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Montoro le quiere 'robar' la cartera a Guindos
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Nacho Cardero

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Montoro le quiere 'robar' la cartera a Guindos

Cristobal Montoro anhela la cartera de su compañero De Guindos, no por una cuestión de ambición sino para tener el control absoluto del área económica

Foto: El ministro de Economia, Luis de Guindos, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro (Reuters).
El ministro de Economia, Luis de Guindos, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro (Reuters).

Luis de Guindos deberá esperar. La presidencia del Eurogrupo no ha entrado en las negociaciones que han mantenido Mariano Rajoy y la canciller alemana, Ángela Merkel, para el reparto de poder y representación de España en las instituciones comunitarias. El ministro de Economía tendrá que seguir desenvolviéndose con desgana entre los martines, roldanes y demás fauna bancaria hasta que llegue su momento.

De Guindos está, pero no está. Los asuntos locales empiezan a provocarle hastío, una sensación de cansancio igual que si estuviera jugando los minutos de la basura. En mente tiene otros laureles que llevarse a la cabeza más allá de ratios y cifras macro. Lo mismo le sucede a su círculo más próximo, tal que la presidenta de la Sareb, Belén Romana, y a un ramillete de técnicos comerciales y economistas del Estado

El que anhela esta cartera para sí es Cristóbal Montoro. No por una cuestión de ambición, sino para tener el control absoluto del área económica y eludir así duplicidades y problemas de antaño, como cuando se hacían la zancadilla para reunirse con los empresarios del Ibex, o se contradecían en las cifras a la hora de evaluar el recorte público, o se disputaban la reforma eléctrica

El que anhela esta cartera para sí es Cristóbal Montoro. No por una cuestión de ambición sino para tener el control absoluto del área económica y eludir así duplicidades y problemas

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, querría aprovechar la futura marcha de Guindos para fusionar Hacienda y Economía en una gran vicepresidencia, como en los tiempos de Rato, o en su caso colocar estratégicamente sus alfiles gemelos en las carteras claves del Ejecutivo, esto es, a Álvaro Nadal en Economía y a su hermano Alberto en Industria, además de la de Empleo, que ya ocupa su discípula Fátima Báñez. Como trasfondo reside la idea que fustiga a los populares desde el inicio de legislatura de crear una única área económica, de peso e independiente, que pueda caminar sin tutela ahora que el foco de la actualidad muda de los asuntos del parné a los políticos.  

Donde sí habrá movimiento de despachos será en los Ministerios de Agricultura y Exteriores. Una vez repartida la tarta europea, el dedo de Dios ungirá a Cañete para las elecciones del 25-M. Miguel Arias (Madrid, 1950) es algo más que el ministro de los yogures caducados y las duchas frías. Quienes le tratan alaban su preparación (abogado del Estado, idiomas) y discreción. Aznar lo puso al frente de la cartera de Agricultura y Medio Ambiente y, dos legislaturas después, Rajoy hizo lo propio a pesar de que le había prometido Exteriores. En compensación por aquel ‘ministerio menor’, el jefe de filas le garantizó el puesto de comisario que hoy ocupa Joaquín Almunia y que éste dejará vacante tras el verano. Hacia allí se encamina el titular de Agricultura.

Cañete rogaba esperar hasta entonces y no hacer campaña, pero la fuerza ahorca y Rajoy no ha tenido más opción que mandarlo al Coliseo con los leones. El inquilino de La Moncloa ha tirado por la calle de en medio una vez que el PPE ha sugerido que los futuros comisarios vayan en las listas.

Lo que a estas alturas parece meridianamente claro es que Estrasburgo apenas sirve para soltar lastre, para quitarse de encima a compañeros que huelen a chamusquina y pagar favores. Es lo que sucede con el expresidente murciano, Ramón Luis Valcárcel

En Exteriores también hay cambios… Y Margallo no cabe en sí de gozo. Su secretario de Estado, Íñigo Méndez de Vigo, se marcha a Europa. Luego de llevar dos años a la rueda del ministro “haciéndole la vida imposible”, Méndez de Vigo y Montojo, IX barón de Claret, hace el petate para Bruselas.

Los gestos delataban al tetuaní. Sin estar en el grupo acreditado, el secretario de Estado se desplazó a Dublín, al cónclave del Partido Popular Europeo (PPE), en lugar de acompañar a Rajoy a Bruselas con motivo del Consejo extraordinario que se había convocado para analizar la crisis ucraniana. Casado con una prima del ministro de Defensa, Pedro Morenés, y del presidente de Endesa, Borja Prado, Méndez de Vigo (Tetuán, 1956) es presidente del Colegio de Europa desde 2009 y secretario de Estado para la Unión Europea tras la victoria de Rajoy en las generales.

Lo describen como un político tan capaz como controvertido, que se conoce las calles de Bruselas como el ujier del Louvre a la Mona Lisa, un tanto engolado, ambicioso, del que se saben sus constantes choques con su ministro, con el propio Cañete y hasta con Moncloa en su afán por monopolizar los nombramientos de Exteriores. “Le tenemos perfectamente calado”. Ejecutivo dixit.

Cañete y Méndez de Vigo al margen, lo que a estas alturas parece meridianamente claro es que Estrasburgo apenas sirve para soltar lastre, para quitarse de encima a compañeros que huelen a chamusquina y pagar favores, como sucede con el expresidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, que busca un retiro dorado igual que los senadores romanos colgaban sus túnicas para dedicarse a cultivar rosas. No por nada los medios de comunicación suelen identificar el Parlamento europeo con un cementerio de elefantes.   

Luis de Guindos deberá esperar. La presidencia del Eurogrupo no ha entrado en las negociaciones que han mantenido Mariano Rajoy y la canciller alemana, Ángela Merkel, para el reparto de poder y representación de España en las instituciones comunitarias. El ministro de Economía tendrá que seguir desenvolviéndose con desgana entre los martines, roldanes y demás fauna bancaria hasta que llegue su momento.

Luis de Guindos Cristóbal Montoro Mariano Rajoy