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¿Por qué Irene Lozano no sale en la foto?
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Antonio Casado

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¿Por qué Irene Lozano no sale en la foto?

Es la señal inequívoca de que, con la herida abierta, no se ha querido poner a prueba el presunto acierto de la decisión. ¿Qué otra razón había para no exhibir a la nueva estrella del partido?

Foto: Irene Lozano, en segunda fila. (EFE)
Irene Lozano, en segunda fila. (EFE)

Solo la exigencia de aparentar unidad ante las elecciones del 20-D explica que en las filas socialistas no se haya desbordado el malestar por el inesperado fichaje de la diputada de UPyD (hasta el viernes) Irene Lozano. Un mal paso de Pedro Sánchez. Si quería castigar a Susana Díaz (los ERE y el “cortijo andaluz del PSOE” dieron días de gloria a Lozano), no hacía falta dar tantos rodeos ni olvidar la consulta previa. Un simple sondeo telefónico con los notables de su partido hubiera frenado la decisión, so pena de desencadenar el disgusto masivo que está a la vista.

Si contaba con un aplauso, se ha equivocado. Es insostenible que la llave de los votantes de centro la tenga una diputada de UPyD cuyo índice de conocimiento no supera el 20%. Mejor no pensar que Sánchez consultó, vio venir el chaparrón y lo provocó. Eso hubiera sido insensato. Prefiero hablar de imprudencia por tomar unilateralmente una decisión que se le va a volver en contra. No puede acabar bien, si reparamos en las señales y elementos de análisis que se van acumulando desde que trascendió la noticia a última hora del jueves.

Por ir a la más reciente de esas señales. Presentación en sociedad de las listas del PSOE, ayer, en el polideportivo Magariños. A Irene Lozano la escondieron entre los 'expertos'. La número cuatro de la lista que encabeza Pedro Sánchez por Madrid no salió en la foto. Señal inequívoca de que, con la herida abierta, no se ha querido poner a prueba el presunto acierto de la decisión. ¿Qué otra razón había para no exhibir ante la militancia socialista a la nueva estrella del partido?

Que Lozano pidiera disculpas sería tanto como admitir que aquellas acusaciones carecían de fundamento y, claro, no es cosa de fichar a una mentirosa

El mensaje de que Sánchez ha tenido que buscar fuera lo que no encuentra dentro ha calado hasta el último rincón de la pirámide socialista. “Mi fichaje es la demostración de que el plan de cambio del PSOE es real”, dice Lozano. Ese clarinazo difundido anteayer desde la portada de un periódico de tirada nacional ha sido demoledor. Desde entonces, miles de dirigentes y militantes socialistas se dan golpes de pecho por no haber sabido antes que la diputada Lozano era la repartidora de credenciales en materia de regeneración y cambio.

La que hasta hace cinco minutos tronaba contra la corrupción en el PSOE tiene el encargo de pilotar la lucha de los socialistas contra la inmoralidad en la vida pública. Eso demuestra que el partido de Sánchez va en serio, según ella. No se trata de que pida disculpas, como le han pedido el presidente extremeño, Fernández Vara, y otros dirigentes. Pedirlas sería tanto como admitir que aquellas acusaciones en realidad carecían de fundamento y, claro, no es cosa de fichar a una mentirosa. Por tanto, insisto, no se trata de pedir perdón a los socialistas, sino de persistir en el empeño a fin de que la cruzada de Lozano por la regeneración sea creíble, tal y como le ha pedido Pedro Sánchez.

Ahora tendrá que poner en práctica su capacidad para combatir la corrupción venga de donde venga. También hacia dentro con sus famosas 'auditorias'. Si hace bien su trabajo, dura un minuto en el PSOE, salvo que de la noche a la mañana este partido se haya convertido en el más honrado y más transparente del mundo. Y si no lo hace, si de repente ya opina que el PSOE está limpio como una patena, pensaremos que se ha vendido por un escaño. No sé si me explico.

Solo la exigencia de aparentar unidad ante las elecciones del 20-D explica que en las filas socialistas no se haya desbordado el malestar por el inesperado fichaje de la diputada de UPyD (hasta el viernes) Irene Lozano. Un mal paso de Pedro Sánchez. Si quería castigar a Susana Díaz (los ERE y el “cortijo andaluz del PSOE” dieron días de gloria a Lozano), no hacía falta dar tantos rodeos ni olvidar la consulta previa. Un simple sondeo telefónico con los notables de su partido hubiera frenado la decisión, so pena de desencadenar el disgusto masivo que está a la vista.

Irene Lozano