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Echenique y la economía sumergida
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Antonio Casado

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Echenique y la economía sumergida

Que tire la primera piedra quien no haya pagado nunca en negro. No me siento legitimado para censurar la conducta de Echenique sin estar exento de culpa

Foto: El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique. (EFE)
El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique. (EFE)

Mucho fariseísmo en el cerco mediático a Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, por su incursión en la economía sumergida. No es para tanto. El otro día en la radio me mostré benevolente con él y me cayó la del pulpo. Con razón, seguramente con razón. Con razón técnica, al menos. La razón moral es otra cosa. Y en ese plano no me sale de las entretelas convertirme en un inquisidor de Pablo Echenique sin estar libre de pecado. No lo estoy.

Mentiría como un bellaco si presumiera de haber exigido siempre la correspondiente factura con IVA a esos ángeles de la guarda que nos rescatan cuando la electricidad, el grifo del agua o el mando de la tele se niegan a funcionar.

Que tire la primera piedra quien no haya pagado nunca en negro. No me siento legitimado para censurar la conducta de Echenique sin estar exento de culpa. Ni creo que lo estén quienes tratan de acorralarle moral y políticamente por haber estado recibiendo los servicios de un asistente durante más de un año sin contrato y sin Seguridad Social.

La benevolencia se explica en este caso. Como periodista no estoy acostumbrado a que un político pillado en falta dé la cara y reconozca de inmediato que no ha hecho las cosas bien y dé todo tipo de explicaciones. Más bien estoy harto de políticos que echan balones fuera, se hacen los distraídos, recurren al comodín de la presunción de inocencia (usada como burladero) y se declaran víctimas de una conjura.

Mentiría si presumiera de haber exigido siempre la factura con IVA a esos ángeles de la guarda que nos rescatan cuando la electricidad o el grifo no funcionan

Nada de eso figura en el discurso de Echenique, cuya premisa mayor es el reconocimiento de no haber actuado bien. A partir de ahí, y sin rasgarse las vestiduras, es censurable su intento de desviar la carga de la prueba hacia el empleado, como si no fuera del empleador la decisión de moverse en la economía sumergida. Echenique no parece darle demasiada importancia al hecho de que incumplió su deber legal de hacer un contrato al asistente y afiliarle a la Seguridad Social.

Bueno, al menos no ha utilizado en su descargo el argumento de que el pago en negro es un lastre en la mochila de otros partidos políticos (el PP o CDC, por ejemplo) y una práctica generalizada entre los españoles de a pie. Él no, pero sí lo está haciendo estos días su compañero de fatigas, Juan Carlos Monedero, que piensa recurrir su inhabilitación temporal en la Complutense (seis meses de empleo y sueldo por distraer sus obligaciones universitarias en trabajos retribuidos para Venezuela y Bolivia) porque “eso lo hacen todos”. Su abogada piensa alegar que “al menos otros 200 catedráticos de la Complutense compatibilizan la tarea docente con trabajos retribuidos en distintas empresas.

Al fondo, el viejo asunto de la financiación de Podemos. En el caso de Monedero se relaciona con los trabajos de asesoramiento realizados para varios gobiernos latinoamericanos por la empresa 'Caja de Resistencia Motiva 2', que habría recibido unos 425.000 euros en el año 2013.

El jefe, Pablo Manuel Iglesias, fue más creativo al reconocer y justificar que el grupo fundacional de Podemos, que respondía a nombres como CEPS o Global Media, había recibido financiación exterior por trabajos de asesoramiento o programas de televisión bien retribuidos por los gobiernos chavistas.

Cuando a principios de año se supo que el grupo también había recibido financiación del régimen teocrático de Irán, el ingenioso líder de Podemos no lo negó. Ante sus seguidores explicó la doctrina del “vagón precintado de Lenin” (retorno secreto del líder bolchevique a Rusia en abril de 1917), versión moderna del caballo de Troya: “A Irán le interesa que se difunda en América Latina y España un mensaje de izquierdas para desestabilizar a sus adversarios, ¿lo aprovechamos o no lo aprovechamos?”, dijo remitiéndose a las dudas que tuvieron al decidir si aceptaban o no aceptaban la financiación por parte de un país reñido con los derechos humanos.

Como eran palabras cosidas a una explosiva contradicción, le dio una vuelta más: “La geopolítica es así. No vamos a ser los únicos imbéciles que no hagamos política. Y quien haga política ha de asumir que hay que cabalgar contradicciones. Nosotros estamos dispuestos a cabalgarlas” (sic).

Mucho fariseísmo en el cerco mediático a Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, por su incursión en la economía sumergida. No es para tanto. El otro día en la radio me mostré benevolente con él y me cayó la del pulpo. Con razón, seguramente con razón. Con razón técnica, al menos. La razón moral es otra cosa. Y en ese plano no me sale de las entretelas convertirme en un inquisidor de Pablo Echenique sin estar libre de pecado. No lo estoy.

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