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El jefe de la política exterior de Rabat "sugiere" la participación francesa y marroquí en el 11-M
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Jesús Cacho

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El jefe de la política exterior de Rabat "sugiere" la participación francesa y marroquí en el 11-M

Impresionante. “A las 24 horas de que los españoles desalojasen a los infantes de marina marroquíes instalados en el islote Perejil, el 17 de julio de

Impresionante. “A las 24 horas de que los españoles desalojasen a los infantes de marina marroquíes instalados en el islote Perejil, el 17 de julio de 2002, el Rey Mohamed VI envió a París a su hermana, la princesa Lalla Mariam, con un mensaje urgente para Jacques Chirac”. Así comienza la noticia que, a cuatro columnas y con foto de Jacques Chirac y del rey de Marruecos, el periodista Ignacio Cembrero firmaba el pasado jueves, 30 de noviembre, en el diario El País.

Cembrero (52), es uno de los españoles que mejor conocen Marruecos y el Magreb, como corresponsal que ha sido durante muchos años del diario de Prisa en Rabat. La noticia de referencia (Chirac instó a Mohamed VI a actuar juntos para frenar a España en Marruecos), sin embargo, está fechada en Madrid, aunque lo que más sorprendente tal vez sea su ubicación: perdida en la página 28 (par, por cierto), allí donde se suelen situar informaciones de tono menor, casi pegada a la sección de “Madrid”. La respuesta que Mohamed VI recibió de París fue esta: “Es ahora o nunca cuando hay que actuar para oponerse a la penetración española en Marruecos”.

El veterano periodista asegura que Chirac “prodigó varios consejos” al rey de Marruecos, para añadir que “a continuación se puso en marcha una estrategia para alcanzar este objetivo”. ¿Incluyó esa estrategia la conveniencia, tal vez la necesidad -si nos atenemos al imperioso discurso del galo- de echar del Gobierno de España al Partido Popular? ¿Mediante qué mecanismos? Siempre según Cembrero, la fuente de esta información es Taieb Fassi-Firhi, número dos de la diplomacia marroquí, aunque su verdadera ocupación es la de dirigir la política exterior alauita.

Copio textualmente de El País: “Sus reflexiones íntimas sobre las relaciones con España, y las de otros dos altos cargos marroquíes -Ahmed el Harchi, entonces jefe de la inteligencia exterior, y Noureddin Benbrahim, número dos de la policía secreta- figuran en una nota de cuatro folios elaborada en octubre de 2002 por la antena en Rabat de la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), el principal servicio secreto francés”.

“Este y otros documentos de la inteligencia francesa sobre Marruecos serán desvelados en un libro, Quand le Maroc sera islamiste (Cuando Marruecos sea islamista, editorial La Découverte), escrito por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau, que se presentará el 7 de diciembre”. Es evidente que nos hallamos ante una pieza informativa de enorme importancia para conocer lo que ocurrió de verdad el 11-M y para intuir quiénes fueron los verdaderos responsables, los autores intelectuales, de la masacre, lo cual no hace sino agrandar la estupefacción que produce constatar el escaso, por no decir nulo, eco que la información de Cembrero ha tenido en nuestro país, incluso entre gente que lleva años enredada en teorías conspirativas, alguna de ellas ciertamente pintoresca.

Conviene aclarar que, en la terminología española, Fassi Fihri sería un secretario de Estado de Exteriores, y es, desde luego, uno de los tres personajes –junto con el jefe de los servicios secretos marroquíes, Mansuri, y el jefe de la seguridad interior, Alí Himma– que más directa y decisivamente influyen sobre Mohamed VI.

