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Antonio Casado

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Podemos nos vacuna contra Podemos

Basta echar un vistazo al catecismo del partido para vacunarse contra los peligros del sectarismo, la demagogia, el autoritarismo, la reinvención de la historia y la banalización de la política

Foto: El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias (i). (EFE)
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias (i). (EFE)

No hacía falta que el portavoz socialista en el Senado, Óscar López, verbalizase ayer en los pasillos del Congreso que Pablo M. Iglesias está planeando una “involución de la democracia”. Basta echar un vistazo a la mochila del fundador y al catecismo del partido ('Un país para la gente: bases políticas para un Gobierno estable y con garantías') para vacunarse contra los peligros del sectarismo, la demagogia, el autoritarismo, la reinvención de la historia y la banalización de la política.

Cualquier territorio español puede convertirse en una nación si lo reclama “con especial intensidad”. En el nombramiento de los puestos clave de la Justicia, se tendrá en cuenta su “compromiso con el programa del Gobierno”. El Consejo de Ministros dejará de ser órgano colegiado y responderá a criterios de proporcionalidad electoral. El vicepresidente Iglesias se reserva el control de los servicios secretos, el BOE, RTVE, el CIS, los jueces, los fiscales, la policía.Y así sucesivamente.

Si esa obsesión por controlarlo todo se acabase materializando como resultado de una entrada de Podemos en el Gobierno de la nación, estaríamos ante “un retroceso sin precedentes en la democracia española”. Son palabras de Óscar López, el dirigente comisionado por Ferraz para excusar una respuesta semejante en boca del líder del PSOE.

Hubiera sido incompatible de asumir las exigencias de Iglesias y sus franquicias respecto a la cuestión territorial. Serán las que hagan imposible el pacto

El candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, se reserva para decírselo de primera mano a los líderes socialistas europeos, con los que hoy se reúne en Bruselas. En sus citas personales con el comisario de Economía, Pierre Moscovici, y el presidente del Parlamento Europeo, George Shultz, les anticipará que los socialistas españoles no se han vuelto locos y, por tanto, las posibilidades de gobernar en coalición con Podemos ya son prácticamente nulas.

Pagado de sí mismo por haberle hecho un favor “al Rey, a la democracia y a nosotros mismos” -se refiere a la aceptación del mandato para formar Gobierno-, Sánchez no está por la labor de emborronar su incipiente hoja de servicios como hombre de Estado. Lo primero es superar con nota el máster en liderazgo, impuesto por los partidos extremos y su respectivo poder de bloqueo: PP por la derecha y Podemos por la izquierda. Pase lo que pase en la votación de la investidura. De modo que, aunque los números no le sean propicios, se cargue de legitimidad y refuerce su figura política.

Eso hubiera sido incompatible de haber asumido las exigencias de Iglesias y sus franquicias respecto a la cuestión territorial. Serán las que finalmente hagan imposible el pacto con el PSOE. Por convicción propia, según ha declarado Sánchez, y por ser doctrina oficial del partido el tajante rechazo a “la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento”.

Así se lo trasladó el líder socialista anteayer a los portavoces de los grupos separatistas catalanes, Francesc Homs y Joan Tardà, ante los que se mostró contrario a la celebración de un referéndum en Cataluña. Es también la exigencia de Podemos, en nombre del 'derecho a decidir', que en realidad es el derecho a reventar el dogma legal y emocional de la soberanía única.

El desencuentro socialista con Podemos y los dos partidos unidos por un plan de desconexión con España viene a ser el enésimo desmentido al malicioso discurso del PP, que pregona sin fundamento la complicidad de Pedro Sánchez con populistas y separatistas para convertirse en presidente “a cualquier precio”.

No hacía falta que el portavoz socialista en el Senado, Óscar López, verbalizase ayer en los pasillos del Congreso que Pablo M. Iglesias está planeando una “involución de la democracia”. Basta echar un vistazo a la mochila del fundador y al catecismo del partido ('Un país para la gente: bases políticas para un Gobierno estable y con garantías') para vacunarse contra los peligros del sectarismo, la demagogia, el autoritarismo, la reinvención de la historia y la banalización de la política.

Óscar López