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Antonio Casado

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La lucha por La Moncloa no es cosa de dos

La teórica víctima del juego competitivo entre las fuerzas situadas en los dos extremos del arco político sería el PSOE. Tiene tres formas de evitar el riesgo de la irrelevancia

Foto: La coalición nueva-vieja izquierda. (EFE)
La coalición nueva-vieja izquierda. (EFE)

Los canutazos, las tertulias y las encuestas que responden a la línea editorial del medio que las encarga son a la política lo que el cine porno a la educación sexual. Aviados estamos si tuviéramos que pronosticar el desenlace electoral en base a climas de opinión creados sobre semejante banda sonora. Más artificiales que la leche en polvo.

Por ejemplo, el que pretende colocar en el mercado la especie de que la coalición nueva-vieja izquierda (esas lágrimas televisadas de Iglesias en su abrazo con Julio Anguita) supera en votos al PSOE en su primera semana de vida.

El chispazo informativo ilustraba ayer la portada de 'La Razón', al día siguiente de haber puesto sus páginas a disposición del líder de Podemos en modo entrevista publicitada por el propio Iglesias en las redes sociales. Huelga recordar la afinidad editorial al PP de dicho periódico. Por lo tanto, aparte de acreditar la irresistible escalada de la alianza de “comunistas y populistas” -así la llama-, da por sentado el triunfo de Mariano Rajoy.

En la “coalición asimétrica”, tal y como la ha calificado el exlíder de IU Gaspar Llamazares, están muy frescos los desprecios de Iglesias

Es su forma de marcar el campo solo para dos. Los demás quedan fuera del partido. Y esa es la sombra negra que envuelve al PSOE en la precampaña y en la que debe bracear Pedro Sánchez, so pena de quedarse entre los dos fuegos que atizan los estados mayores del PP y de Unidos Podemos.

Pero tampoco van sobradas de luces las dos fuerzas que aspiran a disputarse La Moncloa.

En la “coalición asimétrica”, tal y como la ha calificado el exlíder de IU Gaspar Llamazares, están muy frescos los desprecios de Iglesias (“que se queden con su bandera roja y nos dejen en paz”) a sus nuevos socios.

Ya veremos cómo reaccionará el votante clásico de IU ante un partido al que Alberto Garzón no hace mucho acusaba de no ser democrático y querer liquidar al Partido Comunista e IU mediante una osada campaña de reclutamiento de cuadros. También solía quejarse del descaro con el que Podemos se había apropiado de las ideas económicas por él expuestas, junto a Torres y Navarro, en el libro 'Hay alternativa'.

El partido de Iglesias incluso le debe el 'copyrigth' de su nombre: salió de un artículo de Garzón dirigido a la militancia de IU en 2012. Terminaba así: “Si queremos, podemos”.

A Pedro Sánchez le conviene mantener vivo el espíritu del 'Acuerdo para un Gobierno de progreso', en razón de un mantra: las elecciones se ganan en el centro

Tampoco está libre de grietas el otro protagonista de la batalla que supuestamente solo librarán PP y Unidos Podemos. Corrupción e inmovilismo lastran la imagen del partido de Rajoy, mientras la derecha ilustrada y una parte del Ibex siguen defendiendo entre dientes el derrocamiento del 'marianismo'. Además, es lugar común que, de ser necesario contar con Albert Rivera para formar una mayoría de gobierno después del 26-J, el PP se toparía con la aversión de Ciudadanos a la figura de Rajoy.

La teórica víctima del juego competitivo entre las fuerzas situadas en los dos extremos del arco político sería el PSOE. Tiene tres formas de evitar el riesgo de la irrelevancia, en función de la matemática de las urnas. Una: sumarse al amontonamiento de las izquierdas acaudilladas por Pablo Manuel Iglesias; sería un suicidio, pase lo que pase en el recuento del 26-J. Dos: buscar la complicidad con el PP para acometer reformas constitucionales en una España que necesita reinventarse sin saltos en el vacío. Y tres: reactivar el pacto progresista de las 200 coincidencias con el partido de Rivera.

La tercera es la más verosímil, aunque a los socialistas les venga mal pregonarlo. Tiene razón Susana Díaz: “Si hablamos de pactos, estamos dando a entender que no esperamos ganar”. Pero a Pedro Sánchez le conviene mantener vivo el espíritu y la letra del llamado 'Acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso', en razón de un mantra de nuestra reciente historia: las elecciones se ganan en el centro.

Los canutazos, las tertulias y las encuestas que responden a la línea editorial del medio que las encarga son a la política lo que el cine porno a la educación sexual. Aviados estamos si tuviéramos que pronosticar el desenlace electoral en base a climas de opinión creados sobre semejante banda sonora. Más artificiales que la leche en polvo.

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