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“Rodrigo. Lo entiendo. Sé fuerte”
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Nacho Cardero

Caza Mayor

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“Rodrigo. Lo entiendo. Sé fuerte”

Rajoy ya tiene a su Mariano Rubio. Bien para evitar que el escándalo le estalle más adelante, bien para hacer ver que no hace distingos entre apellidos, el presidente ha encontrado a su chivo expiatorio

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El mismo día que el exgobernador del Banco de EspañaMariano Rubiodaba con sus huesos en la cárcel (5 de mayo de 1994), al entonces líder de la oposición, José María Aznar, se le ocurrió la idea de celebrar tan singular ocasión regalando CDs de los monjes de Silos a sus amigos. Los cantos gregorianos del monasterio eran en aquellos momentos tan populares como lo son los cofres de las temporadas de Juego de Tronos ahora. Había una auténtica fiebre por esta música coral. En abril de 1994, recordemos, uno de sus álbumes, Chant, había alcanzado el número uno en ventas según la prestigiosa lista americana Billboard.

Aquellos cantos gregorianos eran la banda sonora para el final de una época. Felipe González, acorralado por los casos de corrupción, servía a la opinión pública la cabeza de Mariano Rubio en un intento desesperado por mantener el control de una legislatura que se le iba por el sumidero. La imagen del exgobernador entrando en prisión supuso una sacudida para esa beauty que, como decía Solchaga, presumía de vivir en el país de los pelotazos exprés.

La alta sociedad de entonces no se diferencia en mucho a la que el jueves caía en estado de shock y apenas podía dar crédito a las imágenes retransmitidas en directo de Rato saliendo de su casa acompañado por la Policía. “Yo no sé lo que está pasando en este país”, relataba uno de los pocos amigos que le quedan al exvicepresidente económico. “Todavía no me creo que lo estoy viendo”. El escenario, con esa mano vejatoria apretando el parietal de Rato en su entrada en el vehículo policial, exhumaba un tufillo a Juego de Tronos que ni los peores ardides de Cersei Lannister, la mala malísima de la serie.

Tal vez por ello no resulte extraño que Pablo Iglesias, a diferencia de Aznar, que se decantó por la música clásica para explicitar el final de una época, haya escogido una serie de televisión de intrigas palaciegas, decapitaciones y relaciones incestuosas para tratar de argumentar ante Felipe VI los cambios que se están produciendo en esta España cada vez más irreconocible.

Rajoy ya tiene a su Mariano Rubio. Bien para evitar que el escándalo le estalle más adelante, bien para marcar distancias y hacer ver que este Ejecutivo no hace distingos entre apellidos, el presidente del Gobierno ha escogido a Rato, consciente o inconscientemente, como chivo expiatorio. Primero filtrando la información desde el Sepblac, dependiente de Economía, y luego, con la pasividad y tal vez permisibilidad de Moncloa, exhibiendo su pieza ante las cámaras igual que los emperadores echaban los cristianos a los leones.

Más que una voladura controlada, lo de Rato ha sido un terremoto nueve punto cinco. Se les ha ido de las manos por muchas y variopintasrazones. Porque Rato es algo más que otro miembro del PP acusado de delito fiscal y blanqueo de capitales. Por falta de estrategia y de coordinación. Por esa sensación de que cada uno hace la guerra por su lado, de que, a estas alturas de legislatura, los Guindos, Montoro, Soraya, Cospedal, amén del propio Rajoy, sólo tratan de salvar sucuelloo lo que queda de él. Ahora que la curva de los sondeos electorales sigue sin encontrar suelo, el presidente del Gobierno anda deprisa y corriendo reuniéndose con los empresarios (este martes) y montando off the record con su guardia pretoriana. Too late.

Rajoy no levanta cabeza desde que se hicieran públicos sus SMS a Bárcenas. Aquel celebérrimo “Luis, sé fuerte” ha trocado ahora por el de Rodrigo. El presidente del Gobierno está, pero no está. Es otra ficha más en aquel dominó que rodeaba a Aznar y que va cayendo poco a poco. Por nombres ilustres, sólo queda Pedro Arriola, que casi con toda seguridad hará las maletas y se exiliará a Guadalmina, Marbella, una vez pasen las últimas generales.

En su libro de reciente aparición, Historia vivida de España. De Franco a Podemos: 1970-2020, el periodista Fernando Jáuregui recordaba, a modo de semblanza del personaje, la entrevista que realizó el enviado especial de The Wall Street Journal a un crecido José María Aznar en el año 2000. Cuando el periodista le preguntó dónde residía el “milagro español”, el expresidente respondió modestamente: “El milagro soy yo”. Lo cierto es que la edad dorada de España entre 1997-2006, con crecimientos anuales del 4%, tiene más padres que algunas señoritas de Las Ramblas. No obstante, siempre ha habido un cierto consenso en atribuírselo, mal que bien, a Rato, quien fuera todopoderoso vicepresidente económico del Gobierno.

Por ese complejoinmarcesibles de la derecha, Rodrigo Rato Figaredo (18 de marzo de 1949, Madrid) siempre fue considerado en AP primero y en el PP después como el aristócrata del partido, ese señorito que hablaba muchos idiomas, envarado y un tanto insolente, es verdad, pero al que había que profesar admiración, incluso reverencia, por ser quien era y por venir de una familia bien. Era aquel joven que “contaba chistes divertidos, llegaba tarde a casi todas partes y paseaba por Madrid subido en una moto y vestido con una gabardina” (El poder popular: quiénes son, cómo piensan los hombres de Aznar,Luis Herrero).

