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Antonio Casado

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Luis Bárcenas, entre visillos

Ante el tribunal que le juzga, Bárcenas hace de la mentira y la memoria selectiva sus principales recursos, bien asesorado por sus letrados

Foto: El extesorero del PP Luis Bárcenas, durante su declaración. (EFE)
El extesorero del PP Luis Bárcenas, durante su declaración. (EFE)

No entrará en la Academia de Ciencias Morales, pero nos deja valiosas aportaciones al enriquecimiento del lenguaje, en dura competencia con aquella Cospedal que hablaba del despido de Bárcenas 'en diferido'. La última perla es lo del 'visillo', como transparencia a medias sin intención de ocultarse. Pasto fresco para los columnistas de moda.

Estos días se ha dedicado a desviar los tiros verbales de la fiscal contra su esposa, “Rosalía no sabia lo que firmaba”. Como la infanta Cristina. Hay que ver qué pozos de ignorancia descubrimos cuanto se trata de escurrir el bulto.

Nadie como él hizo tanto por difundir la marca “PP, partido de la corrupción”. Ante el tribunal que le juzga, hace de la mentira y la memoria selectiva sus principales recursos, bien asesorado por sus letrados. De ahí ha salido esa fantasía que habla de generosas donaciones de empresarios a cambio de nada. ¿Y entonces, por qué se registraban en un listado “extracontable”? Por ahí, al fondo de la cuestión: “¿Pero de quién era la contabilidad?”, preguntó la fiscal. “Del PP, claro”, respondió.

Ha hecho las paces con su partido. Atrás quedan las amenazas de desvelar pagos en negro a altos dirigentes del partido si estos le abandonaban

Ha hecho las paces con su partido, al que pertenece desde 1982 (Alianza Popular), según la opinión generalizada. Atrás quedan las amenazas de desvelar pagos en negro a altos dirigentes del partido si estos le echaban en el abandono. Aunque fuese entre visillos, se vio la mano del extesorero filtrando confidencias y documentos. El diario 'El País', hoy hace exactamente cuatro años, llegó a implicar al expresidente Aznar en el cobro de sobresueldos con cargo a una caja B.

Aún más, el periódico de Cebrian apuntó entonces a J. M. Aznar como inventor del sistema. Los tres secretarios generales de la época investigada (Cascos, Acebes y Cospedal) lo desmintieron todo y el presidente Rajoy no volvió a mantener contacto con su antiguo colaborador. Ahora, cuatro años después, cuando se habla de deshielo entre el PP y su extesorero, deshielo negociado, se entiende, el sentido común nos interpela.

Más allá del tecnicismo que obliga a distinguir el plano judicial del político, toparemos con la innegociable realidad de que el caso Bárcenas también es el caso PP. ¿Quién se cree seriamente que empieza y termina en la impresentable conducta del personaje? No nos hagamos trampas en el solitario. Aunque solo sea porque ahí siguen lo fantasmas de la financiación irregular y la presunta destrucción de pruebas judiciales. Muy superficial ha de ser la aproximación al escándalo si nos quedamos en la cuestión fiscal por la que puede ir a la cárcel el señor del visillo.

No olvidemos que Bárcenas es pata negra del PP. Gozó de la confianza de Manuel Fraga. El padre fundador le rescató en 1989 para llevar la cuentas tres años después de haber sido expulsado por Hernández Mancha. Viendo su historial, se abre paso la conclusión de que la rapiña no hubiera llegado tan lejos si no le hubiera arropado una estructura organizativa y la mirada distraída de sus dirigentes mientras su compañero, viejo militante, tesorero, senador, se movía con toda libertad por la planta sexta de la calle Génova.

A Rajoy no solamente no le perjudicó su apoyo a Bárcenas. Al contrario, de noviembre de 2011 es la barrida electoral del PP

En pleno deshielo de relaciones con el PP, también exculpa a Rajoy. No hace falta que insista si hablamos en términos judiciales. Incluso éticos, porque el comentarista no duda de la entereza moral del presidente del Gobierno. Pero me abstendría de asegurar que, en su proverbial indolencia frente a asuntos espinosos, Rajoy no pecó por omisión.

En la mochila del presidente también queda su posición inicial de arropamiento al tesorero cuando estalló el escándalo. El “Luis, sé fuerte”, en la parte inicial del culebrón, le hubiera costado la carrera política en cualquier país democrático. Pero España es diferente. De nada le sirvió a Pérez Rubalcaba, entonces jefe de la oposición, romper las relaciones del PSOE con el Gobierno por el caso Bárcenas. Véase cómo les fue desde entonces a uno y a otro. En esos años, precisamente, entre 2009 y 2011, se fraguó la crisis socialista y la barrida electoral del PP. A Rajoy no solamente no le perjudicó su apoyo a Bárcenas. Al contrario, de noviembre de 2011 es la barrida electoral del PP.

No entrará en la Academia de Ciencias Morales, pero nos deja valiosas aportaciones al enriquecimiento del lenguaje, en dura competencia con aquella Cospedal que hablaba del despido de Bárcenas 'en diferido'. La última perla es lo del 'visillo', como transparencia a medias sin intención de ocultarse. Pasto fresco para los columnistas de moda.

Luis Bárcenas Mariano Rajoy