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La soledad del PP recrea el bloqueo
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Antonio Casado

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La soledad del PP recrea el bloqueo

Como consecuencia del aislamiento del PP nos enfrentamos de nuevo al nudo gordiano de la ingobernabilidad. Si nadie lo rompe, iríamos a unas terceras elecciones consecutivas

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

En vísperas del 26-J escribí en este mismo rincón sobre los dos grandes vectores que van a determinar la formación de Gobierno después de las elecciones: el aislamiento político del PP y el miedo a Podemos.

El segundo vector determinó incluso el resultado menguante del partido de Iglesias, al que se descarta en todas las quinielas de la gobernabilidad. Por eso, por miedo a verlo en la sala de máquinas del Estado. Pero el primero -falta de socios dispuestos a gobernar con el PP o favorecer que lo haga solo- reproduce las condiciones del bloqueo sufrido en la legislatura tonta del 20-D.

Como consecuencia del aislamiento del PP nos enfrentamos de nuevo al nudo gordiano de la ingobernabilidad. Si nadie lo rompe, iríamos a unas terceras elecciones consecutivas. Hipótesis odiosa que no contempla el PSOE. Sánchez la ha rechazado en todos los idiomas, aunque con la infundada pretensión de que, para evitarlo, Rajoy deje de aporrear las puertas de Ferraz y se entienda con partidos ideológicamente afines: Ciudadanos, PNV y CDC, de base centroderechista.

Es matemáticamente viable pero políticamente imposible. Antes o después, el “no es no”, “ni por activa ni por pasiva”, se acabará viendo como un elemento de bloqueo. De persistir, aún por causas ajenas a la voluntad del PSOE (soledad política del PP, insisto), significaría volver a las urnas. El dilema estaría servido: repetir elecciones o renunciar al obstruccionismo.

El partido de la gobernabilidad se jugará en esas coordenadas, una vez consumado el confuso debate interno que ni mucho menos va a cerrarse en el comité federal del sábado. La posición seguirá siendo la misma: le toca a Rajoy llevar la iniciativa y buscarse la vida entre partidos afines. No tienen prisa los socialistas. Serán meros espectadores de los intentos del PP. Así pueden capitalizar la soledad política del adversario y el desbloqueo de la situación, cuando toque, en nombre de los intereses generales.

La fórmula no será 'alineamiento', denostado en las filas del PSOE, sino 'neutralidad pactada' que ponga fin al vacío de poder

Cuando toque, repito. Y nunca en modo “Gobierno de coalición”, como quiere Rajoy. La fórmula no será 'alineamiento', denostado en las filas del PSOE, sino 'neutralidad pactada' que ponga fin al vacío de poder y, por supuesto, con paso a la leal oposición. Eso tardaremos en verlo. Solo cuando ya no sea el PP, sino el Estado, el que llama a las puertas de Ferraz. Entonces tendrá respuesta bien elaborada la pregunta que ayer se hacía cierto dirigente regional: ¿por qué hemos de ser nosotros los que resolvamos el problema del aislamiento del PP?

Pues precisamente por eso, por responsabilidad de Estado, porque la estabilidad, divino tesoro, es uno de los valores rescatados en las urnas del 26-J. porque los socialistas que de ninguna manera pueden hacerse cómplices de un nuevo bloqueo institucional y porque es doctrina del comité federal que “en las decisiones del PSOE primará siempre el interés de la sociedad española, por encima de intereses partidarios y personales”.

A nadie se le ocurre esperar de grupos populistas y separatistas decisiones generosamente orientadas a impedir otra repetición de elecciones. Solo al PSOE le dan los números y el compromiso institucional que le empujarían a abandonar el obstruccionismo y permitir la formación de un Gobierno del PP. Solo o en coalición con fuerzas afines del centro derecha. Nunca en coalición con el partido de Pedro Sánchez.

En vísperas del 26-J escribí en este mismo rincón sobre los dos grandes vectores que van a determinar la formación de Gobierno después de las elecciones: el aislamiento político del PP y el miedo a Podemos.

PNV