El 28 de marzo de 2004, un servidor de ustedes -y perdón por la autocita- publicó en su Rueda de la Fortuna del diario El Mundo (Alfredo Pérez Rubalcaba y la mano negra del 11-M) una columna cuyos tres últimos párrafos decían textualmente lo siguiente: “¿Un ajuste de cuentas entre servicios secretos? Solo un analista de inteligencia, de extraordinaria finura es capaz de elegir el 11-M como fecha idónea, susceptible de provocar el vuelco político ocurrido en España el 14-M. El 11-M. Ni antes, ni después. Esta ha sido una operación de inteligencia, en realidad terrorismo de Estado, ejecutada por mercenarios marroquíes”. De ahí el interés de la mano negra por reivindicar inmediatamente la autoría para el fundamentalismo islámico, y la evidencia de las pistas servidas a la policía casi en bandeja.

“Y la pregunta que se hacen algunos hombres del antiguo CESID: ¿Sólo los servicios secretos iraquíes? Una pregunta que nos remite al clásico quid prodest? Difícil imaginar en la ribera del Tigris o las montañas de Afganistán análisis tan fino del inconsciente colectivo hispano como para preparar ese golpe en día tan señalado. Más fácil intuirlo en un despacho a orillas del Sena. ¿Han tenido algo que ver los servicios secretos franceses? Ahí está la posición de Aznar y del PP, contraria al nuevo reparto del poder en la UE que franceses y alemanes pretenden implantar en la futura Constitución europea. Sacando al PP del poder, se acaba la dureza española sobre el Tratado de Niza.

“El caso es que la CIA está volcada en el descubrimiento de la mano negra, y otro tanto ocurre con los servicios secretos británicos. ¿Consentirá el pueblo español tan brutal castigo sin tratar de descubrir, cueste lo que cueste, a los responsables finales de la matanza? Una prioridad absoluta del Gobierno Zapatero. Mas que de seguridad, se trata de una cuestión de dignidad. La dignidad de un pueblo libre, al que no se le puede masacrar impunemente”.

Mucha gente se ha interesado por esta columna y me ha preguntado después por qué no profundicé por ese camino. La respuesta es fácil: la garganta profunda desapareció, como si la hubiera tragado la tierra. Ahora aflora de nuevo con fuerza la sospecha de los servicios secretos franceses -la direction générale de la Sécurité extérieure (DGSE), popularmente conocida como La Piscina, por su cercanía a la piscina de la rue des Tourelles, en el distrito XXº parisino- como motor de los trascendentales cambios políticos ocurridos en España el 14-M, con los servicios secretos marroquíes como ejecutores -en realidad una mera subcontrata del plan galo-, deseoso el monarca alahuí de devolver con creces la afrenta de Perejil a José María Aznar. ¿Le suena esto al citado Aznar? ¿Tiene algo que decir? ¿Y a su ministro de Defensa, el inefable Trillo, autor de aquel memorable speech “al rayar el alba, con viento fresco de Levante...”?

No pretendo reventarles la valiosísima información que Ignacio Cembrero aporta en El País del jueves, pero permítanme terminar diciendo que Lalla Mariam, íntima de la familia Chirac, regresó a Rabat con los planes del mandatario galo para ayudar a Mohamed VI en contra de España. Los primeros platos rotos los pagaron una serie de empresas españolas que inexplicablemente empezaron a perder concursos en Marruecos cuya licitación pública ya tenían asegurada.

Más importante aún, el monarca marroquí dio inicio a un programa de rearme que le llevó a comprar 12 reactores Mirage en los Emiratos Árabes Unidos, y a viajar a Moscú para comprar más armamento. ¿Terminaremos algún día por saber qué salió del baño que Chirac y Mohamed VI se dieron en La Piscina de la DGSE francesa? ¿Hará algo nuestro Gobierno al respecto? Atentos, pues, a la publicación del libro Quand le Maroc sera islamiste, de los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau.

Impresionante. “A las 24 horas de que los españoles desalojasen a los infantes de marina marroquíes instalados en el islote Perejil, el 17 de julio de 2002, el Rey Mohamed VI envió a París a su hermana, la princesa Lalla Mariam, con un mensaje urgente para Jacques Chirac”. Así comienza la noticia que, a cuatro columnas y con foto de Jacques Chirac y del rey de Marruecos, el periodista Ignacio Cembrero firmaba el pasado jueves, 30 de noviembre, en el diario El País.