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El plan de Sánchez para reanimar la Constitución del 78
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Antonio Casado

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El plan de Sánchez para reanimar la Constitución del 78

Elaborado por el comité de sabios, el proyecto vuelve sobre las cuatro reformas prometidas e incumplidas por Rodríguez Zapatero, poco después de ganar las elecciones de 2004

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

En Moncloa comentan que el líder de los socialistas, Pedro Sánchez eligió un mal día para presentar su reforma de la Constitución. Veinticuatro horas después del brote sedicioso en el Parlament, la apuesta por la España federal y la “singularidad” de Cataluña no casaban con la foto del “no pasarán” junto a Mariano Rajoy. Sobre todo cuando Miquel Iceta (PSC), en Barcelona, casi a la misma hora, se resistía a alinearse con Albiol (PP) y Arrimadas (Ciudadanos) en defensa de la Constitución y la unidad de España. Hasta se pensó en suspender el acto, pero se impuso la decisión de mantenerlo. En palabras de Antonio Hernando, portavoz en el Congreso, “no podíamos permitir que Mas o la CUP condicionaran nuestra agenda”.

El caso es que la provocación secesionista se comió la propuesta reconstituyente del PSOE, mientras la foto de Moncloa se comía la de Sánchez junto a sus barones, expresamente desplazados a Madrid para impulsar la puesta al día de una Constitución cansada y adaptarla a la España del siglo XXI. Partiendo de dos premisas. Una, reivindicación del pacto del 78, que creó un excelente marco de convivencia y un eficaz mecanismo de progreso. Y otra, que la reforma ha de ser pactada con las principales fuerzas políticas y apoyada por una mayoría social. “En ningún caso queremos hacer una reforma de partido”, dice Hernando.

Será el gran vector argumental de la campaña de los socialistas ante las elecciones del 20 de diciembre. Y el más elaborado. La presentación en sociedad incluía el esfuerzo de impedir que la propuesta de reforma parcial de la Constitución Española se siguiera asociando exclusivamente con el problema catalán y el diseño federalista del Estado. Las circunstancias conspiraron para hacerlo imposible una vez más, como queda dicho. Sin embargo, el proyecto ya está fletado. Y, según Sánchez, “ofrece respuestas claras, precisas, realistas y viables a los problemas actuales”, más allá del conflicto catalán o la España federal que se formulaba ya en la Declaración de Granada (julio 2013).

En el terreno de los derechos propone reconocer a las “personas”, no solo a los “españoles”; la igualdad ante la ley y la tutela judicial en caso de despido

Entre otras cosas, el blindaje del Estado del bienestar. Al mismo nivel que el equilibrio presupuestario, consagrado por apresurada y compartida voluntad de Zapatero y Rajoy en el verano de 2011. Fue la polémica reforma del artículo 135. En ella quiere ahondar Pedro Sánchez con una exigencia tan socialista como este doble mandato constitucional: por un lado, techo de gasto y obligación de pagar la deuda. Por otro, financiación suficiente para sanidad, educación y pensiones. Y tampoco dejarán de reconocerse los votantes socialistas en la propuesta de incorporar al texto de la Carta Magna el derecho a una renta mínima vital ante situaciones de “carencia efectiva para el mantenimiento de una vida digna”. O en aquella otra que pretende dotar de contenido el derecho de los españoles a una vivienda digna, que hoy por hoy solo aparece como un enunciado vacío.

Elaborado por el comité de sabios formado a tal fin en el mes de julio, el proyecto vuelve sobre las cuatro reformas prometidas e incumplidas por Rodríguez Zapatero, poco después de ganar las elecciones de 2004. A saber: supresión de la preferencia del varón en la sucesión al trono, reflejar el hecho político de una España integrada en el proceso de construcción europea, la mención expresa de cada una de las Comunidades Autónomas y la reforma del Senado. La única reforma que hizo Zapatero, en discutida complicidad con el PP, fue la que no había prometido: convertir el déficit cero en un mandato constitucional.

El foco de los analistas volvió a ponerse sobre el modelo territorial. Nada nuevo, según las palabras de Sánchez: federalismo “pactista y solidario”

En el terreno de los derechos se propone reconocer a todas las “personas”, no solo a todos los “españoles”; la igualdad ante la ley, la tutela judicial en caso de despido, suprimir la excepción de “en tiempos de guerra” en el artículo que prohíbe la pena de muerte, reconocer expresamente el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, etc. Y en fin, en el terreno institucional, fórmulas más flexibles que la actual para reformar la Constitución o que el nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional sea una competencia exclusiva del Parlamento.

Sin embargo, el foco de los analistas volvió a ponerse sobre el modelo territorial, básicamente mirando a Cataluña. Nada nuevo, como se desprende de las palabras de Sánchez, que habló de federalismo “pactista y solidario” durante la presentación de un plan reformista que propone la evolución del Estado de las Autonomías hacia un modelo federal, por ser más integrador y más democrático, según él. Con estas palabras: “Creemos que la renovación del pacto constitucional que propone el PSOE es la única solución política que hay encima de la mesa para resolver la confrontación y la división en Cataluña”.

Eso sí, a renglón seguido de haber afirmado que “el Partido Socialista siempre estará en la defensa de la unidad de España”.

En Moncloa comentan que el líder de los socialistas, Pedro Sánchez eligió un mal día para presentar su reforma de la Constitución. Veinticuatro horas después del brote sedicioso en el Parlament, la apuesta por la España federal y la “singularidad” de Cataluña no casaban con la foto del “no pasarán” junto a Mariano Rajoy. Sobre todo cuando Miquel Iceta (PSC), en Barcelona, casi a la misma hora, se resistía a alinearse con Albiol (PP) y Arrimadas (Ciudadanos) en defensa de la Constitución y la unidad de España. Hasta se pensó en suspender el acto, pero se impuso la decisión de mantenerlo. En palabras de Antonio Hernando, portavoz en el Congreso, “no podíamos permitir que Mas o la CUP condicionaran nuestra agenda”.

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