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Antonio Casado

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Con Podemos va a ser que no

Es la política la que al final terminará imponiéndose a las posiciones hoy irreconciliables de PP y PSOE frente a una indeseable repetición de las elecciones

Foto: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados este viernes. (EFE)
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados este viernes. (EFE)

El líder del PSOE, Pedro Sánchez desmiente a quienes dentro y fuera de su partido le acusan de buscar en el populismo y el separatismo las muletas para ser presidente a cualquier precio. Además de nombrar un equipo negociador incompatible con el chavismo-leninismo de Pablo Manuel Iglesias y los delirios de Puigdemont, Junqueras y compañía, el viernes confirmó sus planes de abrir el baile emparejado con Ciudadanos. Dos partidos de orden prestos a conjugar progreso y reforma en una mayoría que está por hacer. Iglesias se descarta por entender que “negociar con Ciudadanos es negociar en diferido con el PP”. Sánchez le invita a reflexionar sin responder al ultimátum para que elija ya mismo entre un Gobierno de “progreso y cambio” con Podemos e IU o un Gobierno del “búnker” con PP y Ciudadanos.

Así lo expuso Iglesias (“Sólo hay esas dos opciones”) en su cita del viernes con Pedro Sánchez. Y el líder socialista, sin cerrar la puerta a nuevos intentos de forjar un trato a izquierda y derecha que desaloje al PP del poder, rechazó de entrada la posibilidad de entenderse si aquel sigue en esa postura “exclusiva y excluyente”. Algo que no ha ocurrido respecto a Ciudadanos, aunque Albert Rivera también se declara incompatible con Iglesias, “salvo que Podemos deje de ser Podemos”, dice el dirigente de Ciudadanos, José Manuel Villegas.

Se equivoca Pablo M. Iglesias cuando cree percibir la preferencia de Sánchez por el Gobierno de izquierdas, con un proporcional reparto de carteras (¿se imaginan un Consejo de Ministros votando cada dos por tres?). Si alguna vez eso pasó por su cabeza, la arrogancia del caudillo mochilero se lo hizo olvidar. Con ruidosas dosis de recuerdo en voz de los principales barones y dirigentes históricos del PSOE, al detectar que Iglesias hurgaba en las heridas de un partido histórico, poniendo públicamente en duda la autoridad de Sánchez o trazando un muro imaginario entre las elites del partido y la militancia. A este respecto, las declaraciones del ex presidente del Gobierno, Felipe González, tuvieron un enorme impacto interior y frenaron la inclinación inicial de Sánchez a buscar afinidades en el partido morado. “Los dirigentes de Podemos no quieren reformar sino liquidar el marco democrático de convivencia y, de paso, a los socialistas”, declaró el histórico dirigente socialista.

A pesar de lo expuesto con anterioridad, la aceptación del encargo del Rey por parte de Pedro Sánchez ha desencadenado una dura ofensiva del PP, acusando al PSOE de apuntarse a un pacto de perdedores con socios poco recomendables, mientras descalifica a Podemos como “partido “bisagrista”. Algo más que la sobredosis de fervorín administrada por Rajoy a su gente, un tanto alicaída y poco convencida de que renunciar a la investidura parlamentaria haya sido bueno para el partido y para España. Además, como en un inesperado ataque de pánico, por si se escenifica demasiado la soledad política del PP o por si a Sánchez le acabaran saliendo las cuentas, el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, se despachaba el otro día en los medios poniendo de vuelta y media al líder socialista, por “arrogante” y al presidente del Congreso, Patxi López, por “mentiroso”.

En vísperas de un muy posible encuentro Sánchez-Rajoy, la semana que viene, no se entiende la intransigencia del yo o nadie mostrada en estas últimas horas por el presidente en funciones, equivalente al o yo o repetición de elecciones. Suena a chantaje. Viene a ser otro modo de bloquear la situación. La bloqueó antes con su negativa a aceptar el encargo de Felipe VI y la bloquea ahora al proclamar 'urbi et orbi' que su partido vetará a cualquier aspirante a la presidencia del Gobierno que no sea del PP. Algo difícil de digerir tras haber perpetrado la espantada institucional como cabeza de la lista más votada.

Se equivoca Pablo M. Iglesias cuando cree percibir la preferencia de Sánchez por el Gobierno de izquierdas, con un proporcional reparto de carteras

Entonces renunció a hacer lo posible para repetir en Moncloa. Y no es lógico que las razones esgrimidas para descartarse (falta de apoyo) se conviertan de la noche a la mañana en miles de razones para ofrecerse como única alternativa de gobernabilidad, si fue él quien lanzó a Sánchez al estrellato, desbloqueando así una insólita situación creada por quien tenía el derecho y el deber de haber afrontado esa responsabilidad, aun a riesgo de morir en el intento frente a una aritmética adversa.

Exactamente el mismo riesgo que corre ahora al líder del PSOE. O mayor, si solo miramos los números. Pero no solamente cuenta la aritmética en el reto de la gobernabilidad. Cuenta, sobre todo, la política. Y es precisamente la política, ejercida a la luz de los intereses generales amenazados por el desafío separatista, los problemas económicos y la situación internacional, la que al final terminará imponiéndose a las posiciones hoy irreconciliables de PP y PSOE frente a una indeseable repetición de las elecciones. Insisto: la dinámica que se abrió paso en la constitución de las Cortes Generales también se abrirá paso en la constitución del Gobierno, incluido el traslado de Podemos al gallinero de la política. Tiempo al tiempo.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez desmiente a quienes dentro y fuera de su partido le acusan de buscar en el populismo y el separatismo las muletas para ser presidente a cualquier precio. Además de nombrar un equipo negociador incompatible con el chavismo-leninismo de Pablo Manuel Iglesias y los delirios de Puigdemont, Junqueras y compañía, el viernes confirmó sus planes de abrir el baile emparejado con Ciudadanos. Dos partidos de orden prestos a conjugar progreso y reforma en una mayoría que está por hacer. Iglesias se descarta por entender que “negociar con Ciudadanos es negociar en diferido con el PP”. Sánchez le invita a reflexionar sin responder al ultimátum para que elija ya mismo entre un Gobierno de “progreso y cambio” con Podemos e IU o un Gobierno del “búnker” con PP y Ciudadanos.

Pedro Sánchez Ciudadanos Mariano Rajoy