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Antonio Casado

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Iglesias: el líder cansado que ya no emociona

Él y su equipo lo achacan al exceso de trabajo, aunque otros creemos que la pérdida de frescura es directamente proporcional al agotamiento de un discurso de mecha corta

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (Reuters)

Del ruido de muebles en el PSOE y en el PP, comentado ayer y anteayer en este mismo rincón de El Confidencial, al ruido de muebles en Podemos, donde también se ha decretado una tregua para tener la fiesta en paz hasta el 20-D. De hecho, el llamamiento público a la unidad interna, difundido por la lideresa andaluza, Teresa Rodríguez, podían haberlo remitido Rajoy o Sánchez a sus respectivos seguidores. Rodríguez apela a la “responsabilidad” dentro de la organización y al deber de escenificar la unidad con la dirección ante las elecciones generales.

El llamamiento llega pocos días después de que el sector llamado Bases Podemos haya denunciado a la dirección nacional por el abandono de los círculos, y de que la corriente Izquierda Capitalista (Pablo Echenique, entre otros), habitualmente crítica con el equipo de Pablo M. Iglesias, también haya suspendido las hostilidades hasta después del 20-D.

Con el mismo convencimiento que César Luena (PSOE) hubiera negado malestar interno por el fichaje de Irene Lozano o Dolores de Cospedal (PP) por el discutido liderazgo de Rajoy, la secretaria general de Podemos en Andalucía admite la existencia de distintas sensibilidades en el seno del partido, pero niega discrepancias en el diseño de la campaña electoral y, como Luena y Cospedal hubieran hecho, también pide “responsabilidad y altura de miras” a sus dirigentes, porque de otro modo “los ciudadanos no nos lo van a perdonar”.

La caspa de la casta, la arrogancia del líder supremo... Todo ha ido desapareciendo en la polvareda a medida que la curva electoral iba bajando en las encuestas

Sobre ese telón de fondo, el reciente cruce televisivo de Iglesias con Rivera ha expedido la imagen de un líder cansado, según confesión propia, que ha dejado de emocionar. Él y su equipo lo achacan al exceso de trabajo (“así no hay forma de pensar”, dice), aunque otros creemos que la pérdida de frescura es directamente proporcional al agotamiento de un discurso de mecha corta. Si Iglesias ya no emociona es porque ha dicho todo lo que tenía que decir. La pirotecnia de las palabras es la misma que la de los fuegos artificiales. Suben, iluminan el cielo, despiertan el ¡oooh! de la concurrencia y cinco minutos después solo queda humo y silencio.

Los hallazgos verbales tienen una vida muy corta en política si detrás no hay nada más. La caspa de la casta, el arriba-abajo superador de la dinámica izquierda-derecha, la cantada colonización del territorio socialista ('sorpasso'), la arrogancia del líder supremo, la embriagadora pista griega que nos aproximó al mensaje y los planes de Podemos, aquel tic-tac, tic-tac, de la cuenta atrás hacia la conquista del cielo que se ha terminado comiendo en un rincón... Todo eso ha ido desapareciendo en la polvareda a medida que la curva electoral iba bajando lenta pero irremisiblemente en las encuestas.

La pérdida de iniciativa -reconocida por Iglesias- se compadece con la pérdida de identidad. Nunca supieron si estaban a rolex o a setas. La izquierda indignada y regeneradora que se ofrecía para deshacer entuertos en la vida política nacional terminó haciéndose un lío por imperativos de transversalidad. Y ahora, enredados en sus propias discrepancias internas, reaccionan como la casta de toda la vida. Cierre de filas mientras se juega el partido y ya veremos luego. Exactamente el mismo pensamiento que quita el sueño a los dos únicos aspirantes creíbles a La Moncloa, Rajoy y Sánchez, Sánchez y Rajoy, sabedores de que uno de los dos se irá a su casa después del 20-D.

Del ruido de muebles en el PSOE y en el PP, comentado ayer y anteayer en este mismo rincón de El Confidencial, al ruido de muebles en Podemos, donde también se ha decretado una tregua para tener la fiesta en paz hasta el 20-D. De hecho, el llamamiento público a la unidad interna, difundido por la lideresa andaluza, Teresa Rodríguez, podían haberlo remitido Rajoy o Sánchez a sus respectivos seguidores. Rodríguez apela a la “responsabilidad” dentro de la organización y al deber de escenificar la unidad con la dirección ante las elecciones generales.

Teresa Rodríguez