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La infanta evasiva sigue en el banquillo
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Antonio Casado

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La infanta evasiva sigue en el banquillo

Ha prevalecido el sentido común y el imperio de la ley. En la opinión pública se ha desvanecido la negra sombra del trato privilegiado a la hermana del Rey. Y esa es una buena noticia para todos

Foto: La infanta Cristina en una imagen del juicio del 11 de enero (Gtres)
La infanta Cristina en una imagen del juicio del 11 de enero (Gtres)

El Estado de Derecho se ha valido de un dogma civil (igualdad ante la ley) para recordarnos que la hermana del Rey es una española más. Así es y así nos parece, como Pirandello nos enseña.

Lo contrario -aplicación de la llamada doctrina Botín- también hubiera tenido fuerza de ley, interpretada de otro modo. Pero habría parecido trato de favor por ser quien es la acusada, porque la Justicia, como la mujer del César, no solo debe ser imparcial. De ahí la venda alegórica. Además tiene que parecerlo. Misión cumplida en las 85 páginas que la Audiencia Provincial de Baleares ha necesitado para demostrar que el comportamiento presuntamente delictivo de la infanta doña Cristina (colaboración necesaria en dos delitos fiscales) produjo un daño cierto sobre bienes de titularidad pública.

Por tanto, a la hermana de Rey no se le puede aplicar la citada doctrina Botín. El banquero, ya fallecido, se libró porque, sin personación de los perjudicados, la acusación popular era insuficiente. No es el caso de la infanta. Aquí sí está habilitada la acusación popular (Manos Limpias), porque actúa en nombre de los perjudicados, que somos todos los españoles.

En la práctica, doña Cristina de Borbón debe sentarse de nuevo en el banquillo el próximo 9 de febrero y permanecer en la sala a lo largo de todas las sesiones

La argumentación es sólida y queda clara en el auto: “Los delitos contra la Hacienda dañan un bien colectivo: los recursos públicos”. Varapalo en toda regla a la argumentación utilizada en el proceso por la Abogacía del Estado, que insultó la inteligencia de los ciudadanos (mejor, los contribuyentes), al explayarse en sus alegaciones sobre el carácter meramente publicitario del slogan “Hacienda somos todos”.

En la práctica, el auto de la Audiencia de Baleares dispone que la infanta, doña Cristina de Borbón, debe sentarse de nuevo en el banquillo el próximo 9 de febrero, fecha señalada para reanudar la vista seguida por el caso Noos (pieza separada número 26 del caso Palma Arena), y permanecer en la sala a lo largo de todas las sesiones, aunque su declaración esta prevista para el final.

Así que no será la única en sufrir esa “pena de banquillo” que, según su abogado, Miguel Roca, se aplicará indebidamente a su defendida. La sufrirán los diecisiete procesados. Y ella será la última en comparecer ante el tribunal. Entonces la infanta evasiva (“no sé”, “lo desconozco”, “no me consta”, “no me acuerdo”….), proscrita en la agenda de la Casa Real y en el callejero de Palma, tendrá ocasión de defender su pregonada inocencia, en nombre de la ejemplaridad y la transparencia prometidas un día por su padre, el entonces Rey Juan Carlos.

Ella tiene el privilegio y la servidumbre de no ser una ciudadana cualquiera. Nobleza obliga

Hubiera sido injusto que el atajo propuesto por la Fiscalía y la Abogacía del Estado le hubiera privado de esa oportunidad y ese derecho a defenderse en igualdad de condiciones que cualquier ciudadano en esa situación. Porque ese es el nudo de la cuestión, pues ella tiene el privilegio y la servidumbre de no ser una ciudadana cualquiera. Nobleza obliga.

Afortunadamente, ha prevalecido el sentido común y el imperio de la ley. Por añadidura, en la opinión pública se ha desvanecido la negra sombra del trato privilegiado a la hermana del Rey. Y esa es una buena noticia para todos los españoles. También para la Corona y, en particular, para Felipe VI, ya bastante atribulado por el fantasma de la ingobernabilidad de la Nación. No la hacía ninguna falta el nuevo dolor de cabeza que le hubiera causado la percepción pública de un trato deferente de la Justicia a su hermana pequeña, la persona que ocupa la sexta posición en el orden sucesorio.

El Estado de Derecho se ha valido de un dogma civil (igualdad ante la ley) para recordarnos que la hermana del Rey es una española más. Así es y así nos parece, como Pirandello nos enseña.

Infanta Cristina Manos Limpias Caso Nóos