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El partido ya no se juega en Zarzuela
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Antonio Casado

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El partido ya no se juega en Zarzuela

Los ruidos de una campaña electoral interminable han desbordado los rituales encuentros del Rey con los dirigentes políticos

Foto: El Rey abre la tercera ronda de consultas para formar Gobierno. (EFE)
El Rey abre la tercera ronda de consultas para formar Gobierno. (EFE)

Los cuatro principales actores de la comedia pasan hoy por el Palacio de la Zarzuela en tercera y última ronda. Ir por ir. Puro trámite. Un poco más de teatro del absurdo con la sala vacía. El público empezó a abandonarla hace tiempo, al descubrir que dos de tres usaban su poder de bloqueo. PSOE al PP, Podemos a Ciudadanos. Y tres de cuatro, por distintas razones, entendieron que repetir las elecciones era un mal menor. Por supuesto, en flagrante desprecio a los intereses generales. Ciudadanos, el cuarto, único que no era política ni matemáticamente decisivo, fue un simple actor de reparto. No funcionó el bisagrismo.

Pero el partido ya no se juega en La Zarzuela. Los ruidos de una campaña electoral interminable han desbordado los rituales encuentros del Rey con los dirigentes políticos. Una ocasión más de escenificar la lucha por el territorio en sus respectivos ámbitos. Guerra civil entre PP y Ciudadanos por la derecha. Más dramática por la izquierda entre PSOE y Podemos.

Quienes siempre creímos que desbancar al PP no justificaba una alianza tan tóxica, hemos contado con la propia complicidad de Podemos. O, por mejor decir, de Pablo Manuel Iglesias, a partir del famoso viernes 22 de enero, cuando por su real gana le ofreció la Presidencia a Pedro Sánchez y se autonombró vicepresidente. Ahí se vio su juego: hacer imposible un hipotético pacto con los socialistas, fiel a su estrategia de dividirlos primero y confiscarlos después. También Sánchez lo vio. Desde entonces actuó como quien también había perdido toda esperanza de entenderse con Podemos, ya en sintonía con el comité federal del PSOE.

Quienes siempre creímos que desbancar al PP no justificaba una alianza tan tóxica, hemos contado con la complicidad de Podemos. O, mejor dicho, de Iglesias

Su ensueño portugués se desvaneció en los hechos posteriores. A saber: la propia resolución del CF (no a pactos con fuerzas que “buscan el enfrentamiento” o “la ruptura de nuestro orden constitucional”), el nombramiento de un equipo negociador incompatible con Podemos y la firma del pacto con Ciudadanos. O sea, que Sánchez también puso fácil a Iglesias la ocasión de declararse incompatible con el socio de Sánchez y coartada centrista del PSOE. Y así fue como Iglesias tuvo la oportunidad de bloquear la salida por la izquierda y Sánchez la de bloquear la salida por la derecha.

Pero volvamos al presente. Mientras los socialistas culpaban este fin de semana a Podemos de favorecer la continuidad de Rajoy en La Moncloa, Pablo Manuel Iglesias se dejaba querer por sus fans al ritmo del 'Purple Rain' (Prince, RIP) y, a riesgo de cargarse la doctrina de Errejón sobre la transversalidad, tocaba las trompetas anunciadoras de su alianza con IU como el puntazo llamado a “revolucionar la campaña electoral” e incluso “la historia de nuestro país”. Menos lobos.

De eso a revolucionar la historia de España con un Gobierno socio-populista presidido por Iglesias va un trecho largo

Es la negra sombra del 'sorpasso' que se cierne sobre el PSOE. Aunque eso no llegue a ocurrir -Sánchez no está dispuesto a dar facilidades-, a Podemos siempre le serviría para compensar su cantada pérdida de escaños. De eso a revolucionar la historia de España con un Gobierno socio-populista presidido por Iglesias va un trecho largo. Llegado el caso, en Ferraz podrían pagarle con la misma moneda que pagó él cuando Sánchez le emplazó a elegir entre un Gobierno de cambio o la continuidad de Mariano Rajoy en Moncloa.

Es hablar por hablar, si nos atenemos a las declaraciones del ciudadano Alberto Garzón (IU), ayer tarde, después de ver al Rey. Dice que la inicial buena voluntad de ambas partes necesita concretarse en acuerdos aún inexplorados. Lógico. ¿Cómo se registrarían ante la Junta Electoral? ¿Marca única o sopa de letras con Podemos, IU, Compromís, En Marea, En Común y demás compañeros de viaje? ¿Programa conjunto o cada cual con el suyo? ¿A escala nacional o acuerdos territoriales, según la comunidad o la circunscripción? Y, en fin, el reparto de puestos en las listas, la naturaleza del acuerdo, ¿coalición electoral, pacto, alianza, confluencia?, cómo preservar -o no- la identidad de ambas fuerzas, el reparto de las subvenciones por voto y escaño, la posterior constitución de uno o varios grupos parlametarios, etc, etc., etc.

Nos vamos a divertir.

Los cuatro principales actores de la comedia pasan hoy por el Palacio de la Zarzuela en tercera y última ronda. Ir por ir. Puro trámite. Un poco más de teatro del absurdo con la sala vacía. El público empezó a abandonarla hace tiempo, al descubrir que dos de tres usaban su poder de bloqueo. PSOE al PP, Podemos a Ciudadanos. Y tres de cuatro, por distintas razones, entendieron que repetir las elecciones era un mal menor. Por supuesto, en flagrante desprecio a los intereses generales. Ciudadanos, el cuarto, único que no era política ni matemáticamente decisivo, fue un simple actor de reparto. No funcionó el bisagrismo.

Izquierda Unida Ciudadanos