Cursó el bachillerato en la Inmaculada del Colegio Areneros, en Madrid; dejó ICADE, Universidad de los Jesuitas, a los seis meses de comenzar para pasarse a la Complutense y luego se desplazó a California para realizar un MBA enBerkeley. Rato, quizá por provenir de quien viene y tener como bisabuelo, vía paterna, a Faustino Rato y Rodríguez de San Pedro–quien fuera alcalde de Madrid y ministro en distintas carteras a finales del siglo XIX–, y lucir pátina de linaje asturiano, vía materna, por parte de los Figaredo, siempre ha exhibido cierta superioridad moral. Tanto era así que para el exdirector gerente del FMI, su entonces amigo Aznar, aquel que le quería arrebatar el título de padre del milagro económico español, no dejaba de ser un mero arribista.

La relación de Aznar y Rato siempre pareció sacada de la pluma de un guionista venezolano. Como en todo culebrón, se trataba de una historia de amores y desencuentros, de piropos y recelos, que tuvo su punto culminante en la designación de Rajoy como sucesor en detrimento de Rato. La ruptura del presidente con su número dos no fue por sus diferentes pareceres en torno a la guerra de Irak. Al menos, no sólo. También tuvo que ver el ataque de cuernos de Aznar después de que Rato se encamara con su peor enemigo, Jesús Polanco, y empezara a frecuentar la finca del Valdemorillo, propiedad del difunto editor, seducido por esas ínfulas intelectuales y de parné con las que siempre ha espolvoreado su currículum vitae.

Rodrigo Rato tenía debilidad por el dinero,como se puede colegir de sus postreras experiencias en Lazard y Bankia. En Los Rato 1795-2002, posiblemente el más certero retrato que se ha realizado de esta familia, Ramón Tijeras recuerda cómo el exvicepresidente del gobierno, y hoy ángel caído, tuvo que realizar la prescriptiva declaración de actividades al tomar posesión de su escaño en el Congreso una vez ganadas las elecciones del 96.

“Rodrigo Rato es uno de los diputados que más intereses declara. En concreto, anota que tiene acciones en casi veinte empresas: Construcciones Riesgo, Edificaciones Padilla, Jaume Serra […]. También especifica que tiene participaciones en bancos y otras entidades de gran volumen como Banesto (2.500 acciones), Central Hispano (156). […] Su confesión es de las más completas de la reciente historia democrática”. “Sin embargo –recalca Tijeras–, omite empresas y negocios cuya gestión sigue en manos de su hermano Ramón, de su cuñado José de la Rosa Alemany, casado con su hermana María Ángeles Rato, de Luis Alberto Salazar Simpson, concuñado de Rato, o de algunos de los colaboradores más cercanos de la familia, como Marcial Zazo, Gonzalo Martín Borregón y Javier Calvo Zabalgoitia.[…] En total, Rato elude mencionar más de sesenta empresas gestionadas por su familia”.

La TV le ha condenado de por vida como la sentencia 8748, de febrero 1967, condenaba a su padre a pagar 160 millones de pesetas y a tres años de prisión

Familia y honor, palabras que la Casa Rato ha llevado como lema en los dos últimos siglos y ha querido zurcir en sus blasones a modo emblema, quedaron por los suelos con las imágenes de televisión del pasado jueves igual que sucediera hace unos años, coincidiendo con el enlace de María Ángeles ‘Mami’ Rato (hermana de Rodrigo, luego casada con De la Rosa Alemany) y Emilio García Botín (prohijado de Marcelino Botín y primo del fallecido Emilio Botín, de cuya unión derivaría una estrecha ‘relación crediticia’ con el Santander). Allí, en el Hotel Castellana Hilton, hoy Intercontinental, en presencia del tout Madrid, detuvieron al padre y hermano de Rodrigo Rato. El escarnio público guarda evidentes analogías con el de la pasada semana. La sentencia número 8748, de 17 de febrero de 1967, condenaba al padre a una pena de multa de ciento sesenta millones de pesetas y tres años de prisión.

Hoy, como ayer, la historia se repite. Y hoy, como ayer, existe la sensación generalizada de que el padre del milagro económico español puede acabar en prisión. “Este último año y medio ha sido muy duro en lo personal”, confesaba el ministro Montoro a sus íntimos. “No nos esperábamos que Rato estuviera metido en tantos charcos”. El ministro de Hacienda, como la mayoría de sus compañeros del PP, ha dejado de llamarle Rodrigo. Para ellos, simplemente se trata sólo del ‘condenado Rato’.

El mismo día que el exgobernador del Banco de EspañaMariano Rubiodaba con sus huesos en la cárcel (5 de mayo de 1994), al entonces líder de la oposición, José María Aznar, se le ocurrió la idea de celebrar tan singular ocasión regalando CDs de los monjes de Silos a sus amigos. Los cantos gregorianos del monasterio eran en aquellos momentos tan populares como lo son los cofres de las temporadas de Juego de Tronos ahora. Había una auténtica fiebre por esta música coral. En abril de 1994, recordemos, uno de sus álbumes, Chant, había alcanzado el número uno en ventas según la prestigiosa lista americana Billboard.

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