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Ángel Ron se encomienda a Santa Ana Botín para que compre ya el Popular
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Nacho Cardero

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Ángel Ron se encomienda a Santa Ana Botín para que compre ya el Popular

Esta crisis del Popular cada vez guarda más paralelismos con el caso Bankia por las consecuencias judiciales que se puedan derivar

Foto:  Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Ángel Ron no sabe a qué santo encomendarse. El expresidente del Banco Popular, que fue destituido con cerca de 20 millones de euros entre sueldo, pensiones e indemnizaciones, se teme un aluvión de demandas de inversores contra su persona por la macroampliación que puso en marcha el ejercicio pasado y que devino en absoluto desastre. Ron está rezando para que el Popular encuentre un comprador lo antes posible y minimizar daños. Por pedir, que no quede.

Cada día que pasa, sin embargo, la operación se vislumbra más complicada. El valor del banco no para de caer y el esfuerzo para hacerse con el mismo no deja de crecer. Primero fijaron una fecha límite el 10 de junio y luego lo ampliaron hasta finales de mes. Un calendario que parece pura fantasía. La solución se presume inminente. Cuestión de horas. Cada día que pasa, los daños aumentan de mil en mil millones y, como supuestamente ha advertido Elke König, directora de la Junta Única de Resolución (SRB) del Mecanismo Único de Resolución (MUR), la posibilidad de resolución gana enteros.

Después del desplome de ayer, las acciones se sitúan en los 0,5 euros, un 60% menos que los precios de la ampliación del año pasado

Hace ahora justo un año, Ron anunciaba un plan de rescate consistente en una macroampliación de 2.500 millones de euros para fortalecer el balance del banco y mejorar tanto sus niveles de rentabilidad como su solvencia. El precio de los nuevos títulos ascendía a 1,25 euros, lo que suponía un descuento del 47% sobre la cotización de aquellos momentos. Lo que entonces parecía una rebaja brutal, hoy se antoja ‘peccata minuta’. Después del desplome de ayer, las acciones se sitúan en los 0,5 euros, es decir, un 60% menos que los precios de la ampliación de 2016.

Al ser inquirido sobre la posibilidad de que los vaivenes continúen y se produzcan nuevas caídas, el presidente de la CNMV, Sebastián Albella, aseguró que no suspenderá la cotización de la entidad: "Por defecto, al mercado hay que dejarlo seguir funcionado". Un llamamiento a la tranquilidad que contrasta con la caza de brujas que el organismo supervisor ha iniciado entre medios y entidades financieras tratando de dar con el origen de las informaciones publicadas, queriendo ver fuera los demonios que hay que exorcizar dentro.

Esta crisis del Popular cada vez guarda más paralelismos con el caso Bankia. No tanto por las presiones recibidas entonces, que también, para hacer ver que la entidad no estaba tan mal como se pensaba y que la OPV era cuestión de Estado, sino por las consecuencias judiciales que se puedan derivar. Así, igual que la Audiencia Nacional ha decidido procesar al expresidente Rodrigo Rato y a una treintena de directivos de BFA y Bankia por la salida a bolsa, al entender que falsearon las cuentas anuales y hubo fraude a los particulares, lo mismo pueden colegir algunos inversores de la macroampliación de capital del Popular de 2016. Esto es, que se trucó la radiografía del banco para colocar la emisión en el mercado.

[Qué pasa con el Popular: la cronología para entenderlo​]

De ahí las plegarias de Ron a Santa Ana Botín para ver si se apiada y hace llover billetes sobre el Popular. Y si es posible, que el precio ofrecido se acerque a los 1,25 euros de la emisión de hace un año, algo que, más que un milagro exprés, se barrunta prácticamente imposible.

¿Por qué el Santander? ¿Podría ser el BBVA? Descartando una nueva ampliación, que en las circunstancias actuales sería como jugar a la ruleta rusa con siete balas, y viendo que Bankia silba para otro lado cada vez que se la sondea, solo caben dos candidatos con suficiente músculo financiero para acometer dicha adquisición: Santander y BBVA.

Ambos son los favoritos. En la entidad que preside Ana Botín dan por hecho que, en esta ocasión, no van a poder orillar las 'sugerencias' que les hagan, ya sean desde Economía como desde Europa, para participar en la nueva reorganización bancaria en ciernes. Si no es el Popular, será otro. La cuestión es que los teléfonos que están sonando en este preciso instante lo hacen para que se haga cargo de la entidad que dirige actualmente Emilio Saracho, un viejo conocido de Botín, con el que mantiene una relación que va y viene como el Guadiana.

Por su lado, el presidente del BBVA, Francisco González, ya se sentó a finales del año pasado a negociar la misma operación con el Popular de la mano de Lazard y CMS Albiñana & Suárez de Lezo. Fue la última maniobra de Ron en su intento por librarse del mexicano Del Valle y los consejeros rebeldes que le habían declarado la guerra. Ron fracasó en su intento y tuvo que abandonar el edificio Beatriz. Lo dejó, eso sí, en diferido. A pesar de que ya se sabía de la llegada de Saracho, hubo que esperar meses para abandonar la entidad, un tiempo precioso que hoy demanda el banco como si fuera oro en paño.

Ver para creer: después de un sinfín de test de estrés, ampliaciones y auditorías, todavía se desconoce, a día de hoy, el valor de los inmuebles

Lo que más frena a los interesados a la hora de hacer una oferta por el Popular es la incertidumbre de valor. Esto es, a día de hoy, todavía no se sabe el nivel de provisiones necesario que habrá que dotar. Después de un sinfín de test de estrés, ampliaciones y auditorías, se desconoce el valor de sus inmuebles.

Este ‘agujero negro’ en el balance es lo que ha llevado a los distintos departamentos de riesgos a estimar que el banco tiene unas pérdidas ocultas por una inadecuada clasificación de los créditos de, al menos, 3.000 millones de euros. Una cifra que los expertos aseguran va quedando pequeña según transcurren las horas.

Ángel Ron no sabe a qué santo encomendarse. El expresidente del Banco Popular, que fue destituido con cerca de 20 millones de euros entre sueldo, pensiones e indemnizaciones, se teme un aluvión de demandas de inversores contra su persona por la macroampliación que puso en marcha el ejercicio pasado y que devino en absoluto desastre. Ron está rezando para que el Popular encuentre un comprador lo antes posible y minimizar daños. Por pedir, que no quede.

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