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Antonio Casado

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El bloqueo vuelve a estar servido

Continúan las condiciones de un bloqueo similar al ocurrido tras las elecciones de diciembre. Salvo que Rajoy diese un paso atrás y se fuera a su casa “por el bien de España”

Foto: Debate de los cuatro candidatos a la presidencia del Gobierno en televisión. (EFE)
Debate de los cuatro candidatos a la presidencia del Gobierno en televisión. (EFE)

Por supuesto que hay efecto Brexit sobre el tramo final de la campaña. Pero no tanto como para derogar dos certezas basadas en la generalidad de los sondeos: una, el PP gana las elecciones del domingo. Dos, ninguno de los dos bloques (PP-Ciudadanos por la derecha y PSOE-UP por la izquierda) gana por mayoría absoluta.

Lo demás son incógnitas. Caldo de cerebro. Mero pasto para satisfacer la voracidad de los quinielistas. Empezando por la política de pactos, solo anticipada por quienes no tienen más que una opción al ubicarse en los extremos del arco. Y terminando por el manido 'sorpasso' de Podemos-Etcétera-IU al PSOE, que se presentó como el gran suceso de estas elecciones. Sin embargo, las entrañas de la oca andorrana cantan un empate a diputados (las dos fuerzas, en la horquilla 83-87) y los analistas coinciden en que el Brexit mejora la posición del PSOE frente a un Unidos Podemos percibido como poco europeísta.

Conjuguemos ahora esas certezas con los posicionamientos de los principales líderes del arco político:

Uno, el candidato del PP, Mariano Rajoy, no se presentará a la investidura si carece de apoyos, como ya hizo en la legislatura fallida. Dos, el candidato de Podemos-Etcétera-IU, Pablo Manuel Iglesias, anuncia que él tampoco lo intentará si no tiene los votos precisos para ganarse la confianza de la Cámara. Tres, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, jura ante los dioses que no pactará de ninguna manera con un PP pilotado por Rajoy. Y cuatro, el líder socialista, Pedro Sánchez, se ratifica en el “no es no” al PP y dice que nunca con los de Iglesias si insisten en embestir contra la soberanía nacional y la viabilidad económica.

Entonces se darán ustedes cuenta de que están servidas las condiciones de un bloqueo similar al de los primeros meses del año, tras las elecciones de diciembre. Oigo a Narciso Michavilla: “Me parece que vamos a los penaltis”.

Salvo que Rajoy diese un paso atrás y se fuera a su casa “por el bien de España”. Que Sánchez venciera a las encuestas en el recuento de mañana, gracias en parte al efecto Brexit, para negociar con ventaja el apoyo de los podemistas. O que una de las tres primeras fuerzas (PP, PSOE y UP) usara el comodín de la abstención para desbloquear la situación en nombre de los intereses generales, permitir el gobierno del otro y ahuyentar la sombra negra de una nueva repetición electoral.

El reto de la gobernabilidad va a estar marcado por dos vectores: el aislamiento político del PP y el miedo a que el populismo acabe controlando el poder

Pero todas estas salvedades ya pertenecen al terreno de las incógnitas que nos saldrán al paso mañana por la noche. Junto a las certezas y los posicionamientos antedichos, esas salvedades y esas incógnitas vienen removidas por los dos vectores que, a mi juicio, como ya tengo escrito en este humilde rincón de El Confidencial, van a marcar el reto de la gobernabilidad:

Uno es el aislamiento político del PP, fortalecido en el tramo final de la campaña por el escándalo del micrófono chivato en el despacho del ministro Fernández Díaz. Y otro es el miedo, muy agitado en el tramo final de la campaña, a que el chavismo-leninismo-peronismo-populismo de inesperadas escalas técnicas en el europeísmo y la socialdemocracia, acabe controlando los resortes del poder.

Hay vida política en el espacio atenazado por los extremos. El punto medio siempre fue territorio de virtud. Una reedición del pacto PSOE-C's, que en esta ocasión podría contar con el PNV sumando más que cualquiera de los otros dos partidos en liza, estaría desafectado de los dos lastres (aislamiento del PP, miedo a Podemos) para rescatar a España de la inestabilidad.

Hecho el recuento en plena digestión del portazo británico a la Unión Europea, hemos de poner los números al servicio de la estabilidad, divino tesoro. Véase cómo los dos partidos afectados, situados en los extremos del espectro político, han redoblado los mensajes destinados a sus partidos afines. Por la derecha, el PP apelando al votante de Ciudadanos en nombre de la moderación y la “utilidad” técnica del voto. Por la izquierda, los de un Iglesias inesperadamente manso se dirigen a los socialistas haciéndoles creer que ahora son sus mejores amigos y están llamados a hacer grandes cosas en nombre de los parias de la tierra.

Por supuesto que hay efecto Brexit sobre el tramo final de la campaña. Pero no tanto como para derogar dos certezas basadas en la generalidad de los sondeos: una, el PP gana las elecciones del domingo. Dos, ninguno de los dos bloques (PP-Ciudadanos por la derecha y PSOE-UP por la izquierda) gana por mayoría absoluta.

Brexit Ciudadanos