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Los 80 minutos en los que Felipe VI hizo sudar tinta china a Quico Homs
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Nacho Cardero

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Los 80 minutos en los que Felipe VI hizo sudar tinta china a Quico Homs

El Rey le dijo que esto se acababa, que no iba a permitir más vivas a la República ni más desplantes; que el desaire a Forcadell suponía una nadería comparado con la humillación a su persona en Cataluña

Foto: Ilustración: PABLO LÓPEZ LEARTE
Ilustración: PABLO LÓPEZ LEARTE

Fueron 80 minutos, pero bien podría haber durado tres horas. El Rey tenía munición de sobra para descerrajar sobre un cariacontecido Francesc Homs, quien todavía hoy tiene dificultades para interpretar lo ocurrido el pasado miércoles. El líder y portavoz de la antigua Convergència (CDC), hoy Democràcia i Llibertad (DiL), arrancó la audiencia expresando su malestar por la decisión del Monarca de no haber recibido a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, para que le comunicara la investidura de Carles Puigdemont, pero acto seguido, antes de que el nacionalista pudiera recuperar el resuello, Felipe VI contraatacó con un torrente de reproches. Jamás lo hubiera imaginado. Homs se esperaba al Rey taimado de los telediarios de la 1 y se encontró con el Rey de 'La Sexta Noche'.

Felipe VI vino a decirle que esto se acababa, que no iba a permitir más vivas a la República ni más desplantes a la Jefatura del Estado, que el hipotético desaire a Forcadell suponía una nadería comparado con la humillación constante a su persona en Cataluña amparada por las autoridades de la Generalitat. Según relata el propio portavoz de DiL a sus próximos, el Rey no dio pie a concesión alguna. Le esperaba con la lección bien aprendida y una lista de alusiones 'ad hominem'. Le recordó encuentros pasados y conversaciones hoy traicionadas. Tenía detalles, fechas, nombres… Apenas le dejaba un hueco para escabullirse. A Quico Homs se le quedó cara de 'sparring' de 'Rocky Balboa' tras la reunión con el Monarca.

Vídeo: Francesc Homs comparece tras su encuentro con el Rey.

Felipe VI abandonó su habitual tono protocolario para recibir al líder nacionalista. Son por todos conocidas las limitaciones con que la Carta Magna encorseta su figura, tal y como se encargó de recordar en su discurso de 19 de junio de 2014, día de la proclamación, cuando dijo que “yo soy un Rey constitucional”, pero también sería ingenuo ignorar lo mucho que se juega en este envite. Igual que está obligado a cumplir su mandato legal, que no es otro que facilitar la elección del presidente del Gobierno, igual de cierto es que en cualquier momento se puede ver obligado a proponer a un candidato a la investidura condicionado por los nacionalistas y débil para frenar la escalada secesionista impulsada desde el Palacio de la Generalitat.

El Rey está necesitado de expresar con símbolos lo que la Constitución le impide encarar factualmente. Como recordaba José Antonio Zarzalejos, los gestos del jefe del Estado deben de ser coherentes “con el comportamiento tanto de la presidenta del Parlament como del de la Generalitat, el actual y el anterior, y lo son también con el rigor y severidad que el Rey debe mostrar en un conflicto que afecta al núcleo duro de su función simbólica”.

En la rueda de prensa posterior, Homs trató de rebajar la tensión del encuentro y refirió que la audiencia había transcurrido con cordialidad para luego matizar que el Monarca se encuentra “en las antípodas” en el terreno político. Inmediatamente después, subió un tuit con la portada de 'La Vanguardia' de 21 de abril de 1990, donde un entonces barbilampiño príncipe Felipe afirmaba que “Catalunya es la que els catalans volen que sigui” (“Cataluña es lo que los catalanes quieren que sea”), a lo que el portavoz de DiL añadía que eso es lo que “educada y claramente le he dicho al Rey que estamos haciendo. Las urnas han de respetarse”.

