobierno y del PP no se arregla con los cambios anunciados ayer. Si acaso, se aparca

El sartenazo tenía un doble destinatario. No solo Arenas. También la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría. A los dos se hacía responsables de la debacle andaluza, entre otras cosas por la apuesta de estos por Moreno Bonilla, contra los deseos y las propuestas de Cospedal, que apuntaron hacia los alcaldes de Córdoba, JoséAntonio Nieto, y de Fuengirola, Esperanza Oña. No hubo nada que hacer. Cospedal se estrelló frente a los deseos de la vicepresidenta, concordantes con los de Arenas, que ya habían elegido a Moreno Bonilla, con los resultados conocidos.

Desde entonces las relaciones entre Arenas y Cospedal, por un lado, y entre Cospedal y la vicepresidenta, por otro, no han pasado de ser estrictamente “profesionales”, como un día las definió el secretario de Estado y número dos de Santamaría, JoséLuis Ayllón.

Ese cruce de antipatías personales en las cúpulas del Gobierno y del PP no se arreglacon los cambios anunciados ayer. Si acaso, se aparca. Empezando por las internas de Génova (Cospedal-Arenas). Más difícil será aparcar o disimular las malas relaciones entre Moncloa y Génova (Santamaría-Cospedal). Y menos con un presunto retoque en el Gobierno, que podemos conocer tras el Consejo de Ministros de hoy. Si es que se produce, porque el ruido de sillas en el Ejecutivo lo han venido haciendo los medios de comunicación, no el presidente.

Rajoy no siente en absoluto la necesidad de rectificar en las políticas ni en las personas. Otra cosa era el partido, donde sí interiorizó que había problemas

Es la prensa la que ha creado el malentendido de cambios “algo más que cosméticos” en el Gobierno. Nada de eso. Si acaso, la pura y simple sustitución del ministro Wert para llevarlo cuanto antes a la OCDE. Pero, insisto, nada en base al malentendido que consiste en creer que Rajoy comparte la idea de que este Gobierno está pidiendo a gritos una renovación. Por muy extendida que esté dicha idea. Simplemente, Rajoy no la comparte. Al contrario, está encantado con este equipo y absolutamente convencido de que se han hecho muy bien las cosas, como quedó claro en el discurso que pronunció ayer ante los dirigentes del PP.

Por tanto, nosiente en absoluto la necesidad de rectificar en las políticas ni en las personas. Otra cosa era el partido, respecto al que sí había interiorizado los consabidos problemas de comunicación, lejanía de los ciudadanos y fallos evidentes en el engranaje con Moncloa.

Insisto en el mensaje de ayer de Rajoy: el Gobierno, bien, el partido, no tanto. Así que los cambios en el Gobierno no serán ni mucho menos tan amplios como los que ayer anunció para el PP orientados a “ganar las elecciones”. Nada nuevo.

No hizo falta parar las máquinas para acusar recibo del mensaje de Rajoy a su gente. Básicamente, que el Gobierno lo ha hecho todo bien y el PP, no tanto. Ni para airear los cambios anunciados por el presidente en cuanto al funcionamiento del partido. Ni siquiera para verlo como su primer acto de precampaña por la conservación de la Moncloa.

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