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Rajoy ante la economía
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Joan Tapia

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Rajoy ante la economía

En la brocha gorda con la que el PP atacó a Zapatero en el frente económico había tres ideas principales. Una, el brutal incremento del paro

En la brocha gorda con la que el PP atacó a Zapatero en el frente económico había tres ideas principales. Una, el brutal incremento del paro (del 8% de 2007 al 22% en 2011) era fruto de la incompetencia socialista. El PP había obtenido en sus años de gobierno (Rato mediante) sobresaliente en economía. Dos, la salida de la crisis tenía una exigencia principal: bajar los impuestos. La subida del IVA de Elena Salgado en 2010 era el atropello de la estulticia. Tres, Zapatero arruinaba el prestigio de España porque estaba condenado a seguir el dictado de Bruselas. Con el PP, la sensatez y la relación con Merkel lo arreglarían todo.

No sorprende, pues, que la explosión de los datos de paro del jueves y viernes pasados (EPA del primer trimestre y nuevo cuadro macroeconómico) haya provocado una gran decepción. Y llueve sobre mojado, porque las revelaciones del caso Bárcenas (y la parálisis subsecuente) ya habían hundido la confianza.

Tras dieciséis meses en el poder, Mariano Rajoy se encuentra en jaque por el caso Bárcenas y la segunda recesión, que aunque no es todavía como la de 2009 está deprimiendo el clima económico y exacerbando el social. Y aunque el PSOE no se recupera, la caída del PP disminuye la distancia entre los dos partidos y preocupa a los cuadros populares, que ya ven peligrosamente cercana -aunque faltan dos años- la campaña de las municipales y autonómicas de inicios de 2015. Por eso, los 6,2 millones de parados han sido acogidos con tanta alarma, pero más hostilidad en sectores de la derecha -los que menos quieren a Rajoy- que en la oposición. El presidente ha pedido paciencia y Rubalcaba ha contestado que hay urgencia. El País abría el pasado sábado diciendo que “El fin de la crisis se retrasa a 2016” mientras que El Mundo titulaba “El Gobierno se rinde ante el paro y sólo ofrece mas impuestos”. Ustedes mismos.

El líder del PP atribuía a Zapatero el paro, la subida de impuestos y la pérdida de prestigio internacional. Ahora le toca bailar con la más fea y sin resultados a corto. Hay pesimismo económico y gran desgarro social, aunque su política es casi inevitable porque España tiene poco margen de maniobra. Pero se equivoca al no “cantar la gallina” y atacar a la oposiciónY es que el empeoramiento del paro está arruinando el fondo de comercio de buen hacer económico del PP. Para empezar, el padre del milagro, Rodrigo Rato, ya no es un activo. Sucumbió la pasada primavera a sus errores y/o al fuego amigo de su antiguo subordinado, Luis de Guindos. Y la realidad es amarga. El paro ha sobrepasado los seis millones (6,2), uno más en el corto mandato del PP, con lo que ha saltado del 22,8% (cuando Zapatero abandonó el poder) a nada menos que el 27,2%. Casi cinco puntos más. Rajoy dijo que la situación era “inasumible” e “inadmisible en un país europeo” cuando la tasa sobrepasó el 18%. ¡Nueve puntos menos!

Lo más grave es que el empleo va a peor. En el primer trimestre de 2012 se destruían puestos de trabajo a un ritmo anual del 3,96%; ahora, al 4,58%. Son datos que no facilitan la defensa de una reforma laboral cuyos efectos a corto tampoco podían ser espectaculares. Pero lo más preocupante para el PP es que el nuevo cuadro macroeconómico predice 700.000 parados más y un desempleo del 25,8 al final de la legislatura, frente al 22,8% de cuando marchó Zapatero. ¡Tres puntos más!

 

Y, respecto a los impuestos, la situación para los creyentes del PP es dramática. El Gobierno tuvo que hacer una gran subida de impuestos (IRPF e IVA) en 2012. No tenía otra opción para evitar que el déficit se disparara y cumplir con la UE. Pese a ello, el déficit no cumplió el objetivo del 6,3% pactado con Bruselas ni quedó por debajo del 7%, como presumió Rajoy en el debate sobre el estado de la Nación, sino que fue del 7,1% (en los conceptos comprometidos con Bruselas), en realidad, del 10,4%. Y todo ello frente a una media del 3,7% en la zona euro. Cierto que el ratio de deuda pública sobre el PIB (84,2%) es todavía inferior a la media del euro (90,6%), pero se ha disparado 30 puntos en los últimos cuatro años frente a sólo diez en la media de la Eurozona. Con todo, para el PP lo más grave es que prometió bajar impuestos, los subió con contundencia en 2012 y, de lo que sabemos del programa de reformas que se presentará a Olli Rehn, lo sustancial es otra vuelta de tuerca fiscal centrada, al parecer, en sociedades, impuestos especiales y depósitos a la banca (lo que no ayudará al crédito).

Por último, respecto al prestigio internacional, es cierto que -tras un año terrible en el que hubo que pedir el rescate bancario- ahora se ha rebajado la prima de riesgo, que ayer cayó por debajo de los 300 puntos básicos (Italia está en los 272). Pero el diferencial medio en lo transcurrido de 2013 está todavía en 359 puntos, frente a 431 del 2012 y 280 del “catastrófico” año final de Zapatero. Y el cuaderno de reformas que se tiene que presentar a Bruselas para que nos autorice un déficit del 6,3% este año y nos retrase dos (hasta 2016) el cumplimiento del objetivo del 3% tampoco permite muchas medallas.

Sin embargo, Rajoy hace, grosso modo, lo obligado. España tiene escaso margen de maniobra porque debe pagar las nóminas y el funcionamiento del Estado y no quedarse -como estuvo a punto de pasarle a Zapatero en mayo de 2010- sin financiación para cubrir el déficit. Es inadmisible que Rajoy no se explique a fondo ni respecto a Bárcenas ni sobre la economía. En Bárcenas, quizás no haya explicación posible que no arriesgue la 'voladura descontrolada' del partido, pero su apuesta económica -inevitable- sólo podrá prosperar si la explica al país, convence más al mundo económico y la pacta con otras fuerzas principales (PSOE, CiUy PNV) porque el rigor en recortes y/o reformas (no sacrificios, que estos son voluntarios) tendrá que ser intenso y prolongado. Rajoy continua la política económica de Zapatero desde mayo de 2010 -la prioridad a corto, o sea la prioridad, es obtener financiación para pagar la nómina- pero en una coyuntura económica y una realidad social mas degradada. Y, como Zapatero, incomprensiblemente, prefiere explicarse poco -o a medias- y atacar a la oposición que cantar la gallina. Se equivoca en las dos cosas.

En la brocha gorda con la que el PP atacó a Zapatero en el frente económico había tres ideas principales. Una, el brutal incremento del paro (del 8% de 2007 al 22% en 2011) era fruto de la incompetencia socialista. El PP había obtenido en sus años de gobierno (Rato mediante) sobresaliente en economía. Dos, la salida de la crisis tenía una exigencia principal: bajar los impuestos. La subida del IVA de Elena Salgado en 2010 era el atropello de la estulticia. Tres, Zapatero arruinaba el prestigio de España porque estaba condenado a seguir el dictado de Bruselas. Con el PP, la sensatez y la relación con Merkel lo arreglarían todo.

Mariano Rajoy