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El día que un López Iturriaga se sintió culpable
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Antonio Casado

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El día que un López Iturriaga se sintió culpable

Después de leer la novela 'Patria', de Fernando Aramburu, el hermano del exjugador de baloncesto dice sentirse culpable por las miradas distraídas frente al estado de terror

Foto: Efectivos de la Guardia Civil buscan un zulo de ETA en la sierra de Aralar, en Navarra. (EFE)
Efectivos de la Guardia Civil buscan un zulo de ETA en la sierra de Aralar, en Navarra. (EFE)

Ni al Gobierno ni a la sociedad española se le ha perdido nada en la escenificación del desarme anunciado por ETA. Tampoco va a prestarse el Gobierno francés. Lo que toca es acusar recibo de la decisión. Y celebrarla sin nada a cambio. No estamos en deuda con una banda criminal. Es justamente al revés, trágicamente el revés, como hace unos días nos hizo ver, Mikel López Iturriaga, periodista y crítico gastronómico. Confesó en la radio que, después de leer 'Patria' (Aramburu, Tusquets, 2016) se había sentido culpable por los cuarenta años de miradas distraídas de su gente frente al estado de terror instalado en la sociedad vasca.

Nada que ver con la reacción del presidente del PNV, Andoni Ortúzar, al que en un agradable almuerzo tuve ocasión de preguntarle si había leído 'Patria'. La respuesta fue distante y escasamente interesada en el impacto social del libro. Me dijo que, aunque no lo había leído a fondo, le había parecido un tanto sectario porque la complejidad del asunto no podía ser afrontada solo desde una posición. Y es el caso que “cada quien lo ha vivido a su manera”.

Pregunté al presidente del PNV, Andoni Ortúzar, si había leído 'Patria' y su respuesta fue distante. Dijo que le había parecido "un tanto sectario"

Esa posición autoabsolutoria del pueblo vasco, encarnada en la respuesta de Ortúzar, reaparece en las primeras declaraciones del lendakari Urkullu, sobre el anunciado desarme. Al saber por un “intermediario civil” que la banda terrorista ha decidido entregar las armas, Iñigo Urkullu pidió públicamente “altura de miras” a Madrid y París, el ya mencionado presidente del PNV, Ortúzar, y su portavoz en el Congreso de los Diputados, Joseba Eguibar, tradujeron la apelación. Esperan del Gobierno central que celebre la buena noticia teniendo un detalle con los presos etarras. “Si una organización armada ya no es armada, lo lógico es que los que han sido miembros de la misma puedan beneficiarse de otra política penitenciaria”, dijo Ortúzar este fin de semana.

En mi opinión, eso no viene a cuento. Lo que no es lógico es cambiar la política penitenciaria mientras la banda no se disuelva formalmente. Y me explico: como ha recordado Rajoy a su paso por San Sebastián y Vitoria, el Gobierno se limitó siempre a exigir el desarme unilateral y la disolución de la banda. Cumple saludar lo primero. Y seguir exigiendo lo segundo a cambio de nada. Si acaso, acercamiento de presos a cárceles del País Vasco. Vale. Pero solo cuando se produzca esa disolución y no como premio, sino porque entonces caducaría el uso de la política penitenciaria como una herramienta de la política antiterrorista.

Si el terrorismo deja de existir también dejará de existir la política antiterrorista; los 280 presos etarras tendrán el mismo derecho que el resto

En ese caso sí funcionaria la lógica de Ortúzar: si la banda terrorista deja de existir también dejará de existir la política antiterrorista y, por tanto, los 280 presos etarras tendrán el mismo derecho que el resto a beneficiarse del régimen general, que incluye, entre otras cosas, el mandato constitucional de la reinserción social y el acercamiento a cárceles próximas a la residencia familiar.

Ya solo quedaría esperar su colaboración en el esclarecimiento de los mas de trescientos asesinatos sin resolver (uno de cada tres de los cometidos por ETA, que se dice pronto) y siguen durmiendo en los cajones policiales y judiciales. Al menos compensaría ese sentimiento de culpabilidad que se instaló en el pecho vasco del excelente comunicador Mikel López Iturriaga, después de leer 'Patria'.

*Nota de Redacción. A primera hora de la mañana este texto se publicó en alusión errónea a Juanma López Iturriaga, hermano del verdadero aludido en este texto, Mikel López Iturriaga.

Ni al Gobierno ni a la sociedad española se le ha perdido nada en la escenificación del desarme anunciado por ETA. Tampoco va a prestarse el Gobierno francés. Lo que toca es acusar recibo de la decisión. Y celebrarla sin nada a cambio. No estamos en deuda con una banda criminal. Es justamente al revés, trágicamente el revés, como hace unos días nos hizo ver, Mikel López Iturriaga, periodista y crítico gastronómico. Confesó en la radio que, después de leer 'Patria' (Aramburu, Tusquets, 2016) se había sentido culpable por los cuarenta años de miradas distraídas de su gente frente al estado de terror instalado en la sociedad vasca.