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20-D: dos partidos de dobles y tres de individuales
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Antonio Casado

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20-D: dos partidos de dobles y tres de individuales

Sánchez está sufriendo ahora el último intento del tres contra uno, a raíz del reciente debate a cuatro por televisión

Foto: Los candidatos de los principales partidos antes de que diera comienzo el debate.
Los candidatos de los principales partidos antes de que diera comienzo el debate.

De cara a las elecciones generales se juega un partido de dobles. A un lado de la red, la derecha (Rajoy y Rivera). Al otro, la izquierda (Sánchez e Iglesias), según la vieja plantilla. Pero con los cuatro jugadores enfrentados entre sí. No solo por la primacía en el control de ese hemisferio político. También en función del otro eje de la batalla: lo nuevo y lo viejo. Otro partido de dobles podría jugarse con los veteranos a un lado (PP y PSOE) y los noveles al otro (Podemos y Ciudadanos).

Eso obliga al cronista a individualizar el tanteo ignorando el marcador por equipos. Como si cada uno tuviera que jugar tres partidos individuales, aunque ese marcador por equipos sí será relevante en el recuento definitivo en materia de alianzas: la derecha frente a la izquierda y los instalados frente a los que acaban de llegar.

Albert Rivera aparecía como un aspirante a la Presidencia del Gobierno tan verosímil como Sánchez. Fue una mala nueva en Ferraz y también en Moncloa

Hasta ese momento, ¿cómo interpretar un partido de dobles con jugadores mal avenidos entre compañeros del mismo equipo? Por los intereses de cada uno de los cuatro. No falla. Pueden coincidir en un momento o en un tema determinado con uno o más de los otros tres en liza. Del mismo modo que la orientación de sus respectivas baterías puede coincidir con la artillería verbal de los demás en un objetivo común.

En la última encuesta del CIS, el PSOE quedaba muy distanciado del PP (casi ocho puntos) y Ciudadanos se disputaba la condición de segunda fuerza. O sea, Albert Rivera aparecía como un aspirante a la Presidencia del Gobierno tan verosímil como Sánchez. Fue una mala nueva en Ferraz y también en Moncloa. Así que sus estados mayores coincidieron en disparar contra Ciudadanos. Desde el PP empujándolo hacia la izquierda (“Votar Ciudadanos es votar PSOE”) y desde el PSOE empujándolo hacia la derecha (“Votar Ciudadanos es votar PP”), mientras se aireaban sus orígenes ultraderechistas, el clarinazo del exdirigente del PP catalán Alejo Vidal Cuadras pidiendo el voto para Ciudadanos, y el elogio público de un concejal de Ciudadanos a la figura de José Antonio Primo de Rivera (“Las ideas no se fusilan”, dice Sergio Luna).

El entorno del líder socialista sostienen que “se crece en estas situaciones” y que cuenta las horas que faltan para el cara a cara con Rajoy

Luego vino la llamada general del líder socialista, Pedro Sánchez, de todos contra el PP. Inequívoco ofrecimiento a liderar una santa alianza para echar a Rajoy de La Moncloa “si saco un voto más”, con su consiguiente apelación al voto útil de los pregoneros del cambio (“La única garantía de cambio es el PSOE”). Sánchez no consiguió inscribir al resto de candidatos en la causa del cambio liderado por él pero marcó un par de días la agenda electoral y dio lugar a esa recurrente manufactura del PP que habla del “pacto de perdedores”.

Sánchez está sufriendo ahora el último intento del tres contra uno, a raíz del reciente debate a cuatro por televisión. Rajoy le acusa de no ser creíble en sus propuestas “después de haber metido a España en el lío de la crisis”. Iglesias lo ve fuera de la carrera electoral. Y Rivera insiste en asociarlo a “un partido viejo”. Pero en el entorno del líder socialista sostienen que “se crece en estas situaciones” y que cuenta las horas que faltan para el cara a cara con Rajoy, tras el debate a cuatro en el que Soraya Sáenz de Santamaría ejerció de telonera del presidente del Gobierno ante el debate verdaderamente decisivo del lunes que viene entre los dos aspirantes a La Moncloa realmente creíbles.

De cara a las elecciones generales se juega un partido de dobles. A un lado de la red, la derecha (Rajoy y Rivera). Al otro, la izquierda (Sánchez e Iglesias), según la vieja plantilla. Pero con los cuatro jugadores enfrentados entre sí. No solo por la primacía en el control de ese hemisferio político. También en función del otro eje de la batalla: lo nuevo y lo viejo. Otro partido de dobles podría jugarse con los veteranos a un lado (PP y PSOE) y los noveles al otro (Podemos y Ciudadanos).

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