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Duro otoño para Rajoy: rescate, Catalunya y elecciones vascas y gallegas
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Joan Tapia

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Duro otoño para Rajoy: rescate, Catalunya y elecciones vascas y gallegas

Rajoy se enfrenta en los próximos meses a dos grandes desafíos, el económico y el de las nacionalidades históricas. Y su éxito o fracaso dependerá de

Rajoy se enfrenta en los próximos meses a dos grandes desafíos, el económico y el de las nacionalidades históricas. Y su éxito o fracaso dependerá de cómo los aborde en el curso que ahora empieza. En el frente económico, su mayor incomodidad viene de que criticó y descalificó el ajuste severo de Zapatero de mayo de 2010 (recuerden lo de “el mayor recorte social de la democracia”) y ahora está obligado a tomar medidas aún más duras. Eso le ha condicionado y frenado  en los primeros seis meses de gobierno y, por ello, la prima de riesgo, que en noviembre estaba unos 150 puntos básicos mejor que la italiana, está ahora unos 70 peor.

Rajoy va a tener que digerir el duro rescate bancario y posiblemente tendrá que pedir -para que el BCE compre deuda española y calme a los mercados- algo muy similar a un rescate general. El rescate será malo, pero tener que financiarse a tipos del 7% (incluso en la deuda a dos años) es imposible. La relativa calma de agosto se debe sólo a que los mercados interpretan que Draghi comprará bonos españoles (y, seguramente, italianos) y que estos dos países aceptarán un mayor escrutinio comunitario (y del FMI) sobre sus ya controladas políticas económicas y presupuestarias.

Rajoy acertó el sábado en Galicia cuando dijo que no podía hacer otra cosa que subir el IVA para no liquidar el Estado del bienestar. Es tan verdad como que esta confesión deslegitima así su férrea oposición a la subida de Salgado en los presupuestos de 2010 y, sobretodo, su actitud, y la del ministro Montoro, cuando presumieron de no subir el IVA en diciembre y a finales de marzo en los presupuestos de 2012. Montoro incluso llegó a afirmar que una forma segura de agravar la recesión española era subir el IVA.

El ‘expresident’ Pujol dice que no se puede renunciar a la opción independentista porque todo el aparato del Estado está volcado contra Cataluña. Es posible que Pujol no tenga razón, pero es lo que piensa el hombre que fue declarado “español del año” por el diario ABC. Y lo creen muchos catalanes que el día 11 irán a una manifestación bajo el lema ‘Cataluña, un nuevo estado europeo’ 

Por eso el aumento es ahora una desautorización demasiado flagrante y reciente como para que el ministro de Hacienda pueda continuar. Y, en todo caso, lastra y perjudica fuertemente la imagen del gabinete y la del propio presidente. Además, una cosa es subir el tipo reducido del IVA del 8 al 10% (o al 11%), duro pero razonable, y otra muy distinta elevar el de muchos productos del 8 al 21%. Una cafrada descomunal que va a castigar al PP. Se verá en los próximos comicios gallegos y vascos.

Pero el desafío nacionalista -el PP, pese a Basagoiti y Sánchez Camacho, es débil en Euskadi y Catalunya- puede ser tan grave como el deterioro económico. En Madrid se piensa que cierto grado de corrección autonómica es inevitable. Pero en Catalunya y Euskadi, por muchos motivos, sectores crecientes de opinión creen todo lo contrario: que las autonomías han fracasado y que se impone la marcha hacia la soberanía plena. No hay espacio para discutir hoy las razones de este sentimiento, pero la realidad es que el primer partido de Catalunya, CiU, que siempre fue nacionalista-autonomista, se ha definido en su último congreso como independentista. O que el líder histórico de CiU, Jordi Pujol, que fue nombrado “Español del año” por el diario ABC cuando gobernaba Felipe González, acaba de declarar que no hay futuro dentro de España porque “todo el aparato del Estado está movilizado contra Cataluña”. Es posible que Pujol no tenga razón, pero es lo que piensa ahora un hombre que responsablemente ayudó a la gobernabilidad de los Ejecutivos de Felipe y de Aznar, y lo que creen muchos catalanes que van a asistir el próximo día 11 a una manifestación cuyo lema es ‘Catalunya, un nuevo estado de Europa’. 

Y lo más preocupante para Rajoy es que mientras Artur Mas gobierna gracias al apoyo del PPC, el sentimiento independentista de CDC (no así de Unió, su aliado democristiano) no deja de crecer. Por muchas causas, pero es indudable que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya, gracias a la agresiva campaña del PP (y también a que el PS0E acabó lavándose las manos como Pilatos) ha agravado lo que el president  Montilla definió como una creciente desafección hacia España.

Ahora, la consagración de un divorcio del electorado catalán con España, difícil pero que no se puede excluir, complicaría mucho la gobernabilidad de Rajoy.

Y las elecciones vascas tampoco contribuirán a estabilizarlo, porque el resultado no se corresponderá ni de lejos con las aspiraciones del PP. Tal como están las cosas, quizás una victoria corta del PNV, que previsiblemente practicaría la geometría variable con el PSOE, el PP y Bildu, no sería el peor de los escenarios para Rajoy. Que Bildu llegara en primera posición subiría muchísimo la tensión y podría ser letal para un presidente que no ha sabido impedir que la derecha de su partido haya abierto una feroz campaña contra Jorge Fernández Díaz por algo que era normal cuando Mayor Oreja era ministro del Interior. Exacerbando los sentimientos legítimos contra el terrorismo y volcándolos en una campaña irracional contra la negociación de Zapatero (que demostró la locura de ETA y le dio el golpe de gracia), el PP generó un maximalismo que ahora padece en carne propia.

Y cabe un escenario peor que la simple victoria de Bildu. Con más repercusión en Cataluña. Pero de eso hablaremos otro día. 

Rajoy se enfrenta en los próximos meses a dos grandes desafíos, el económico y el de las nacionalidades históricas. Y su éxito o fracaso dependerá de cómo los aborde en el curso que ahora empieza. En el frente económico, su mayor incomodidad viene de que criticó y descalificó el ajuste severo de Zapatero de mayo de 2010 (recuerden lo de “el mayor recorte social de la democracia”) y ahora está obligado a tomar medidas aún más duras. Eso le ha condicionado y frenado  en los primeros seis meses de gobierno y, por ello, la prima de riesgo, que en noviembre estaba unos 150 puntos básicos mejor que la italiana, está ahora unos 70 peor.

Mariano Rajoy