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Los billetes de 5 euros que lleva Mas en la cartera: “Catalunya, nou estat d’Europa”
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Nacho Cardero

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Los billetes de 5 euros que lleva Mas en la cartera: “Catalunya, nou estat d’Europa”

Nos advertía una lectora de que circulan por Barcelona billetes de cinco euros con la siguiente inscripción “Catalunya, nou estat d’Europa”, que no es más que

Foto: Rajoy y Mas en la inauguración del AVE a Figueras (enero 2013)
Rajoy y Mas en la inauguración del AVE a Figueras (enero 2013)

Nos advertía una lectora de que circulan por Barcelona billetes de cinco euros con la siguiente inscripción “Catalunya, nou estat d’Europa”, que no es más que papel de curso legal al que han estampado el sello independentista. Billetes, sellos, numismática… El merchandising secesionista causa más furor que las Monster High. El hueco dejado por la falta de un discurso desde Madrid que se salga de la monótona y poco efectiva coletilla de Rajoy, “como siempre digo…”, es cubierto por los eslóganes ideados para televisión de Mas y Junqueras, por esas monedas acuñadas en China por fanáticos de la ANC que llevan ilustraciones de Sant Jordi lanceando un dragón y que valen lo mismo que las monedas de cobre del Naranjito del Mundial del 82, y por esos billetes de cinco euros toscamente manipulados que cambian de manos en el mercado de la Boquería, con los que compran huevos frescos y especias.

Los independentistas finalmente han tenido que recurrir a los billetes de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, vía Banco de España, porque por sus monedas de juguete made in Pekin no les dan ni un chavo. No valen nada. Ni un céntimo. Cero. Lo mismo que la declaración unilateral de independencia que quieren proclamar los republicanos de ERC. De llevarse a efecto, tendría la misma validez que la consulta del 9-N, esto es, ninguna. Con ese papelito no pasarían de la puerta del complejo de la Primera Avenida de Nueva York, en la orilla del East River, sede de las Naciones Unidas, y menos aún encontrarían cobijo en la Unión Europea por mucho que pinten sus billetes con plastidecor pidiendo la incorporación a la zona euro.

Estos tiempos nuevos, delicados, poliédricos, requieren de políticos de altura, profesionales de la cosa pública que entiendan que de aquí no se sale sin negociación ni cesiones por ambas partes. Tanto Artur Mas como Mariano Rajoy deberían tomar nota y sentarse a negociar sin prejuicios ideológicos igual que Manuel Fraga y la Pasionaria se sentaron a menos de cinco metros de distancia durante la Transición sin que corriera la sangre ni hubiera que avisar a las fuerzas del orden público. El acto de Mas de mañana martes, germen de ‘la lista del president’ con la que dinamitará Convergència y acudirá a las próximas elecciones, y la presencia de Rajoy y de buena parte de sus ‘barones’ este fin de semana en Barcelona deberían servir de punto de arranque para un nuevo comienzo, una fase más flexible y dialogante.

He ahí el quid de la cuestión. El problema no radica en que la crisis catalana sea irresoluble, que no lo es, sino en la altura de nuestra clase política, profundamente devaluada y distanciada de la realidad del país. Como señalaba Ignacio Varela, experto en estrategia electoral, España está jugando la final del Mundial de Fútbol, un partido histórico y trascendental, con la delantera del Alcoyano. Frente a la alineación de 1978, que incluía dorsales tales que Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga, Santiago Carrillo y Jordi Pujol, tenemos para 2015 un equipo que no pasa de panda de barrio y cotiza a la baja en las casas de apuestas, con Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Artur Mas.

Los paralelismos con la Transición resultan evidentes. Igual que los franquistas y antifranquistas se percataron entonces de que carecían de la fuerza necesaria para imponer sus propias tesis y de que ambos debían hacer concesiones –los primeros, reconociendo la necesidad de convertirse en democracia europea y los segundos, normalizando su relación con el aparato de la dictadura, principalmente el ejército–, ahora también se ha de interiorizar esta nueva realidad asumiendo que: uno, Cataluña no va a independizarse de España; dos, la Constitución debe recoger el hecho diferencial de Cataluña, País Vasco y Galicia y blindar su base cultural lingüística, y tres, el actual modelo de financiación debe revisarse.

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La principal preocupación de Artur Mas no es la independencia, sino qué hacer para que Junqueras no le pase en las elecciones. Ya sea con la ‘lista el president’, dándose el ‘piquito’ con Forcadell, encamándose con Guardiola o aprovechándose como un tahúr de la ineptitud del Gobierno en la consulta catalana. La indolencia de Rajoy ha convertido a Mas, un gestor pésimo que ha llevado a Cataluña a la bancarrota, en un mártir para la causa.

Los ciudadanos están aburridos de España y de Cataluña. Si por ellos fuera, que perdieran todos. El problema catalán viene de arriba abajo. No lo han creado los ciudadanos, sino los políticos, y en especial los políticos catalanes necesitados de una bandera donde ocultar sus vergüenzas. La sociedad sólo quería vivir sin que la mangonearan. Ahora, el asunto se ha ido de las manos. Entre la manipulación de los nacionalismos y los actuales mandatarios, que dirigen “el Gobierno de la derecha más tonto de toda la historia de la derecha española”, según Jon Juaristi, el panorama se presenta sombrío, por no decir tenebroso. Es lo que sucede por tener jugadores de Segunda B al frente de un país que quería ganar el Mundial.

Nos advertía una lectora de que circulan por Barcelona billetes de cinco euros con la siguiente inscripción “Catalunya, nou estat d’Europa”, que no es más que papel de curso legal al que han estampado el sello independentista. Billetes, sellos, numismática… El merchandising secesionista causa más furor que las Monster High. El hueco dejado por la falta de un discurso desde Madrid que se salga de la monótona y poco efectiva coletilla de Rajoy, “como siempre digo…”, es cubierto por los eslóganes ideados para televisión de Mas y Junqueras, por esas monedas acuñadas en China por fanáticos de la ANC que llevan ilustraciones de Sant Jordi lanceando un dragón y que valen lo mismo que las monedas de cobre del Naranjito del Mundial del 82, y por esos billetes de cinco euros toscamente manipulados que cambian de manos en el mercado de la Boquería, con los que compran huevos frescos y especias.

Artur Mas Mariano Rajoy Oriol Junqueras