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Ni Rajoy, ni Sánchez, ni mucho menos Aznar: llega el momento de las 'señoras'
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Nacho Cardero

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Ni Rajoy, ni Sánchez, ni mucho menos Aznar: llega el momento de las 'señoras'

Es en este endiablado panorama donde han vuelto a surgir los nombres de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y de la secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz

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Es la tormenta perfecta. Se especule con las alianzas que se especule, el país ha devenido ingobernable. En cuanto uno intenta poner un naipe en el flanco derecho para levantar el castillo, se le cae el izquierdo. Y viceversa. Cuesta imaginar una mente capaz de idear escenario tan maquiavélico. Es sumar dos y dos, y salirte tres. Y por si fuera poco, llegó Aznar.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se acostaron el 20 de diciembre creyendo que podrían ser presidentes por alguna extraña carambola y se han levantado en un laberinto de Escher del que son incapaces de salir. Esa marea de indignados, esa corriente de fondo que lleva cuatro años incubándose como epílogo a una de las mayores crisis de este país, ha estallado contra los muros del Congreso con una fuerza jamás vista en democracia, de tal forma que, hoy por hoy, una presidencia tanto del uno como del otro se antoja complicada.

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Llegados a este punto sólo quedan dos opciones: convocar nuevas elecciones para la primavera o buscar otros nombres de PP y PSOE capaces de desencallar la situación. Si atendemos a la opinión extendida en todas las formaciones, según la cual una repetición supondría reconocer el fracaso del proceso, ahondaría en la ya de por sí maltrecha imagen de los partidos y no garantizaría unos resultados muy diferentes a los del domingo, o al menos igual de complicados de manejar, la única solución que se vislumbra en el horizonte sería la de cambiar de contendientes.

La 'Operación Menina' versión 2.0 vendría también propiciada por el pinchazo de C's, cuya capacidad de influencia ha quedado visiblemente mermada

A esto último se refirió ayer el expresidente del Gobierno, José María Aznar, cuando impelió al Comité Ejecutivo del PP a celebrar “cuanto antes” un congreso nacional “abierto” para elegir al líder de la formación, que es la forma más amable que tiene de decir que la etapa de Rajoy ha tocado a su fin y debe dejar paso a savia nueva. El comentario pasó sin pena ni gloria por el cónclave popular por eso de que el ascendente de Aznar sobre la formación va menguando según pasan los años. Algunos creyeron ver en sus palabras un mensaje de advertencia para que no se cayera en el error de nominar 'dactilarmente' a Soraya como sucesora, que es, paradójicamente, lo que el propio expresidente del Gobierno hizo doce años atrás.

Pero ¿puede Rajoy gobernar únicamente con el apoyo de Ciudadanos? ¿Se abstendría Pedro Sánchez para facilitar su investidura después de llamarle “indecente” ante diez millones de espectadores? ¿Está legitimado Rajoy para seguir al frente del país después de haberse dejado 63 diputados por el camino y encontrarse lejos de una mayoría suficiente? No. ¿Puede Sánchez gobernar habiendo perdido 20 diputados respecto a 2011, con un PSM hundido y un partido que parece el motín del Caine? ¿Va a dejar que su formación se ponga en manos de Podemos, donde están Iglesias, Colau, Oltra y Beiras, entre otros, o de los independentistas, que hoy te exigen un referéndum en Cataluña como mañana te piden la Puerta de Alcalá, para poder llegar a La Moncloa? Tampoco.

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Es en este endiablado panorama donde han vuelto a surgir, una vez más, los nombres de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y de la secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz. La primera como candidata de consenso para desbloquear la situación, propiciar la abstención de C's y PSOE y facilitar de esta forma la llegada de la lista más votada, el PP, al Gobierno; y la segunda, Susana Díaz, como garante de los principios que guían el ideario del PSOE, siendo el primero de ellos el de la 'unidad de España', como así se lo van a recordar algunos barones a Sánchez en el Comité Federal de este sábado 26 de diciembre.

La 'Operación Menina' versión 2.0 vendría también propiciada por el pinchazo de Ciudadanos, cuya capacidad de influencia en el panorama político ha quedado visiblemente mermada. En esta tormenta perfecta, Albert Rivera quería hacer las veces de capitán Ahab para acabar con la ballena blanca de Rajoy y al final ha terminado calado hasta los huesos como el grumete del capitán Pescanova. Dijimos en su día que C's mataba al PP pero al mismo tiempo le daba la vida, esto es, que le restaba votos de 'populares' desencantados para luego devolvérselo tras el 20-D. Nos equivocamos. Efectivamente, Ciudadanos ha matado al PP, pero sin visos de resucitarle. y al mismo tiempo se ha hecho un harakiri del que le va a costar recuperarse. Por este motivo, a Rivera tampoco le convienen elecciones anticipadas por miedo a un trasvase de votos hacia Génova.

Hay coincidencia en señalar las dos últimas semanas de Rivera como catastróficas, pues ha sido en estos días cuando ha perdido la llave que tenía en su mano para facilitar la gobernabilidad del país y se la ha entregado en bandeja de plata a los nacionalistas, su Némesis ideológica. El hecho de emplear la táctica de la tabla de surf (“como me lleva la ola, me agarro fuerte y no me muevo”), de pasearse desdibujado por los debates de televisión y sus erráticas declaraciones sobre pactos y alianzas (“sólo me voy a votar a mí mismo”), le hicieron perder credibilidad como elemento necesario para contribuir a la estabilidad del país y frustraron sus expectativas electorales.

El mundo del dinero anima un gobierno del PP en minoría con la abstención de PSOE y C's. Entiende que debe haber algún tipo de entente entre estas formaciones para desbloquear la gobernabilidad. Ya mucho antes de las elecciones del 20-D, la CEOE manejaba un informe en el que se hablaba de una gran coalición a tres bandas, limitada en el tiempo (18 meses a lo sumo) y con sólo cuatro puntos en el acuerdo: primero, un proceso constituyente en torno a la Monarquía; segundo, un pacto para blindar la unidad territorial y atajar el problema catalán; tercero, estabilidad para apuntalar la recuperación económica, y cuarto, un compromiso firme en la lucha contra el terrorismo. Este informe también ha llegado a Zarzuela, donde Felipe VI deberá proponer a los candidatos para formar gobierno… Y lo hará aunque estos candidatos puedan pactar con formaciones que busquen acabar con la Corona.

Es la tormenta perfecta. Se especule con las alianzas que se especule, el país ha devenido ingobernable. En cuanto uno intenta poner un naipe en el flanco derecho para levantar el castillo, se le cae el izquierdo. Y viceversa. Cuesta imaginar una mente capaz de idear escenario tan maquiavélico. Es sumar dos y dos, y salirte tres. Y por si fuera poco, llegó Aznar.

Mariano Rajoy Soraya Sáenz de Santamaría Susana Díaz Pedro Sánchez