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Rajoy lanza al estrellato a Pedro Sánchez
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Antonio Casado

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Rajoy lanza al estrellato a Pedro Sánchez

El jefe de filas del PP lanza al estrellato a Sánchez a cambio de ver cómo suda tinta en defensa de una alianza "contradictoria, heterogénea y experimental", llamada a fracasar ya en la sesión de investidura

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Se ha invertido la carga de la prueba. Antes le convenía a Sánchez que en el hemiciclo se escenificase la soledad política del PP. Por eso decía que la pelota estaba en el tejado de Moncloa y por eso declinó Rajoy. Ahora le conviene a Rajoy que se escenifique la incapacidad de Sánchez para forjar una base suficiente de apoyo a un Gobierno estable. El jefe de filas del PP lanza al estrellato a Sánchez a cambio de ver cómo suda tinta en defensa de una alianza “contradictoria, heterogénea y experimental”, llamada a fracasar ya en la sesión de investidura.

Pero si no fracasa, si al líder socialista le acaban saliendo los números, Mariano Rajoy habrá llegado al final de su carrera política, al perder las dos únicas opciones que le quedan de reengancharse en Moncloa. Una, como candidato alternativo en una nueva sesión de investidura. Y otra, por defecto de la anterior, repetir candidatura en una eventual repetición de las elecciones generales. Las dos son muy improbables en la dinámica abierta tras el desbloqueo institucional activado el martes por el líder del PSOE, al aceptar el encargo del Rey.

Son los vectores de aproximación al debate político y mediático del mes largo que nos espera hasta la sesión de investidura. Sigue cargado de dudas sobre el precio de eventuales pactos con Podemos e independentistas. Sánchez ha estado y está sometido a un marcaje preventivo respecto a sus verdaderas intenciones sobre unos pactos inexistentes. El propio Pablo M. Iglesias se quejaba hace unos días de que Sánchez no responde a sus propuestas de Gobierno conjunto. La trifulca es preventiva. Cierto. Sin embargo, ha llegado a incendiar el comité federal del PSOE, y las llamas no eran precisamente virtuales.

Sánchez no será presidente “a cualquier precio”, se declara incompatible con los separatistas y subordina los posibles pactos a los programas y no a los cargos

En ese sentido, ha tranquilizado mucho el discurso desplegado por Pedro Sánchez -el público y el reservado con los barones-, después de asumir el encargo del Rey. Con más contundencia que otras veces, empeña su palabra de que no será presidente “a cualquier precio”, se declara incompatible con los separatistas y subordina los posibles pactos a los programas y no a los cargos. De cara a su propio partido, renueva su voluntad de atenerse a la resolución del comité federal del 28 de diciembre, que fijó los límites de su política de pactos. “Por convicción propia”, dice, y sin perjuicio de consultar a los militantes.

Vale la pena recordar esos límites, por la importancia recobrada tras el paso adelante de Sánchez. Le obligan a que los tratos sean públicos, transparentes y ceñidos a la letra y al espíritu de dicha resolución, “anteponiendo siempre el interés de España“ por encima de “intereses partidarios y personales”, rechazando “la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento”, así como “cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional”, de modo que “la renuncia a esos planteamientos es condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de las formaciones".

Dentro de esas coordenadas, el objetivo es formar un Gobierno estable “progresista” y “reformista” con apoyo exterior de los que van a ser sus interlocutores preferentes. Por la izquierda, Podemos (afinidades ideológicas) y por la derecha, Ciudadanos (común afán regenerador). A efectos de forjar una mayoría de apoyo al futuro Gobierno, el PSOE se declara inicialmente incompatible con el PP y con los grupos independentistas.

Los dos partidos emergentes prestarían su apoyo parlamentario a un Gobierno socialista en base a un programa político pactado con ambos. Para empezar a hablar, el equipo negociador del PSOE, nombrado ayer, pondrá sobre la mesa los ocho puntos expuestos por Sánchez ante el comité federal del pasado 28 de diciembre en economía, educación, regeneración democrática, Estado del bienestar, violencia de género, pensiones “dignas”, Unión Europea y reforma de la Constitución.

Esto no ha hecho más que empezar.

Se ha invertido la carga de la prueba. Antes le convenía a Sánchez que en el hemiciclo se escenificase la soledad política del PP. Por eso decía que la pelota estaba en el tejado de Moncloa y por eso declinó Rajoy. Ahora le conviene a Rajoy que se escenifique la incapacidad de Sánchez para forjar una base suficiente de apoyo a un Gobierno estable. El jefe de filas del PP lanza al estrellato a Sánchez a cambio de ver cómo suda tinta en defensa de una alianza “contradictoria, heterogénea y experimental”, llamada a fracasar ya en la sesión de investidura.

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