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Grecia, banco de pruebas de la política española
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Antonio Casado

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Grecia, banco de pruebas de la política española

¿Se imaginan que hoy hubiéramos amanecido con los bancos cerrados por la incapacidad del Gobierno de entenderse con sus acreedores? La hipótesis no es tan descabellada

Foto: Alexis Tsipras y Pablo Iglesias en Atenas. (EFE)
Alexis Tsipras y Pablo Iglesias en Atenas. (EFE)

Veamos la tragedia griega como un asunto de la política interior española. No sólo por nuestra exposición como acreedores (unos 30.000 millones de euros) o el hecho de pertenecer al mismo club europeo. Les invito a pensar en la hipótesis no extravagante, bien acogida en algunas encuestas, de un gemelo político de Alexis Tsipras en la Moncloa.

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¿Se imaginan que hoy hubiéramos amanecido con los bancos cerrados por la incapacidad del Gobierno de entenderse con sus acreedores? La hipótesis no es tan descabellada, al menos para los dirigentes de Podemos, en orden a los objetivos que se han impuesto ante las próximas elecciones generales en esta incipiente España política de cuatro esquinas.

Pablo M. Iglesias y su partido nunca ocultaron el respectivo alineamiento político e ideológico con Syriza y el personal con Tsipras. Por si había dudas, el alineamiento se actualizó este fin de semana en un acto público de solidaridad con el Gobierno heleno, con toma de postura oficial por parte del máximo órgano de dirección de Podemos (Consejo Ciudadano), y unas explícitas declaraciones de Iglesias en las que aporta un finísimo análisis de la dramática situación griega: “Esto es una operación mafiosa de terrorismo financiero”. Es la mejor forma de expresar su sintonía con Varoufakis, el ministro de Finanzas que el martes pasado endosó al FMI una responsabilidad “criminal”. O, sin salir de casa, con la hoy alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (versión podemita no aún formalizada), que en su día tildó de “criminales” a los banqueros españoles.

Huyamos de los paralelismos si se quiere, pero admitamos que pintan calva la ocasión de aplicarnos el cuento de lo que pueda ocurrir en el país heleno

En la España agobiada por los recortes, el coste social de la recuperación económica y el desencanto político, es seguro que una inmensa mayoría de ciudadanos, incluidos los paganos de la crisis, no envidian la situación de los griegos. Ni a quienes los gobiernan mirando a Europa con cara de perro. Millones de españoles ven hoy a Grecia como un campo de pruebas en vísperas de nuestras elecciones generales. Son elementos de juicio vivos, tanto para los votantes como para la clase política nacional, especialmente interesada en ventear el mantra de que “España no es Grecia”. También lo repiten en Podemos, aunque no hacen el menor esfuerzo por distanciarse de Syriza, como se ha visto este fin de semana. Pero ya les gustaría que se pasaran a sus filas los socialistas de Sánchez como se pasaron a Syriza los socialistas de Papandreu ( PASOK). Las tormentosas negociaciones de Grecia con sus acreedores institucionales (FMI, Estados socios y BCE), a lo largo de estos últimos meses, han desactivado notablemente ese miedo al contagio que se instaló en Ferraz a raíz del triunfo de Syriza en las elecciones de enero, celebrado con entusiasmo por Podemos y por Izquierda Unida.

Bien, huyamos de los paralelismos si se quiere, pero admitamos que pintan calva la ocasión de aplicarnos el cuento de lo que ocurra o deje de ocurrir en el país heleno. De cara a las elecciones generales, los españoles tendrán más elementos de juicio cuando pasen por las urnas. Rajoy y Sánchez ya han hecho sus particulares emplazamientos en plan de que criticar es fácil, pero gobernar, no. Desde el día después de las elecciones griegas, ambos esperaban encontrar en el gobierno de Tsipras las pruebas que pudieran ser utilizadas para frenar el avance de Podemos. El fin de semana ya sido un inagotable yacimiento.

Por suerte, este lunes España se ha vuelto a levantar europea, en paz, políticamente estable, con una economía que tiende a subir, un paro que tiende a bajar, depósitos bancarios garantizados, cajeros automáticos abiertos y una democracia viva. A pesar de los pesares, creo que mirarse en el espejo griego hoy nos da motivos para mejorar nuestro nivel de autoestima.

Veamos la tragedia griega como un asunto de la política interior española. No sólo por nuestra exposición como acreedores (unos 30.000 millones de euros) o el hecho de pertenecer al mismo club europeo. Les invito a pensar en la hipótesis no extravagante, bien acogida en algunas encuestas, de un gemelo político de Alexis Tsipras en la Moncloa.

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