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La Casa de la Pradera, año 2015: “Mariano, no vas a ser tú… Ni tú tampoco, Pedro”
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Nacho Cardero

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La Casa de la Pradera, año 2015: “Mariano, no vas a ser tú… Ni tú tampoco, Pedro”

El PP busca finca a las afueras de Madrid para representar la tragedia shakesperiana que se cierne sobre sus espaldas tras las elecciones municipales y autonómicas.

Foto: Rajoy y Sánchez en el pleno de Presupuestos del Congreso. (EFE)
Rajoy y Sánchez en el pleno de Presupuestos del Congreso. (EFE)

El PP busca finca a las afueras de Madrid para representar la tragedia shakesperiana que se cierne sobre el partido tras las elecciones municipales y autonómicas. Igual que la Comisión Permanente de la UCD, compuesta por Fernando Abril, Rodolfo Martín Villa, José Pedro Pérez Llorca, Francisco Fernández Ordóñez et alii, se reunió en la denominada Casa de la Pradera, sita en la localidad madrileña de Manzanares el Real, para tratar de evitar la desintegración de la formación y hacer ver a Adolfo Suárez que sus trucos de prestidigitador apenas servían de placebo para atajar el cáncer del país, igual que el entonces presidente del Gobierno sintió el frío acerado de la traición clavarse en su pecho nada más traspasar el umbral de aquella finca para luego capitular, igual que ocurrió en los estertores de la Transición, digo, puede suceder tras el 24 de mayo, con una miríada de populares desafectos, apeados de sus cargos, dirigiéndose a su jefe de filas para decirle: “Mariano, no vas a ser tú…”.

Lo que hoy puede parecer osado, vista la fotografía de la cúpula popular en La Granja, puede no serlo tanto tras los comicios de mayo, cuando se produzca la gran hecatombe de los dos grandes partidos. Los sondeos coinciden en que la situación de ingobernabilidad de algunos consistorios va a ser de tal calibre que ríete tú de Grecia. España va a requerir de un experto en tetris para encajar las piezas y forjar alianzas entre las tres o cuatro formaciones necesarias para gobernar, desde Podemos a –es un decir– los Verdes de Socuéllamos o Independientes por Guadalajara, partidos locales de dudosa paternidad ideológica, hoy de derechas, mañana de izquierdas, que se multiplicarán como setas con resultados nada desdeñables en sintonía con la desafección que asuela al país. Con tamaña fragmentación resulta complicado aventurar quién se hará con la vara de mando, máxime teniendo en cuenta que en los ayuntamientos no se pueden forzar elecciones anticipadas. Si no se puede gobernar, ahí te quedes cuatro años.

En Génova 13, comienza a circular la especie de que el PP no necesita a ningún consultor político o estratega electoral del tipo Pedro Arriola, sino más bien a Luis Rojas-Marcos, a un psiquiatra que les libre del trauma postelectoral y asesore cómo ‘matar al padre’. A estas alturas, a nadie escapa que los populares se van a dejar por el camino la práctica totalidad de las mayorías absolutas que lograron en 2011 y van a sufrir una pérdida de poder territorial de imprevisibles consecuencias. Así, en vez de atribuirse la responsabilidad de la derrota, el ejército de exalcaldes y expresidentes de comunidad descabalgados de sus cargos mirará hacia el mismo Mariano Rajoy, que así funcionan los partidos por secula seculorum.

Quienes tratan habitualmente al actual inquilino de la Moncloa aseveran que será el candidato a las próximas generales, que pensar lo contrario sería no conocerle. Olvidan, sin embargo, que en política hay algo más fuerte que la voluntad presidencial y ese ‘algo’ no es sino una multitud de militantes haciendo cola frente a las oficinas del INEM. En el debate de ayer en el diario El País sobre la posible candidatura de Rajoy, un 61% de los votantes del PP en 2011 cree que no debería presentarse, porcentaje que cae al 42% cuando se refiere a los que aseguran que votarán a este partido a partir de 2015.

El PSOE va a sufrir una debacle similar. No sólo resulta probable que saque menos alcaldes que en 2011, sino que, además, habrá una ristra de municipios donde el PP pierda la mayoría absoluta y los socialistas no puedan encabezar la alternativa de poder. La situación resulta diabólica para los intereses de Pedro Sánchez. El Confidencial recogía recientemente las reflexiones de un destacado dirigente de la formación: “Si pactamos con el PP, desaparecemos. Y si pactamos con Podemos, arruinamos España”. Es el caso de Madrid, donde el PSOE puede convertirse en el tercer partido, situándose por debajo del de Pablo Iglesias. En ese supuesto, sólo cabrían dos posibilidades: dar la alcaldía a Podemos o hacer como IU en Extremadura y abstenerse para que gobierne el PP. Cualquier opción resulta terrible. Después de veinticinco años en la oposición en la capital de España, los populares perderían la mayoría absoluta y Ferraz tendría que permitir que siguieran gobernando. “Va a ser muy difícil explicárselo a nuestra gente. Y un mes después tenemos las primarias”, reflexionan en el PSOE. “Lo peor del 24-M no es que te des una leche... Lo peor es que se la dé el PP y tú no la puedas aprovechar”.

Siguiendo esta línea lógica de acontecimientos, la aclamación triunfal de Pedro Sánchez como Imperator Caesar en las primarias no será tal. Habrá candidaturas alternativas. Una bien podría ser la de Susana Díaz, quien tendría que renunciar a la presidencia de Andalucía para luchar por unas generales complicadas –por no decir imposibles– de ganar; y otra, la de Carme Chacón, siempre al acecho, que igual que ofreció su apoyo al actual líder socialista, ahora podría recular en busca de esas mieles que le negara Rubalcaba. La catalana contará para ello con la inestimable colaboración de su marido, Miguel Barroso, persona en la que bien podría haberse basado Sun Tzu para escribir El arte de la guerra. La capacidad de persuasión del exsecretario de Estado de Comunicación resulta indudable. Sólo así se entiende que haya colado a uno de los suyos, Luis Arroyo, en el mismísimo despacho de Sánchez.

Este horizonte, tan descabellado como verosímil, nos muestra dificultades serias para gobernar tras las municipales y autonómicas, rebelión en el PP contra Rajoy por la pérdida de poder territorial y unas primarias en el PSOE en las que, lejos de imponerse el rodillo, estaría todo por decidir. Con estos mimbres, cualquier cosa podría suceder, incluso que ni Rajoy ni Sánchez acudieran como candidatos. Sería la Casa de la Pradera versión 2015.

El PP busca finca a las afueras de Madrid para representar la tragedia shakesperiana que se cierne sobre el partido tras las elecciones municipales y autonómicas. Igual que la Comisión Permanente de la UCD, compuesta por Fernando Abril, Rodolfo Martín Villa, José Pedro Pérez Llorca, Francisco Fernández Ordóñez et alii, se reunió en la denominada Casa de la Pradera, sita en la localidad madrileña de Manzanares el Real, para tratar de evitar la desintegración de la formación y hacer ver a Adolfo Suárez que sus trucos de prestidigitador apenas servían de placebo para atajar el cáncer del país, igual que el entonces presidente del Gobierno sintió el frío acerado de la traición clavarse en su pecho nada más traspasar el umbral de aquella finca para luego capitular, igual que ocurrió en los estertores de la Transición, digo, puede suceder tras el 24 de mayo, con una miríada de populares desafectos, apeados de sus cargos, dirigiéndose a su jefe de filas para decirle: “Mariano, no vas a ser tú…”.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez Susana Díaz