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Iglesias: un pavo real en horas bajas
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Antonio Casado

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Iglesias: un pavo real en horas bajas

Si su liderazgo y su proyecto, en votación conjunta, no ganasen el congreso, dejaría su cargo. Como el Aznar resentido del PP, entonces solo ejercería de militante pero no de simpatizante

Foto: Pablo Iglesias tras finalizar una rueda de prensa en la sede de Podemos. (EFE)
Pablo Iglesias tras finalizar una rueda de prensa en la sede de Podemos. (EFE)

Plomo en las alas de Pablo Manuel Iglesias. Cura de humildad. Desde el laborioso recuento del jueves pasado al pavo real le cuesta más desplegar el plumaje para que le admiren, le amen o le teman. O mismamente para ahuyentar a quienes osen disputarle el territorio. Así son estas aves territoriales que simbolizan la vanidad, polígamas, de vuelo corto y nidificación disimulada con hojarasca, casi a ras de suelo.

La “gente” le acaba de apagar un farol después de aceptar el órdago. De órdago, nada. “Chantaje” en toda regla, según Tania Sánchez, situada en el sector errejonista, donde reina la euforia después de la consulta “técnica” a las bases de Podemos, que se convirtió en un plebiscito, aunque se discutía un procedimiento de votación.

Ocurrió con la entrada en el invierno. Horas bajas en este tipo de aves, que pierden movilidad al llegar las bajas temperaturas. El carismático líder esperaba la aclamación. Se disponía a dejarse admirar volviendo a hacerse un abanico de colores, pero se topó con la hostilidad de casi la mitad de los militantes. Ganó por poco a las tesis errejonistas (41,5% frente a 39,1%). Los resultados ya no le dan para ejercer el paternalismo epistolar ni perdonarle la vida a nadie.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, a su llegada a la rueda de prensa tras la consulta a los militantes sobre las normas que regirán en Vistalegre II. (EFE)

Él se lo ha buscado. Por la enésima amenaza de dimisión si alguien se atrevía a cuestionar su caudillaje. Releamos a Iván Gil, que este jueves nos explicaba con detalle los antecedentes de una estrategia contraproducente: “Todas las veces en las que Iglesias ha amenazado con irse si no imponía sus ideas”. La última, en vísperas de la reciente consulta a las bases. Si su liderazgo y su proyecto, en votación conjunta, no ganasen el congreso, dejaría su cargo. Como el Aznar resentido del PP, entonces solo ejercería de militante pero no de simpatizante.

Errejón no se postula como aspirante a la secretaría general de Podemos, pero exige la incorporación de sus tesis al proyecto liderado por Iglesias, negociando “de igual a igual”, y no como hasta ahora, cuando Iglesias expropiaba el talento de su subordinado a mayor gloria de “tu secretario general”. Se lo decía en la carta pública del 12 de diciembre. Y añadía que su proyecto (el de Errejón) perdería por falta de credibilidad. Le reprochaba dejarse aplaudir por “ciertos poderes” e insistía en quererle a su lado para “echar unas risas” y “seguir siendo amigos”.

Foto: El líder de Podemos y su número 2. (Efe)

Pero la lucha por el poder no ha hecho más que empezar. “Ya somos plurales”, ha venido a decir el número dos, que cuestiona la tendencia a la “uniformidad” del número uno. Los de Errejón ya se han pronunciado públicamente contra el estilo de Iglesias, cuya propuesta (la sometida a consulta estos días) han tachado de “involución democrática”.

La guerra está servida porque no tienen la misma respuesta a las preguntas que se hace un partido desestructurado con problemas de crecimiento y, sobre todo, de identidad: ¿a la calle, que ya es hora de pasearnos a cuerpo o al Congreso, con calefacción y aire acondicionado?, ¿bárbaros sencillos, como el agua turbia y fresca que atropella sus comienzos (salud, Gabriel Celaya) o teatro, puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro?

Lo cantaba la Lupe como cantan las diferencias entre Iglesias y Errejón a uno y otro lado de la barricada. Política o teatro, debate de ideas o concursos de popularidad, confrontación ideológica o combate de boxeo, instituciones o calle, Parlamento o platós de televisión, Arkano o Chuty, juego institucional o quedarse en el gallinero, un Podemos amable que no pierda la sonrisa o el que da miedo, unívoco o diversificado, jacobino o descentralizado, autoritario o abierto a la pluralidad...

Los propios seguidores de Iglesias han dicho que lo uno o lo otro. Populismo “dietético” que no muerde o populismo con todas las consecuencias. No ambas cosas a la vez, porque eso es imposible.

O sea, Errejón o Iglesias. O el uno o el otro, en la pugna por el poder de toda la vida, por más que se camufle en un debate sobre ideas, formas organizativas o procedimientos de votación.

Plomo en las alas de Pablo Manuel Iglesias. Cura de humildad. Desde el laborioso recuento del jueves pasado al pavo real le cuesta más desplegar el plumaje para que le admiren, le amen o le teman. O mismamente para ahuyentar a quienes osen disputarle el territorio. Así son estas aves territoriales que simbolizan la vanidad, polígamas, de vuelo corto y nidificación disimulada con hojarasca, casi a ras de suelo.

Íñigo Errejón Vistalegre II