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Mas pierde y Rajoy gana (a corto)
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Mas pierde y Rajoy gana (a corto)

La política española del próximo año -en plena recesión y con unas fuertes necesidades de apelación del Estado a los mercados- va a estar muy condicionada

La política española del próximo año -en plena recesión y con unas fuertes necesidades de apelación del Estado a los mercados- va a estar muy condicionada también por el resultado de las elecciones catalanas.

Conviene destacar tres datos. El primero es que Artur Mas y CiU han ganado -son el primer grupo y el único que puede formar gobierno- pero se han pegado un gran batacazo. El segundo es que, a corto plazo, Rajoy ha ganado (tras Galicia) otra batalla. La tercera es que, a medio y largo plazo, el encaje de Cataluña en España se complica.

Artur Mas ha perdido porque tenía una situación cómoda (62 diputados, cuando la mayoría absoluta es de 68) y, tras disolver con dos años de anticipación y pedir “una mayoría excepcional”, se encuentra con sólo 50 diputados (doce menos), y a 18 de la mayoría absoluta. Gobernar en estas condiciones es mucho más difícil, y la única solución que le queda es lograr un pacto lo más estable posible con ERC, que ha subido de 10 a 21 diputados. Pero gobernar con el apoyo de ERC es difícil, porque las diferencias sobre política económica son muy fuertes y porque Junqueras, el nuevo líder de ERC, sólo apoyará a CiU para lograr la famosa “consulta” con la mayor rapidez (la secretaria general de ERC ya ha hablado de setiembre de 2013). Y no es seguro que Artur Mas quiera, o pueda, seguir el ritmo frenético de agitación independentista que sus aliados le van a exigir.

Pero lo peor es que la alianza con ERC va a generar fuertes tensiones. En primer lugar, con la política económica seguida hasta el momento por el conseller de Economía Andreu Mas-Colell (con el total apoyo de Mas) de controlar el gasto público y cumplir unos difíciles objetivos de déficit. Y no se puede olvidar que, para afrontar sus pagos y sus deudas, la Generalitat depende hoy del Fondo de Liquidez Autonómica. El segundo choque es con el socio democristiano (Unió Democràtica), que tiene 13 de los 50 diputados de CiU. Y Duran Lleida ya ha dicho dos cosas: que CiU ha ido demasiado lejos respecto al independentismo y que la dependencia de ERC, aunque quizás sea inevitable, no le gusta. El tercer problema es que el mundo empresarial, en el que siempre se apoya CiU, no cree que vaya a ver estabilidad con un Gobierno dependiente de ERC, partido que ya demostró una gran “variabilidad” con el tripartito.

El líder del PP sale beneficiado del debilitamiento del bloque independentista por la pérdida de fuerza y liderazgo de CiU y porque, tras un año de gobierno y el incumplimiento de las promesas electorales, ha aguantado en Cataluña mientras los socialistas retroceden

El segundo dato es que, a corto plazo, el resultado electoral beneficia a Mariano Rajoy porque el binomio fortaleza-virulencia del independentismo catalán ha salido disminuido. La gran preocupación del Gobierno español era que un partido moderado como CiU -con gran implantación en las clases medias y cercano a muchos sectores empresariales- encabezara una rebelión mayoritaria contra España. Ahora, este peligro pierde fuerza, porque CiU ha perdido diputados y la estrategia de Mas ha sido desautorizada por el electorado.

Es cierto que el bloque CiU-ERC tiene casi la misma fuerza parlamentaria (un diputado menos), pero el liderazgo del sector moderado y de Artur Mas se ha debilitado. Cierto es también que la dependencia de ERC puede radicalizar las posturas del bloque, pero la desunión y la virulencia debilitan. No es lo mismo una CiU con fuerza y liderazgo que se apoye en una ERC reducida que la situación actual, en la que una CiU debilitada y con un liderazgo mucho mas discutido depende absolutamente de una ERC crecida que ha doblado su número de diputados. En la sociedad catalana, en el escenario internacional son dos situaciones muy diferentes.

Pero Rajoy no ha ganado sólo frente a Mas, sino también ante la fronda de la derecha del PP (atención a la entrevista de Aznar el domingo en El Mundo) y frente al PSOE, el partido rival en la lucha por la Moncloa. En efecto, tras una incansable campaña de Alicia Sánchez Camacho, el PP obtiene un diputado más (19) y su mejor resultado en unas autonómicas. El desgaste de un año de gobierno incumpliendo el programa no impide su avance en las autonómicas en una parte relevante de España (aunque pierde casi ocho puntos respecto a las generales). La clave es que quizás el PP ha canalizado bien el voto de protesta contra el independentismo de CiU. Por el contrario, el PSOE, el partido competidor, pierde ocho diputados en uno de sus principales (junto a Andalucía) graneros de votos.

Sin embargo, Rajoy tampoco puede estar satisfecho. Es verdad que a corto plazo -periodo en el que se concentra un gobernante que aplaza la decisión sobre las pensiones a la semana después de la cita electoral- ha evitado un reto muy peligroso, pero su estrategia a largo plazo -utilizar el Estatut para debilitar al Gobierno del PSOE con una campaña contraria y el recurso al Constitucional- demuestra que es jugar con fuego.

En efecto, pese a un aumento de la participación de casi el 11% (siempre se había creído que una mayor participación en las autonómicas iría contra el nacionalismo), el bloque partidario de la consulta tiene la misma fuerza que el Parlament anterior. Si incluimos a ICV (no independentista, pero partidaria de la consulta) el número de diputados soberanistas llega a 86, uno más que en la legislatura anterior. En caso contrario, se queda en 84, dos menos.

Aunque los diputados que defienden la consulta no llegan a los dos tercios del Parlament, representan a 2,1 millones de votos frente a 1,27 de los contrarios a la consulta, una indicación clara de que algo debe cambiar en el encaje de Cataluña en España.  

La política española del próximo año -en plena recesión y con unas fuertes necesidades de apelación del Estado a los mercados- va a estar muy condicionada también por el resultado de las elecciones catalanas.

Mariano Rajoy