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El nacionalismo, nuevo factor del desbloqueo
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Antonio Casado

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El nacionalismo, nuevo factor del desbloqueo

Habrá Gobierno con la sola abstención del PNV y CDC, que les permite justificar su política de no injerencia en los asuntos 'españoles' y sacar algún provecho por facilitar la investidura

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)

Quienes hemos puesto por encima de todo el objetivo de la gobernabilidad, divino tesoro, no podemos/no debemos reprochar ahora el acercamiento del PP a los nacionalistas de derecha. O al revés. Sobre todo quienes, además, hemos defendido las razones (al menos las técnicas, si no políticas) por las que Pedro Sánchez entendía y entiende que el candidato del PP debía buscarse la vida entre partidos afines.

Y tan afines son la CDC de Mas-Puigdemont como el PNV de Ortúzar-Urkullu (en ningún caso, ERC o Bildu), aunque también la afinidad tenga premio, una vez plasmada en votos en blanco para coronar a Ana Pastor, y no al socialista Patxi López, como tercera autoridad del Estado. O en su previsible abstención en la investidura de Rajoy.

En esas estábamos cuando los dirigentes de Ciudadanos (Rivera, Villegas y Girauta) decidieron añadir emoción al proceso abierto en búsqueda del norte político que la España política perdió hace casi un año. Ayer amenazaron con descolgarse de su pacto con el PP, visible en la constitución de la Mesa del Congreso y presentido en la futura sesión de investidura, si el PP pretende alinearse con partidos nacionalistas o soberanistas.

Quienes hemos puesto por encima de todo el objetivo de la gobernabilidad, no debemos reprochar ahora el acercamiento del PP a los nacionalistas de derecha

Rivera sabe que el PP no busca el alineamiento sino la neutralidad de los nacionalismos burgueses. O sea, una abstención del PNV y CDC, que serían decisivos para retener a Rajoy en La Moncloa si Ciudadanos acaba instalándose en el sí. Pero sigue librando su particular duelo de miradas con el PSOE, para ver “quién se moja menos y más tarde” (Rajoy 'dixit').

El precio de la neutralidad de los nacionalistas en la forja de un Gobierno 'español' no pasa por estimular su tentación separatista. A nadie se le ocurre pensar que Rajoy haga algo que les de alas. Pero hay campos de acuerdo que en absoluto requieren pactos similares a los que Aznar firmó en 1996 con el PNV de Arzalluz y la CiU de Pujol.

El propio comité federal del PSOE (28 de diciembre de 2015) marcó el separatismo como línea roja cuando Sánchez soñaba con formar un Gobierno progresista

Por no quedar como costaleros únicos de Rajoy, en Ciudadanos echan de menos a otra “fuerza constitucional”. O sea, al PSOE. Pero ni siquiera pueden despertar el celo socialista por el hecho de que el PP pusiera el grito en el cielo cuando Sánchez insinuó la intención de cortejar a los nacionalistas en la legislatura tonta. No solo el PP se rasgó las vestiduras. El propio comité federal del PSOE (28 de diciembre de 2015) marcó el separatismo como línea roja cuando Sánchez soñaba con formar un Gobierno progresista (Rajoy e Iglesias lo impidieron con su no en la investidura de marzo). Pero un PSOE de 90 escaños asociado a Podemos, como hubiera sido el caso, habría resultado mucho más vulnerable a las pretensiones del nacionalismo que un PP de 137 escaños asociado a Ciudadanos.

El acercamiento del PP a los nacionalismos burgueses, o de los nacionalismos burgueses al PP, se ha convertido en un razonable factor de desbloqueo. Está en la lógica aireada por los dirigentes socialistas: que el PP se entienda con fuerzas afines, entre las que no se encuentra el PSOE. En vísperas de la constitución de las Cámaras, su portavoz, Antonio Hernando, había considerado apremiante la necesidad de sacar a los nacionalistas del limbo. Dicho y hecho.

Si Rivera supera su recelo, podemos tener presidente de Gobierno el 5 de agosto, sin que Sánchez haya tenido necesidad de revisar su obstinado “no es no”

La recomendación ha sido seguida al pie de la letra por Mariano Rajoy, y esa es una razón por la que, lejos de argumentar contra el PP por acercarse a los nacionalistas, los socialistas deberían estar agradecidos. Nadie les culpará de obstruccionistas cuando los de Rivera transiten de la neutralidad al sí, como parece verosímil. Falta elegir el momento.

Respecto al desbloqueo de una situación que está haciendo mucho daño al interés general, la carga de la prueba ya no gravitará sobre el PSOE. Y habrá Gobierno con la sola abstención del PNV y CDC, que les permite justificar su política de no injerencia en los asuntos 'españoles' y, al tiempo, sacar algún provecho por facilitar la investidura de Mariano Rajoy.

Echen cuentas: 170 síes (PP, Cs y CC), 167 noes (PSOE, UP, ERC y Bildu) y 13 abstenciones (CDC y PNV). Ahí está la más verosímil forma de investidura de Rajoy en segunda votación (por mayoría simple). Si Rivera supera sus recelos con “los enemigos de la unidad de España” (se limitarían a abstenerse, no a pactos vergonzantes para el PP), podemos tener presidente de Gobierno el 5 de agosto, sin que Pedro Sánchez haya tenido necesidad de ser “parte de la solución” ni de revisar su obstinado “no es no”. Las cosas han discurrido según sus planes. Con Rajoy asociado a partidos ideológicamente afines, el PSOE ya puede reconocerse a sí mismo como titular de la oposición, Podemos camina de nuevo hacia el gallinero de la política y los nacionalistas aparecen como la nueva clave del desbloqueo, liberando al PSOE de tan pesada carga.

Quienes hemos puesto por encima de todo el objetivo de la gobernabilidad, divino tesoro, no podemos/no debemos reprochar ahora el acercamiento del PP a los nacionalistas de derecha. O al revés. Sobre todo quienes, además, hemos defendido las razones (al menos las técnicas, si no políticas) por las que Pedro Sánchez entendía y entiende que el candidato del PP debía buscarse la vida entre partidos afines.

Mariano Rajoy PNV Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Ciudadanos Pedro Sánchez