A Quico Homs (Vic, 1969), el mago borrás de Artur Mas durante los últimos años, lo han mandado al exilio en Madrid tras haberse estrellado en su estrategia de echarse al monte y después de haber convertido Convergència en una formación tan marginal que se han visto forzados a cambiarla de nombre para que no desaparezca. Le recomendó a Mas que fuera a por todas, que las encuestas que manejaba Jordi Sauret, el Arriola de CDC, le daban mayoría suficiente para gobernar, y se han dado un castañazo del doce.

Luego del batacazo, Homs buscó acomodo en la lista del 20-D para hacer de ‘embajador catalán’ en Madrid y ocupar los otrora aposentos de Duran i Lleida en el Palace. Su gozo en un pozo. Fue llegar a la capital y percatarse de que la cosa había cambiado, de que no había dinero para más suites en hoteles de máxima calificación y que ahora se tenía que conformar con una aseada habitación en Catalonia Las Cortes, un cuatro estrellas junto a la Plaza de Santa Ana. “Estoy pagando los desaguisados de quienes me precedieron”, aseguran que va rezongando por ahí.

Con un Govern dependiente de los antisistema de CUP y un Junqueras incómodo en su papel, “es dudoso que la nueva legislatura cumpla los 18 meses acordados”

La figura de Quico Homs y su nuevo papel institucional refleja el patio de Monipodio en el que se ha convertido la política catalana, con un Gobierno confeccionado con retazos de distintos partidos y más variopintas ideologías. En el nuevo Govern, nadie parece sentirse a gusto. A tenor de las últimas imágenes, el que menos cómodo se encuentra es Oriol Junqueras, quien, después haberse reunido con los poderes fácticos, incluido el presidente de La Caixa, Isidre Fainé, vendiéndoles su cara más amable y moderada, ha sido orillado en su pretensión más ambiciosa: la de coronarse como 'president'.

Estas divisiones internas quedaron escenificadas en la misma toma de posesión de Puigdemont. Ese día, los miembros de ERC se ausentaron de la celebración en el Pati del Tarongers para reunirse apartados en otro corrillo, tal y como relató en estas mismas páginas Marcos Lamelas. Allí se encontraban, además de Junqueras, la diputada y número dos de ERC, Marta Rovira; el especialista en temas económicos, Pere Aragonés, y el futuro 'conseller' de Exteriores, Raül Romeva. Las caras de unos y otros hacían pronosticar una legislatura breve.

La ‘Nota ejecutiva sobre la evolución del escenario en Cataluña’ que los asesores de Mas han elaborado viene a corroborar esta tesis: “Parece claro que la duración de la nueva legislatura no cumplirá los cuatro años normales y también es dudoso que llegue a cumplir los 18 meses acordados. Dos factores principales marcarán la capacidad de resistencia de la legislatura. Por un lado, el tiempo que requiera la construcción del nuevo partido substitutivo de la actual CDC y su capacidad para ser competitivo en términos electorales. Y por otro lado, la capacidad real de domesticación de la CUP. Sobre el papel parece que este punto se ha garantizado con el mecanismo de estabilidad parlamentaria, pero a la vista de la naturaleza antisistema del partido parece un supuesto muy frágil e inocente. En este sentido, la visibilidad temporal del nuevo Gobierno parece incierta más allá de un año…”.

Fueron 80 minutos, pero bien podría haber durado tres horas. El Rey tenía munición de sobra para descerrajar sobre un cariacontecido Francesc Homs, quien todavía hoy tiene dificultades para interpretar lo ocurrido el pasado miércoles. El líder y portavoz de la antigua Convergència (CDC), hoy Democràcia i Llibertad (DiL), arrancó la audiencia expresando su malestar por la decisión del Monarca de no haber recibido a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, para que le comunicara la investidura de Carles Puigdemont, pero acto seguido, antes de que el nacionalista pudiera recuperar el resuello, Felipe VI contraatacó con un torrente de reproches. Jamás lo hubiera imaginado. Homs se esperaba al Rey taimado de los telediarios de la 1 y se encontró con el Rey de 'La Sexta Noche'.

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