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Pedro Sánchez: “No ganaré sino que arrasaré en las primarias”
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Nacho Cardero

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Pedro Sánchez: “No ganaré sino que arrasaré en las primarias”

No le preocupa que los siete barones que gobiernan en comunidades autónomas hayan manifestado su frontal oposición al candidato. Dice que no es problema. Pondrá a otros siete

Foto: El precandidato a la secretaría general del PSOE Pedro Sánchez. (EFE)
El precandidato a la secretaría general del PSOE Pedro Sánchez. (EFE)

Pedro Sánchez se ha convencido a sí mismo de que “no solo ganaré las primarias sino que arrasaré”. No importa que tenga en contra a los líderes regionales porque, una vez que llegue al poder, los irá cambiando en los sucesivos congresos autonómicos, como tampoco resulta un problema, aunque lo parezca, y mucho, que los siete barones socialistas que actualmente gobiernan en comunidades hayan manifestado su frontal oposición al candidato. Asegura que no hay de qué preocuparse. Dice que pondrá a otros siete.

Le preguntó Pedro Piqueras en Telecinco si lo que le movía en esta campaña era la venganza por el ‘golpe' del 1 de octubre. Respondió con monosílabos: “No”, “nunca”. Sus ojos, en cambio, confesaban lo contrario. Decía Shakespeare que la ira es el veneno que se toma uno para que muera el otro. Pues bien, atendiendo a la comunicación no verbal de la entrevista, visiblemente tenso, con el brazo rígido y la palma apoyada sobre la mesa, el candidato socialista ha debido acabar con todas las existencias conocidas del citado elixir.

Porque de eso va esto: de condición humana. Hay algo de política y de modelo de país, pero sobre todo de sentimientos personales. Los idilios truncados, como el de Sánchez con Susana Díaz, que devienen en odio atávico se convierten en un motor poderoso a la hora de conseguir determinados fines, caso de la Secretaría General del PSOE. Luchar, ganar, eliminar.

El candidato asegura que no le mueve la venganza, pero sus ojos hablan de ira; y la ira es el veneno que se toma uno para que muera el enemigo

Son estas emociones viscerales, más propias del fútbol que de la política, las que explican el fervor que Sánchez despierta en los mítines entre sus fieles. El socialista ‘lo peta’. Se vio en Dos Hermanas, más tarde en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, este sábado en el mitin en la plaza de la Fábrica de Creación Fabra i Coats, en Barcelona. Congrega a miríadas de simpatizantes, muchos más que la presidenta de Andalucía. Es el ‘candidato cool’.

Está de moda decir que uno vota a Sánchez. Los demás es ‘trama’. Lo es Susana Díaz, que con su golpe de mano facilitó que llegara al gobierno el PP, ese mismo partido que copa los titulares por sus corruptelas; lo es José Luis Rodríguez Zapatero, que salió corneado por sus declaraciones sobre Cataluña y las andaluzas; lo es Felipe González con sus puertas giratorias, los medios de comunicación… todos, absolutamente todos son 'establishment'.

De los tres hitos que componen la actual campaña, es decir, del lanzamiento de las candidaturas, la recogida de avales y el debate televisivo, la andaluza ha salido victoriosa del primero y hará lo propio, y con holgura, en el segundo. Díaz pretende hacer de los avales unas primarias de las primarias, de forma que sus rivales salgan desanimados de la contienda y no levanten cabeza. Los sanchistas, conscientes de semejante estrategia, comentan jocosos que la presidenta andaluza va a lograr más avales que luego votos.

El objetivo mínimo de Díaz son las 41.338 rúbricas que Sánchez levantó en 2014 en la consulta que le llevó Ferraz. De ahí en adelante. Si puede conseguir 60.000, se dejará las pestañas en el intento. Tiene al aparato movilizado, tanto a los suyos como a los que, sin presumir de susanistas, se declaran antisanchistas ‘en defensa propia’. Lo que prevalece aquí, decía Gonzalo López Alba en este diario, es “el voto “en contra de” en lugar del voto “a favor de””.

Sánchez quiere ganar y pretende hacerlo a lo Donald Trump. ¿Para qué mimar a los medios cuando tengo a las redes sociales?

Si extrapolamos los avales a las primarias, Susana Díaz saldría vencedora de las mismas. Los sanchistas, en cambio, están convencidos de lo contrario, de que no solo es una cuestión de sumar con los dedos. Para ellos todo lo que antes era normal hace mucho que dejo de serlo. Los números, los sondeos y los medios de comunicación van por un lado y la realidad, por otra.

Así, aunque los avales dan la razón a la lideresa andaluza, quien llena las plazas y los estadios es Sánchez. Como escribía Ignacio Varela, los pronósticos y lecturas que hacemos habitualmente ya no sirven, “los marcos convencionales están desbordados por una realidad nueva, de la que solo sabemos lo que vamos aprendiendo tras cada sobresalto”.

Sánchez quiere ganar y pretende hacerlo a lo Donald Trump, es decir, sin la ayuda de la prensa y con gran parte de la misma en su contra. Huye de los medios de comunicación como si tuvieran lepra. Se muestra reactivo a los mismos desde su última etapa al frente del PSOE, especialmente tras su aparición en ‘Salvados’ de Jordi Évole. Da entrevistas con cuentagotas y evita cuanto puede las cámaras. Lo suyo es jugar a ser un ‘outsider’: ¿para qué mimar a los medios cuando tengo a las redes sociales?

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El amor entre Pedro Sánchez y la prensa se acabó hace tiempo. Bien por la corrupción de Madrid, bien por las elecciones francesas, La Vanguardia apenas dedicó una escueta llamada en la portada del sábado a la entrevista que hizo al candidato socialista. Si no hubiera sido por las polémicas declaraciones sobre la ‘nación’ catalana -donde dije digo, digo Diego- su periplo por Barcelona habría pasado casi inadvertido por los medios.

Tampoco la conversación que mantuvo con Pedro Piqueras en Telecinco despertó pasiones entre la audiencia. El 'share' fue inferior al de Patxi López y eso que pasaba por ser su primera aparición catódica después de largo y premeditado silencio. Pero ésa, dice, no es su guerra. Su guerra es otra: la de Twitter y las plazas de los pueblos. Ahí, se ufanan los suyos, lo ‘peta’.

Pedro Sánchez se ha convencido a sí mismo de que “no solo ganaré las primarias sino que arrasaré”. No importa que tenga en contra a los líderes regionales porque, una vez que llegue al poder, los irá cambiando en los sucesivos congresos autonómicos, como tampoco resulta un problema, aunque lo parezca, y mucho, que los siete barones socialistas que actualmente gobiernan en comunidades hayan manifestado su frontal oposición al candidato. Asegura que no hay de qué preocuparse. Dice que pondrá a otros siete.

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