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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Ignorancia supina

Este fin de semana un conocido empresario que simpatizó con la CiU de Jordi Pujol me decía que no comprendía la insistencia de la Generalitat en

Este fin de semana un conocido empresario que simpatizó con la CiU de Jordi Pujol me decía que no comprendía la insistencia de la Generalitat en el “pacto fiscal a la vasca”. Se debe a que algunos dirigentes de CDC tienen “ignorancia supina” de lo que es España. Pero añadía -rápido- que comprende menos ciertas actitudes del Gobierno Rajoy. Para bajar el gasto en sanidad, Artur Mas y el conseller de Economía, Mas Collell, han tomado medidas como el euro por receta, que ahora el PP torpedea con un recurso al Constitucional.

Es quizás peor que la ministra de Sanidad abortara la propuesta del conseller catalán de cobrar una tasa de cinco euros por día de hospital porque el PP admite el “copago farmacéutico” pero no el “copago sanitario”. “¿Se da cuenta Montoro de que puede tener que pedir ayuda a la UE no ya para la banca sino para pagar nóminas?”, inquiere mi interlocutor, entre atónito e irritado.

No le falta razón. La actitud ante la recrudecida crisis de la deuda es inexplicable. Cuando Rajoy ganó, la prima de riesgo italiana estaba peor, mientras que ayer la española recibía un castigo extra de nada menos que 111 puntos básicos. El problema de nuestra deuda no lo ha creado Rajoy, pero no se entiende lo que sucede desde marzo. Salvo que el Gobierno no capte lo que le dicen los mercados, o no lo quiera captar, o le dé miedo sacar las conclusiones. Ante las recetas, de sentido común, que Europa le aconseja reacciona con la misma miopía que contra el euro por receta catalán.

Rajoy lleva ya más de un mes insistiendo en que España ha hecho sus deberes y ahora el BCE debe comprar deuda española. Y ayer con el bono español a diez años por encima de la fatídica barrera del 7% (7,16%), el ministro Montoro lo volvió a pedir. Claro que nos convendría que el BCE comprara deuda española. Y la petición es unánime: Rajoy, Montoro, todo el PP, Durán Lleida, Rubalcaba, El País, Juan Luis Cebrián, El Mundo… Lo que pasa es que al BCE, independiente por tratado fundacional, no le gusta recibir presiones y nuestra capacidad de influencia es escasa. Algunos dicen que Draghi es italiano. Sí, y España ha perdido el puesto que tenía en el comité permanente del BCE (seis miembros) porque no presentó a nadie con cara y ojos para relevar a González Páramo.

El BCE ya compró deuda española, e italiana, en agosto de 2011. Y envió una carta de la que salió en setiembre -Zapatero y Rajoy actuaron con inteligencia y CiU no- la reforma constitucional. La prima española se moderó y evolucionó mejor que la italiana (no pasaba desde principios de 2010). Y en diciembre y febrero el BCE inyectó a la banca 1 billón de euros (300.000 a la española) que han servido para que nuestros bancos compren deuda española. Pero el mensaje de Madrid ha sido incoherente.

Para influir sobre el BCE no se trata tanto de exigir sino de convencer con los hechos. No ha sido así porque el presidente del banco central dijo, en el parlamento europeo, que la nacionalización de Bankia se hizo de la peor forma posible

Para influir sobre el BCE no se trata tanto de exigir -como sindicalistas en convenio- sino de convencer con los hechos. No ha sido así porque  el presidente del BCE dijo, en el parlamento europeo, que la nacionalización de Bankia se hizo de la peor forma posible. Pero hay muchos otros fallos que hacen que nos miren con recelo. Ejemplos:

- España se comprometió a bajar el déficit del 9,1% de 2010 al 6% en 2012. A la hora de la verdad -y pese a todo el ruido sobre el mayor recorte social de la democracia con el que el PP atacó a Zapatero- el déficit sólo se redujo 2 décimas: del 9,1 al 8,9% (tras la propina de Esperanza Aguirre)

- La desviación no vino del Estado (escasa) sino de las CCAA, gobernadas por populares, socialistas y nacionalistas. Pero el PP dijo que la culpa era de Zapatero y Salgado, el PSOE que de las comunidades del PP…

- Lo peor es que el nuevo Gobierno anunció en enero, escapándosele la risa, que el déficit real sería del 8,5% y, a renglón seguido, que el presupuesto se retrasaba a finales de marzo. España entendió que el retraso era por las elecciones andaluzas. Frankfurt (el BCE) pensó que a España una desviación de casi el 50% del déficit no le parecía merecedora de ninguna urgencia.

- El sábado 8 de junio la UE aprobó el principio de un rescate de 100.000 millones para la banca española, positivo pero que no es para colgarse medallas y que aumenta en un 10% nuestra elevada deuda externa de 980.000 millones. Y al día siguiente al presidente Rajoy no se le ocurre otra cosa que presentar “la línea de crédito a la banca” (falso, al FROB o sea al Estado) como un éxito, sugerir que él se había llevado el gato al agua y decir que se iba al futbol porque “el problema se ha resuelto”.

- A media semana el vicepresidente de la Comisión Europea dijo algo elemental. El plan de recapitalización puede comportar el cierre de algún banco (porque sea mas costoso reflotarlo que liquidarlo) y la bancada popular (liderada por su portavoz Alfonso Alonso) reaccionó pidiendo la cabeza de Almunia por “deslealtad”. ¿No coligen que atacar al comisario español -aun en el caso de que tuvieran razón- sólo debilita a España?; ¿no saben que España no puede exigir la dimisión de ningún comisario, ni del español?

- Tras los errores era lógico -y exigible- que se sacaran lecciones. El bono español a 10 años estaba en el muy alto 6,23 el viernes 8, y el jueves 14 -tras el “éxito” del rescate- tocó el 7% y cerró el viernes 15 en el 6,89%. La mínima prudencia aconsejaba tentarse la ropa antes de abrir la boca. Pues, no. El mismo viernes 15 el dictamen del FMI recomienda subir ya el IVA y los impuestos especiales, bajar el sueldo de los funcionarios y eliminar la desgravación fiscal a la vivienda que, imprudentemente, Montoro recuperó en el paquete de “ahorro” presupuestario de diciembre. Es el juicio del FMI en un momento en el que (Montoro dixit) “los mercados se están cerrando”. Y el presidente responde que es sólo un informe como otros y que, por el momento, no piensa seguir los consejos. ¿Ha invadido el espíritu del coronel Chávez las dependencias de la  Moncloa?

Corolario. Ayer -con el mejor resultado posible en Grecia- la deuda española tuvo su peor día en los mercados desde que existe el euro. Teníamos un problema. En Barcelona había “ignorancia supina” sobre España, y Madrid pagaba a Cataluña con la misma moneda. Malo para todos. Ahora la cosa es más grave. Madrid no capta los mensajes que le llegan desde Bruselas (Comisión), Frankfurt (BCE) y Washington (FMI). Padece “ignorancia supina”, no ya sobre Barcelona sino sobre el mundo. Peor para todos.

Este fin de semana un conocido empresario que simpatizó con la CiU de Jordi Pujol me decía que no comprendía la insistencia de la Generalitat en el “pacto fiscal a la vasca”. Se debe a que algunos dirigentes de CDC tienen “ignorancia supina” de lo que es España. Pero añadía -rápido- que comprende menos ciertas actitudes del Gobierno Rajoy. Para bajar el gasto en sanidad, Artur Mas y el conseller de Economía, Mas Collell, han tomado medidas como el euro por receta, que ahora el PP torpedea con un recurso al Constitucional.