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Sobre los ritos de apareamiento del PSOE con Podemos
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Antonio Casado

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Sobre los ritos de apareamiento del PSOE con Podemos

El líder socialista prosigue con sus ritos de apareamiento. No le hace ascos a ese posible pacto, y eso libera la idea de que busca en La Moncloa su supervivencia en Ferraz

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su participación en un acto político de su partido. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su participación en un acto político de su partido. (EFE)

Nos lo decía en la radio Marcelo Expósito, representante de la facción catalana de Podemos en la Mesa del Congreso, hablando de la situación alumbrada por las urnas del 20-D y los ritos de apareamiento a varias bandas: “Lo nuevo no acaba de instalarse y lo viejo no acaba de desaparecer”. Buena noticia. Un país anclado en la economía de mercado, la Europa vertebrada, el Estado del bienestar, la Monarquía parlamentaria y la mejor Liga de fútbol no va a deslumbrarse ahora por los fogonazos verbales de quienes descubren a estas alturas que “el poder nace de la boca de los fusiles”, creen que la última razón del asalto a los cielos no será el ajedrez sino el boxeo o, como dice Elorza, tienen una concepción militar y caudillista de la política.

No estamos para revoluciones. Asumir lo nuevo sin renunciar a lo viejo refleja la madurez de una sociedad con aversión a los saltos en el vacío. La ciudadanía ha dado la bienvenida a los brotes de cambio. Abraza lo nuevo apoyado en lo viejo. Y ese es uno de los mensajes cosidos a la nueva orografía parlamentaria, donde las dos grandes fuerzas del 'viejo régimen' (PSOE y PP) suman 213 diputados en el Congreso, prácticamente el doble de los 109 que suman los recién llegados (Ciudadanos y Podemos).

Es la ocasión de hacer eficiente la soldadura generacional, a fin de que el juego político se renueve (218 diputados primerizos, un 62% de la Cámara) y recobre el prestigio perdido. Las afinidades y la aritmética señalan el camino hacia el cambio que la España política pide a gritos desde que crisis económica y corrupción destaparon las insuficiencias de un régimen político, el de 1978, aquejado de una alarmante fatiga de materiales. La receta: cruzar lo nuevo y lo viejo en la misma tarea de cambio.

Las afinidades y la aritmética señalan el camino hacia el cambio que España pide a gritos desde que crisis y corrupción destaparon las insuficiencias del régimen

De ese carro ha de tirar el nuevo Gobierno que, a mi juicio, se acabará formando cinco minutos antes de que la repetición electoral parezca irremediable. Porque, como ya he dejado escrito en otras ocasiones, este país guarda grandes reservas de sentido común. Además, resulta que los tres partidos más comprometidos con el vigente orden jurídico-político, sin perjuicio de apostar por reformarlo, suman nada menos que 253 escaños en una Cámara de 350, están en contra de repetir las elecciones y se presentan cargados de alusiones al “interés general”.

Mañana se formalizará el encargo de intentar Gobierno al jefe de filas del partido ganador de las elecciones, Mariano Rajoy, en medio de una agotadora marea especulativa para divertimento de adictos a los juegos de azar. Un insufrible quinielismo que sí ha logrado fijar en la opinión publicada la idea de que Rajoy está paralizado, mientras que todo el gasto lo hace el segundo en liza, Pedro Sánchez, sobre el que se desvía la carga de la prueba y se le somete a un preventivo proceso de intenciones. De poca base, a mi juicio. Todos corremos detrás de las liebres que unos y otros sueltan “de buena fuente”. Aunque sean combinaciones tan cargadas de obstáculos como el presunto pacto del PSOE con Podemos y sus franquicias, algunas muy rebeldes, por lo visto, a la hora de formar grupos parlamentarios.

La verdad es que el líder socialista prosigue con sus ritos de apareamiento. No le hace ascos a ese posible pacto y eso libera la idea de que busca en La Moncloa su supervivencia en Ferraz. ¿A lo pequeño por lo grande? No tiene sentido, pero la especie ha cuajado en medio de la marea especulativa que nos confunde. Conviene esperar a la reunión del comité federal del PSOE previsto para el próximo día 30, donde se visualizará que Pedro Sánchez tiene votos y vetos en materia de pactos y alianzas. Algunos están escritos. Por un lado, rechazo tajante a “cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional”. Por otro: “El PSOE actuará en coherencia con sus valores, con lealtad a los españoles, y anteponiendo siempre el interés de España a cualquier otro objetivo”.

Nos lo decía en la radio Marcelo Expósito, representante de la facción catalana de Podemos en la Mesa del Congreso, hablando de la situación alumbrada por las urnas del 20-D y los ritos de apareamiento a varias bandas: “Lo nuevo no acaba de instalarse y lo viejo no acaba de desaparecer”. Buena noticia. Un país anclado en la economía de mercado, la Europa vertebrada, el Estado del bienestar, la Monarquía parlamentaria y la mejor Liga de fútbol no va a deslumbrarse ahora por los fogonazos verbales de quienes descubren a estas alturas que “el poder nace de la boca de los fusiles”, creen que la última razón del asalto a los cielos no será el ajedrez sino el boxeo o, como dice Elorza, tienen una concepción militar y caudillista de la política.

Pedro Sánchez