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Cataluña tiene "el corazón partío"
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Joan Tapia

Confidencias Catalanas

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Cataluña tiene "el corazón partío"

Recuerdo que antes de las primeras elecciones democráticas, Joaquim Arana, un inteligente político socialdemócrata vinculado a Josep Pallach fallecido prematuramente, me decía que los catalanes tienen el corazón

Recuerdo que antes de las primeras elecciones democráticas, Joaquim Arana, un inteligente político socialdemócrata vinculado a Josep Pallach fallecido prematuramente, me decía que los catalanes tienen el corazón a la izquierda pero la cartera a la derecha. Quizás decir que es una característica catalana (positiva o negativa) sea un error, pero lo que sí es una singularidad es que desde el 77 –y con pocas excepciones- los catalanes votan socialista en las elecciones españolas y Pujol (o Mas) en las catalanas. Se podría inferir así que –como dice la canción de Alejandro Sanz- los catalanes “tienen el corazón partío”.

La encuesta de este domingo de El Periódico lo recuerda. En una primera lectura parece que la ilusión, la ensoñación o el corazón de los catalanes se inclinan por la separación de España. Y la causa principal sería la actitud cerrada –lo dijo bien el president Montilla- de parte del establishment de Madrid que se niega a admitir que España es, al menos en parte, plurinacional. Pero en una segunda lectura, el realismo, o la voluntad de “tocar de peus a terra”, inclina a los catalanes a cierta reticencia frente al independentismo. Y ello pese a que la cartera les podría incitar a ello ya que hay un sentimiento generalizado de agravio por el reparto de la financiación pública entre el Estado central y las autonomías.  

Por una parte, la apuesta independentista parece clara. El 60,5% (contra el 24,8%) se declara partidario de que el Parlament apruebe una declaración de soberanía (la votación es mañana). Son todavía más (68,9%) los partidarios de que la consulta tenga lugar en el 2014, como insiste ERC. Y el 56,9% (contra el 35%) dicen querer que Catalunya se independice y sea un nuevo Estado de la UE. Más todavía, el 62,9% afirma que la consulta debe celebrarse aunque el Estado español se oponga y el 51,5% (contra el 41,9%) opina que los resultados de las últimas elecciones expresan la voluntad del pueblo de Catalunya de separarse.

Más de las dos terceras partes de los catalanes quieren hacer la consulta en el 2014 aunque el Gobierno español se oponga, pero más de la mitad votarían contra la independencia si implicara la salida de la UE

Parece pues que la independencia lograría un respaldo muy firme o, en todo caso, mayoritario... pero las cosas no son tan claras porque frente a otra batería de preguntas las respuestas son diferentes, incluso contradictorias. Para empezar, el 79,5% (contra el 13,9%) de los encuestados dicen que para la declaración soberanista CiU y ERC deberían buscar el consenso de los otros partidos, lo que es difícil que acabe ocurriendo. Luego, si bien el 49,5% “se siente” independentista, el 47,6% manifiesta lo contrario. Y ello pese a que -tras el resultado electoral del 25-N- puede inferirse que hay voto oculto no independentista.

Pero el vuelco se visualiza más si consideramos que los que creen que la independencia contribuiría a superar la crisis más rápido suman sólo el 42,8%, frente al 48,1% que opina lo contrario. Y nada menos que el 56,4% (frente al 26,5%) cree que el debate sobre la independencia perjudica la economía de Catalunya. Consecuentemente, un 52,1% (contra el 39,5%) votaría en contra de la independencia si ésta supusiera la salida de la UE, lo que parece muy posible, al menos provisionalmente.

La prueba final del “corazón partío” es que, si la consulta acabara celebrándose, el 42,4% cree que ganaría la independencia y exactamente el mismo porcentaje apuesta por lo contrario. Las encuestas no son infalibles, pero las tendencias están claras. La sociedad catalana está muy dividida y mal harían sus gobernantes en creerse un país unánime que no existe. Pero los gobernantes españoles deben tomar nota de que “la desafección” es muy fuerte y que lograr que España sea un país estable (con Catalunya dentro) exige repensar muchas cosas. Entre ellas la Constitución.

Artur Mas también debería tomar nota de que el debate independentista, al que tanto ha contribuido -aunque quizás no tanto como la actitud de Aznar o el espectáculo subsiguiente al recurso del PP contra el Estatut ante el Constitucional- le da dividendos negativos. Fue a las elecciones con 62 diputados, esperando lograr la mayoría absoluta (68), y se quedó en 50. Si ahora se celebraran elecciones, bajaría a 40-42. Además, los electores creen que el pacto con Junqueras beneficia más a ERC (52%) que a CiU (24%). Y un 54,4% de los catalanes juzgan que Artur Mas no es un buen presidente. Hace un año solo lo creía el 42,5%, que era sobrepasado por los que emitían un juicio positivo (45,5%).  

Sus críticos –crecientes- subrayan que pese a su buena imagen personal, el balance de su gestión es muy negativo para CiU ya que ha pasado de un apoyo electoral del 38,4% en las elecciones del 2010 al 30,4% en las del 2012 y a una estimación actual, en el barómetro de El Periódico, del 25,2%. Trece puntos perdidos en dos años es todo un récord.

Recuerdo que antes de las primeras elecciones democráticas, Joaquim Arana, un inteligente político socialdemócrata vinculado a Josep Pallach fallecido prematuramente, me decía que los catalanes tienen el corazón a la izquierda pero la cartera a la derecha. Quizás decir que es una característica catalana (positiva o negativa) sea un error, pero lo que sí es una singularidad es que desde el 77 –y con pocas excepciones- los catalanes votan socialista en las elecciones españolas y Pujol (o Mas) en las catalanas. Se podría inferir así que –como dice la canción de Alejandro Sanz- los catalanes “tienen el corazón partío”.

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