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Antonio Casado

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Política basura en la Casa Blanca

La rueda de prensa de Donald Trump, en vísperas de su salto al trono de hierro, mejora la autoestima de nuestros dirigentes

Foto: El presidente electo de EEUU, Donald Trump, durante la rueda de prensa. (Reuters)
El presidente electo de EEUU, Donald Trump, durante la rueda de prensa. (Reuters)

Un subidón para la clase política española. Es lo que tiene el juego de las comparaciones. La rueda de prensa de Donald Trump, en vísperas de su salto al trono de hierro, mejora la autoestima de nuestros dirigentes. Por la misma razón que la telebasura mejora la autoestima del espectador medio. Y cuando política y telebasura se juntan, ¡uffff!…

¿Recuerdan ustedes a don Cicuta, el cascarrabias del 'Un, dos tres, responda otra vez'? Un similar papel de malo, caracterizado de ogro, hizo Donald Trump durante 14 años en un programa televisivo donde se ponía a prueba el talento de los participantes. Fue entonces cuando el futuro presidente de EEUU popularizó la frase “¡Queda usted despedido!”, dicha a cara de perro y con ánimo de humillar al concursante perdedor.

Trump manda callar a un periodista en su primera rueda de prensa tras ganar las elecciones

Al presidente 'in péctore' le hubiera gustado soltar su famoso latigazo verbal en la cara de algunos periodistas que le hicieron las preguntas más incómodas. No llegó a tanto. Se limitó a maltratarlos de gesto y de palabra. “Aquí está sentada gente deshonesta”, dijo en referencia a informadores hostiles a su causa y a medios de comunicación que difundieron filtraciones sobre conductas poco ejemplares de Donald Trump, reiteradamente negadas en su comparecencia de ayer.

No imagino al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, llamando “maleducado” a un periodista o diciéndole a la cara “¡Te estás inventando las noticias!”. El rastreo de precedentes en nuestro zurrado ruedo ibérico nos lleva inevitablemente a evocar la figura del difunto Jesús Gil, aquel alcalde que amontonó sin solución de continuidad sus negocios particulares con la alcaldía de Marbella. La diferencia es el tamaño. No el de su arquitectura corporal, que tampoco difiere demasiado, sino el de sus respectivos negocios, que en el caso de Trump se extienden por 25 países en todo el mundo.

Tampoco podemos imaginar un enfrentamiento tan descarado entre los servicios de inteligencia de un país y quien está a punto de ser su presidente

A ese tema dedicó Trump la parte mollar de sus declaraciones. Consciente de que el conflicto de intereses va a estar siempre sobrevolando su gestión, quiso tranquilizar a la opinión publica norteamericana con la promesa de construir un muro entre lo público y lo privado. Pero, al menos visto desde las regulaciones vigentes en Europa respecto a confusión de intereses, puertas giratorias, incompatibilidades, etc., la promesa es poco creíble cuando el muro se levanta entre un padre y los dos hijos que, según dijo, se harán cargo de sus empresas a partir de ahora. En las normativas legales europeas, el perímetro fijado para evitar estos conflictos alcanza a los familiares en primer grado, como es bien sabido.

Desde esta parte del mundo, el de los países de nuestro entorno, como reza la habitual muletilla informativa, tampoco podemos imaginar un enfrentamiento tan descarado entre los servicios de inteligencia de un país y quien está a punto de convertirse en su presidente. Tan grande es la brecha de incomunicación y mutua desconfianza, que parecen jugar en equipos distintos.

Era de ver y no creer cómo Trump denunciaba la incompetencia profesional de esas agencias (FBI, CIA y ASN, básicamente), “incapaces de protegernos frente a los ciberataques”. No solo. Tampoco se privó de descalificarlas por dejarse intoxicar con dosieres falsos y, ya de paso, por intoxicar a ciertos medios de comunicación.

¿Política basura en la Casa Blanca?

De haber ocurrido aquí algo así, ya lo estaríamos cantando.

Un subidón para la clase política española. Es lo que tiene el juego de las comparaciones. La rueda de prensa de Donald Trump, en vísperas de su salto al trono de hierro, mejora la autoestima de nuestros dirigentes. Por la misma razón que la telebasura mejora la autoestima del espectador medio. Y cuando política y telebasura se juntan, ¡uffff!…