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Cataluña y el virus de la inseguridad jurídica
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Antonio Casado

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Cataluña y el virus de la inseguridad jurídica

El virus amenaza a la sociedad española y, en particular, a la catalana. Absolutamente tóxico para la convivencia, el desarrollo económico y el funcionamiento de las instituciones

Foto: Simpatizantes independentistas arropan a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. (EFE)
Simpatizantes independentistas arropan a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. (EFE)

En inequívoca alusión al reto secesionista del nacionalismo catalán, la portada del diario 'El Mundo' recogía el otro día una significativa cita de Robert Menzies (1894-1978), fundador del viejo Partido Liberal de Australia y ex primer ministro del país, a saber: “El imperio de la ley ha sufrido un golpe: el chantaje se ha vuelto respetable”.

Y tanto. Chantaje en forma de intoxicación verbal. O intoxicación verbal en forma de chantaje. Da igual. Lo que importa es llamar la atención sobre la respetabilidad que logra el discurso sedicioso del independentismo. En lo político y en lo mediático. A menudo, en la boca y la conducta de gobernantes reñidos con el dogma civil que les obliga a cumplir y hacer cumplir la ley.

Menciono el caso de Carles Puigdemont, máximo representante del Estado español en Cataluña. El 'president' acusa a ese Estado de hacer “populismo constitucional”. Otros pensamos que más les cuadra a él y a los agitadores de la imposible causa secesionista el calificativo de 'gamberrismo anticonstitucional'. Quizá se ha contagiado de Podemos, que va a incorporarse a la causa (estará en la cumbre secesionista del 23 de diciembre) por el atajo llamado 'derecho a decidir'.

El caso es que los supuestos flagrantes de desobediencia civil, los explícitos llamamientos al incumplimiento de la ley y las insostenibles descalificaciones del vigente sistema democrático, como estrategia de los partidarios de la desconexión de Cataluña, se han normalizado hasta el punto de invertir la carga de la prueba respecto a lo políticamente correcto.

Ahora parece que los heterodoxos somos quienes creemos que democracia y ley son categorías inseparables. O que el derecho a decidir está sobradamente garantizado por la Constitución. Por supuesto que sí. Pero no a decidir unos cuantos sobre lo que importa a todos. Por ejemplo: el restablecimiento de la esclavitud, la igualdad ante la ley, la pena de muerte, el derecho de pernada, el cambio de titular de la soberanía nacional, etc.

La inseguridad jurídica es contagiosa para los demás. Ese es el problema, porque favorece la irrupción de los más fuertes, los tramposos y los más osados

El virus amenaza a la sociedad española y, en particular, a la catalana. Se llama inseguridad jurídica. Absolutamente tóxico para la convivencia, el desarrollo económico y el funcionamiento de las instituciones. Contagioso por demás. Ese es el problema, porque favorece la irrupción de los más fuertes, los tramposos y los más osados. ¿Alguien se imagina, aunque sea en una pesadilla, la clase de caos en que vivirían los catalanes tras una declaración unilateral de independencia, con la Generalitat declarando papel mojado la legislación española y con el Gobierno central haciendo lo mismo respecto al nuevo orden jurídico?

La desobediencia civil crea inseguridad jurídica, por supuesto. Pero también la crea la incapacidad del gobernante para hacer cumplir la ley. Como dice el profesor Arbós, catedrático de Derecho Constitucional, “se queda en el mundo de las buenas intenciones [es decir, los principios] si la seguridad jurídica no es una percepción que pueda verificarse por el comportamiento de los gobernantes y los gobernados”.

Lo que pasa es que cuando el Gobierno de la nación aplica las previsiones legales en régimen de igualdad de los ciudadanos ante la ley, por desobediencia o prevaricación, pongamos por caso, los desobedientes o los prevaricadores parecen caernos más simpáticos. Como si recordar el deber del gobernante de cumplir y hacer cumplir la ley fuera algo obsoleto, de mal gusto o políticamente incorrecto.

En inequívoca alusión al reto secesionista del nacionalismo catalán, la portada del diario 'El Mundo' recogía el otro día una significativa cita de Robert Menzies (1894-1978), fundador del viejo Partido Liberal de Australia y ex primer ministro del país, a saber: “El imperio de la ley ha sufrido un golpe: el chantaje se ha vuelto respetable”.

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