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Pasión y muerte de los cristianos de Egipto
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Antonio Casado

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Pasión y muerte de los cristianos de Egipto

De haber ido más allá como cristianos, tendríamos que habernos avergonzado de que la pasión y muerte de los cristianos de Egipto, en Semana Santa, nos interpele menos que los atascos

Foto: Vista de cristal y restos de calzado y ropa tras el atentado contra la catedral de San Marcos, en Egipto. (EFE)
Vista de cristal y restos de calzado y ropa tras el atentado contra la catedral de San Marcos, en Egipto. (EFE)

Si los cristianos viviesen el mensaje de la semana de pasión y muerte de Jesus de Nazaret, tal y como se explicó el drama acaecido en Jerusalén hace más de 2.000 años, ahora tendrían encogido el corazón por los sangrientos atentados del domingo contra templos coptos, con un balance que a la hora de escribir este comentario ya superaba los 30 muertos.

Y, por las mismas, el papa Francisco ya habría viajado en las últimas horas a El Cairo para mostrar una católica solidaridad con sus hermanos en la misma fe fundacional. La que nació a raíz de los luctuosos acontecimientos ocurridos hace 20 siglos en el monte Gólgota. Una de las tres colinas que marcan el 'skyline' de nuestra civilización. Las otras dos, como se sabe, son la Acrópolis (la Democracia ) y el Capitolio (el Derecho).

Las tres colinas están siendo brutalmente atacadas de un tiempo a esta parte por el llamado terrorismo yihadista, que predica la muerte al infiel en nombre de Dios. El mismo que el de los cristianos, aunque descifrado por otro profeta al hilo de una bárbara contrariedad histórica.

Las tres colinas están siendo atacadas por el llamado terrorismo yihadista, que predica la muerte al infiel en nombre de Dios

No hay noticia de que el papa Francisco piense adelantar su viaje a Egipto, ya previsto con anterioridad en la agenda vaticana para fin de mes, ni de que haya caducado repentinamente la ansiedad de millones de españoles que solo ven en la Semana Santa una amable esquina del calendario destinada a la evasión.

Las noticias de los atentados contra las iglesias coptas me sorprendió en mi querida tierra zamorana, donde la Semana Santa se vive como un cortejo fúnebre entre dos domingos gloriosos (el de Ramos y el de Resurrección). Y hasta allí me llevó el oficio de telonero de mi amigo Sergio Martín ('Los Desayunos de TVE'), encargado de pregonar la representación del drama vivido por el fundador del cristianismo.

El hecho religioso mueve montañas, pero también deja rastros de sangre con la palabra de Dios en la boca

A ratos por los caminos de la fe y a ratos por los caminos de la antropología, pero siempre con la limitación del periodista para despegarse del terreno y profundizar en el misterio de los hombres que mueren o matan por su religión.

Por eso, tanto el pregonero de la Semana Santa zamorana de 2017 como quien tuvo el honor de presentarlo nos abstuvimos de indagar en el hecho religioso, que mueve montañas pero también deja rastros de sangre con la palabra de Dios en la boca. De haber ido más allá como cristianos biográficos y genéticos, tendríamos que habernos avergonzado de que la pasión y muerte de los cristianos de Egipto, en plena Semana Santa, nos interpele menos que la antropología de la escapada, el atasco de tráfico y la perspectiva de unas vacaciones soleadas. Qué se le va a hacer.

Si los cristianos viviesen el mensaje de la semana de pasión y muerte de Jesus de Nazaret, tal y como se explicó el drama acaecido en Jerusalén hace más de 2.000 años, ahora tendrían encogido el corazón por los sangrientos atentados del domingo contra templos coptos, con un balance que a la hora de escribir este comentario ya superaba los 30 muertos.

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