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Púnica: Sánchez se pone bronco contra Rajoy

El líder del PSOE rechaza de plano el argumento de la “condición humana” como hipótesis de la inmoralidad en el PP y denuncia su carácter estructural

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

El secretario general del PSOE eleva el tono contra el Gobierno de Mariano Rajoy por el caso de la trama Púnica, “paradigma de la depravación política del PP”. Con esas palabras, pronunciadas ayer ante los parlamentarios socialistas de la Asamblea madrileña, Pedro Sánchez rechaza de plano el argumento de la “condición humana” como hipótesis de la inmoralidad en el PP y denuncia su carácter estructural en un partido que “ha vivido en un entorno de corrupción absoluta”.

Como primer elemento de prueba, pone sobre la mesa el silencio público del presidente: “Es una auténtica confesión”, dijo. Lo cual le permite cargar el razonamiento de las intenciones electorales propias de un tramo final de Legislatura. Así que convierte la voladura democrática del Gobierno del PP en una “obligación moral” y la opción socialista en la única que puede lograr ese objetivo desde la honestidad, la ejemplaridad y la confianza”.

Es evidente la politización del escándalo en el razonamiento de Sánchez ante los suyos. Mal camino hacia lo que debería ser una remada común de fuerzas políticas centrales ante la inmoralidad en la vida pública. Justamente ahora que a los estados mayores de esas fuerzas han llegado dirigentes como Sánchez, pero también como Pablo Casado y Albert Rivera, cuya sintonía generacional desborda, o debería desbordar, sus respectivos límites partidistas a la hora de combatir lo que ya es una patología social.

Tal vez Rajoy, precisamente por razón de edad, tenga dificultades en entenderlo. Pero, al menos para acreditarse como avalista de la regeneración prometida a raíz del caso Gürtel, ya debería haberse explayado públicamente, dentro y fuera del Parlamento, sobre el nuevo escándalo que afecta a su partido.

La ciudadanía no se va a conformar con la enésima escenificación de una reyerta entre los dos grandes

En el verano de 2013 el caso Bárcenas arruinó la relación entre Rajoy y Rubalcaba. Entonces el presidente del Gobierno ya pidió perdón en nombre del PP por los casos de corrupción asociados a las siglas de su partido. Ahora se ve en la tesitura de volverlo a pedir por las andanzas de Francisco Granados y su troupe de facinerosos compañeros de partido. Y, de paso, explicar cómo es posible que nadie se percatase en su entorno político.

Mientras tanto, sigue vigente el diagnóstico formulado por la cumbre valenciana de los jueces decanos españoles (diciembre 2014): “La democracia española se encuentra hoy en situación muy delicada”, en un alarmante contexto de “desconfianza en el funcionamiento de las instituciones”. Ese es exactamente el reto que está interpelando a los jóvenes dirigentes del PP, PSOE y Ciudadanos, cuya sintonía generacional debe primar sobre la razón de obediencia partidista.

La ciudadanía no se va a conformar con la enésima escenificación de una reyerta entre los dos grandes, por tratar de diferenciarse en un asunto en el que los españoles ya no distinguen. Es el fondo de la cuestión. La gente ya no se molesta en averiguar cuál es más corrupto de los dos. Y esa es la razón que debería obligar a sus nuevos dirigentes a sindicarse en defensa del sistema y en la voluntad de tomarse más en serio el deber de sacar del cesto las manzanas podridas.

El secretario general del PSOE eleva el tono contra el Gobierno de Mariano Rajoy por el caso de la trama Púnica, “paradigma de la depravación política del PP”. Con esas palabras, pronunciadas ayer ante los parlamentarios socialistas de la Asamblea madrileña, Pedro Sánchez rechaza de plano el argumento de la “condición humana” como hipótesis de la inmoralidad en el PP y denuncia su carácter estructural en un partido que “ha vivido en un entorno de corrupción absoluta”.

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